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ETIMOLÓGICO
DE LAS PALABRAS ESPAÑOLAS
DE ORIGEN ORIENTAL.
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ETIMOLÓGICO
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(castellanas, catalanas, gallegas, mallorquínas, portuguesas, valencianas y bascongadas).
DE ORÍGEN ORIENTAL
(árabe, hebreo, malayo, persa y turco).
POR
p. jLíEOPOLDO DE JEguILAZ Y yANGUAS.
Cateddrático de Literatura general y española
EN LA Universidad de Granada
Y Correspondiente de las Reales Academias de la Lengua
Y DE la Historia.
GRANADA.
Imprenta de La Lealtad, Santa Ana, it.
I ase.
ü Mi amadísima esposa
DONA MARlA DEL CARMEN MORENO
GONZALEZ DEL PINO.
Introducción.
I.
Aunque los romances hablados on la península ibérica vengan derechamente de la lengua latino-rústicn^ no es me- nos cierto que se hallan plagados de voces exóticas de todo origen y procedencia.
Ardua y dificilísima empresa es la de clasificar la parte que de estos vocablos peregrinos corresponde á cada cual de los idiomas, que en el curso de los tiempos se hablaron en ella; pero bien puede asegurarse que la más granada y copiosa toca de derecho al árabe. Y no ha de explicarse este fenómeno, como quiere Mr. Engelmann (1), por la superio- ridad de la civilización muslímica sobre la hispano-latina; porque, si de tan debatida cuestión se hubiere de juzgar por este solo dato, habría en definitiva que dictarse el fallo en pro de la segunda (2). Es más; la incorporación á nuestras hablas vulgares del mayor número de voces arábigas tiene lugar en una época en que los mismos autores musulma- nes reconocen explícitamente la hegemonía y principado de la cultura hispano-cristiana sobre la suya propia (3). Por
(1) V, Glossaire des mots espagnols et portugais derives de Varabe por el Dr. W. H. Engelmann, Inirodaciion, p. i y II de la 1.' ed. y 1 y 2 de la 2.'
(2) V, Simonet, Glosario de voces ibéricas y latinas usadas por los moz- árabes ij los árabes.
(3) «Todo pueblo que vive frontero de otro, cu3^a superioridad reconG-* ce, adquiere estos hábitos de imitación. Esto sucede en nuestros dias (si- glo XIV) con los árabes andaluces, los cuales, á consecuencia de sus rela- ciones con los gallegos (los cristianos de Castilla y de León), además de sus trajes, de sus usos y costumbres, han adoptado la moda de decorar con imágenes ó retratos los muros de sus casas y palacios.» Aben Jaldún, Prolegómenos, I, 2G7 del texto árabe y 1, 307 de la Irad. de Slane. V. etiam Aben Aljatib, ap. Casiri, Bibl. Arábico-Hispana Escur., II, 257-8, Dozy, Diet, detaillé des noms des vétem. ches les árabes^ p. 2 y 3.
VIH otra parte, nunca, ni en ningún período de la historia na- cional, se puede en justicia adjudicar a la raza árabe el honor que le dispensa Engelmann. La cultura hispano-muslímica, como lo advirtió Masdeu (1), y lo ha evidenciado con argu- mentos irrefutables el ilustre orientalista D. Francisco Ja- vier Simonet (2), no fué obra de los árabes invasores, sino de los renegados cristianos, de los muladíes, de los judíos y de los mozárabes, los cuales, midiendo por su alteza in- telectual la rusticidad y encortezamiento de sus nuevos se- ñores (3), comenzaron por ser los manipuladores del erario público (4), los consejeros de sus emires y califas (5), los
(1) Historia critica de España, XIII, 161, 162 y 173. Del propio parecer es el doctísimo D. Aureliano Fernandez Guerra, eljcual, en la páj?. 58 de la Contestación al Discurso de ingreso en la Heal Academia Española de su hermano ü. Luis, nos dice: Es hoy cosa del lodo averiguada y resuelta no deberse atribuir en manera alguna á los árabes de Oriente la gran ivili- zación que allí hubo, pues toda entera pertenece á los antiguos pi iblos cristianos, avasallados y oprimidos por los sectarios del Corán en tan alongadas regiones. Lo mismo hay que decir de España.
(2) V. Simonet, De la influencia del elemento indígena en la cicilización arábigo-hispana^ artículos publicados en el tomo IV de la revista católica la Ciudad de Dios, su Historia {inédila) de los mozárabes de España y la Introducción al Glos. de voc. ibér. y tai.
(3) Era tal la ignorancia del pueblo musulmán en la época de la fun- dación de su imperio, cuando se enseñoreó de las demás naciones, y la influencia del Profeta y del Alcoran hizo desaparecer la ciencia de los an- tiguos, que se revelaba en todas sus inclinaciones y en todos sus hábitos. Aben Jaldún, Proleg., III, 276 del texto y III, 30-i de la trad. Como ejem- plos de su tosquedad y rudeza léese en la misma obra (I, 310 del texto, y 1, 351 de la trad.): «Cuéntase que (cuando los árabes vencieron á los persas) tomaron por piezas de paño las almarregas ó almohadas que les presenta- ban, y que habiendo encontrado alcanfor en las alhacenas ó almacenes de Cosroes, las emplearon, en lugar de sal, en la masa de que hacían el pan.»
(4) V. Aben Jaldún, Proleg., II, 5 y 6 del texto, y II, 6 de la irad.
(5) V. Alberto de Circourt, Hist, des maures mudexares et des moris- cjues, I. Según Aben Hayan, citado por Aben Aljatíb en su Introd. á la IhátUj el conde Ardebasto, jefe de los agemies y receptor de los impuestos para los emires de Córdoba, lo fué en cierta ocasión de Abul Jatár.
IX
cultivadores de sus artes y de sus ciencias (1), la flor y nata de sus poetüs y retóricos, el espejo de sus historiadores, y, finalmente, el núcleo, migajón y alma de oquolln civiliza- ción refinadamente sensual y materialmente espléndida que produjo las maravillas arquitectónicas de la gran Aljama de Córdoba y de la Alhambra de Granada (2). Si los árabes, cuya incapacidad para el ejercicio de las artes y de las cien- cias reconoce el mismo Aben Jaldún, hubieran sido los fautores de aquella civilización ¿cómo se compadece que el África, presa también de su dominio, vegetase en la bar- barie (3) hasta que los españoles le comunicaron su cultu-
(1) Es un iiecho digno de consignarse, léese en Aben Jaldún (Prolerj., 111, 270 del Itíxto, y III, 29G-297 de la trad.), que la mayor parte de los sa- bios que se han distinguido entre los musulmanes por su habilidad en las ciencias, ya religiosas, ya intelectuales, eran extranjeros. Los ejemplos en contrario son por extremo raros; pues hasta los que de entre ellos refe- rían su origen á los árabes, se diferenciaban de esto pueblo por la lengua que hablaban, por el país en que fueron educados y por los maestros con quienes estudiaron. Y más adelante nos dice (III, 278 del texto, y III, 30G de la trad.): La mayoría de los sabios entre los musulmanes eran agemies, con cuya j)alabra he querido designar á los que eran de origen extranjero.
(2) Interrogados los embajadores de D. Jaime II de Aragón por su Santidad Clemente V, á la sazón del concilio general de Viena, sobro el número de habitantes que contaba Granada, contestaron que montaban ú doscientos mil, no hallándose quinientos que fuesen moros de naturaleza, pues sobre cincuenta mil renegados y treinta mil cautivos todos los demás eran hijos ó nietos de cristianos. Este dato importantísimo se halla corro- borado por Hernando de Baeza, asistente á la corte de Boabdil, citado por Hernando del Pulgar en su Tratado de los rei/es de Granada y sa órirjen, el cual nos asegura que de doscientas mil almas que había en ía ciudad de Granada, aún no eran las quinientas de la nación africana, sino naturales españoles y godos que se habían aplicado á la ley de los vencedores. No es, pues, de maravillar que Boabdil, que conocía también la lengua caste- llana, invitara á Gonzalo Fernandez de Córdoba á que arengase á los ha- bitantes del populoso arrabal del Albaicin, pues allí había aljamiados y assaz declaradores. V. Hernán Perez del Pulgar, Breve parte de lasaza ñas del Gran Capitán, p. 158-159, iMadrid, 183 i.
(3) Cuando los árabes conquistaron el Ifíiquia y el Magreb se hallaban en uno de los períodos de la civilización nómada, y los que se establecie- ron en este país no encontraron nada en él de una cultura sedentaria que
X
ra? (1;. Hay, pues, que convenir, en contra de las afirmacio- nes del docto orientalista holandés, en que ni los árabes invasores innpusieron á los hispano-latinos su civilización ni tampoco su lengua, la cual coexistió con las vulgares endémicas, de que hacen repetida mención sus propios es- critores (2). Y no podía ser de otro modo; porque la len- gua de un pais, á no ser estrechamente afín á la del con- quistador, no desaparece, mientras no se extinga el pueblo que la habla, como acaeció á la de los infelices mozárabes andaluces, cuando, con el inicuo pretexto de la expedición de D. Alfonso el Batallador á esta parte de la España sarra- cena, fueron arrancados de cuajo por los Almorávides y trasportados al África. Es más; no parece que los árabes en las naciones que redujeron á su dominio vedaran á los na- turales el uso de su propio idioma (3). Lo que hicieron.
hubieran podido imitar. Los habilanles eran berberiscos liabituados al estado grosero de la vida n(')ni;i(I;i. Abni .laldún, Pro/ffi.. II. 2r):{(|el it^xlo, y II, 297 de la trad.
(1) La España, bajo la diiiasua tic ios Aimoiíadüs, coinuiiicó ai Ma- greb su civilización, lo que fué parte para ijum los hábitos de la vida se- dentaiia se arraigasen en este país. Tuvo esto lugar; porque la dinastía que reinaba en el Magreb habla conquistado las provincias de España, y porque de grado ó por fuerza muchos habían abandonado su patria para trasladarse á aquella región. Aben Jaldún, Proleg., II, 25i del texto, y II, 298-299 de la trad. Lo propio acaeció en Túnez en tiempo de los Hafsidas, en la época de la gran emigración de los árabes españoles á aquel reino, como se lee en el escritor citado, á consecuencia de las conquistas en An- dalucía de D. Fernando III el Santo y de D. Alonso el Sabio.
(2) Entre los dialectos de la aljamía (>^v*-?^^'), ó romance hablado i>or los mozárabes y por los cristianos independientes, mencionan los escrito- res arábigos la aljamia de Aragón q^*; ?^^^?^; la aljamía de Zaragoza »}cu»3yM \*^s:\js.^ la aljamia de Valencia na*<.»-íÍj ju^:stx. y la aljamía del oriente de España (j-Jjú"^) ^yi:» ^^* 's*^^^^.
(3) Según el Dr. Simonet, en ninguno de los textos arábigos que ha consultado se halla la menor noticia del pretendido decreto de Hixem I prohibiendo en sus estados el uso de la lengua hablada por los mozárabes y obligando á sus hijos á que asistiesen á las escuelas públicas, que había íundado, para aprender el árabe. V. Glos. de voc. ibér. y lai.. Introduc- ción, p. 12.
XI
como se cuenta del califa Ornar (1), fué prohibir á la gente arábiga la adopción del de los pueblos sojuzgados en reem- plazo del suyo, el único noble y excelente por ser el del Co- ran y el que nuestros primeros padres^ al decir de sus doc- tores, hablaron enelparaiso. De otra suerte, y rí^conociendo que su lengua, expresión, aunque limada y culta, de la vida nómada de las tribus del Ilechaz, no podía servir como adecuado instrumento de las relaciones varias, múlti])lesy complejas de un imperio civilizado^ hubiei'an adoptado la de los vencidos, limitando el uso de la suya á sus relacio- nes domésticas y á la práctica de su culto, como lo hicieron los godos en España. Con ser el árabe e! idioma oficial y cancilleresco en la Persia^ en la Armenia y en el Asia Me- nor^ fué sustituido por los endémicos de aquellos paises, luego que se verifica en ellos la reacción del espíritu indo- europeo sobre el seniítico. No de otro modo hubieran pa- sado las cosas en Andalucía, de haber prevalecido la insu- rrección de Omar ben Hafsun y de sus hijos contra el califato de Córdoba. Lín resolución; de la larga permanencia de los árabes en España solo nos han quedado unos cuantos cen- tenares de vocablos, hoyen no poca parte arcaicos, muchos de ellos provinciales, incorporados en su mayoi-ia á nues- tras hablas vulgares en los tiempos posteriores á las con- quistas en Andalucía de D. Fernando III el Santo y D. Al- fonso el Sabio, y á las de los reinos de Valencia y de Murcia por D.Jaime I de Aragón, fecha en que, reducidos sus habi- tantes á la condición de mudejares, entraron en trato y co- municación cuotidiana con los pobladores cristianos de aquellas regiones (2).
(J) El califa üniar prohibió servirse de (lo que él llamaba) las jergas ex- tranjeras. Es j'ib. decía, es decir, artificio y engaño. Esto dio por resultado que uno de los signos del islamismo y de la dominación árabe fué el em- pleo de su lengua. Aben Jaldún, Prol., II, 270 del texto, y II, 3IG de la trad.
(2) Aunque desde las conquistas de Toledo, Zaragoza y Lisboa, que tienen lugar respectivamente por los años de 1085, 1118 y 1145, se hace no- tar la influencia de la lengua arábiga, escasa hasta aquella fecha, sobre la
XII
II.
Trabajo nada llano y apacible es el estudio de las eti- mologías, y aunque^ habida considernción á la índole y es- tractura de sus radicales, no es difícil reconocer los vocablos españoles de alcurnia nuircadainente semítica, con especia- lidad los precedidos del artículo árabe al, con todo, esta misma circunstancia ha sido á veces causa y motivo de error (1;. Pero no nace de aquí la mayor de las dificultades. Las dilatadas conquistas de los árabes en el antiguo mundo oriental, en África y en España, enriquecieron de tal suerte el primitivo idioma de Modar, que es por todo extremo em- barazoso determinar el gériesis de los términos peregrinos que á cada paso se encuentran en los diccionarios. Cierto que no pocos, con especialidad los técnicos y científicos, que tomaron de los griegos, se echan holgadamente de ver; pero no acaece lo propio con otros muchos, que, con ser de
castellana y porluj^Mitísa, no se acentuó ni IIpj^o a alcanzar la importancia que tuvo, después que los reinos de Jaén, Valencia, Córdoba. Sevilla y Murcia cayeron en poder de las armas cristianas.
(1) Cervantes incurrió en el de afirmar, como lo hizo notar Clemen cin (D. Quijote, 2.' Part., Tomo VI, Cap. LXVII, p. 300, nota) «que son moriscos lodos los vocablos que en nuestra lengua castellana co- mienzan en al,» pues, aparle de los de extirpe puramente latina (lue em- piezan por aquellas letras, bay muchos de esta procedencia que desfigu- raron los árabes prefijándoles su artículo alj según advierte Juan de Valdés en su Diálogo de la lenr/ua (ap. Mayans y Sisear, Orígenes de la lengua española, I, ji. 36 y 3(S), donde se lee: Y si quereys ir avisados, ha- llafeys que un «/ que los Moros tienen por artículo, eí qual ellos ponen por principio de los mas nombres que tienen, nosotros lo tenemos mezcla- do en algunos vocablos latinos, el qual es causa que no los conozcamos por nuestros. Quanto á lo demás sabed, que quasi siempre son Arábigos los vocablos que empiegan en al, como almohada, alhombra, almohae^a, alhaveme. La misma observación hizo el clarísimo Scaligero, respeclo de las voces de origen griego, que ofrecen aquella forma, en las anotaciones al Cíí/ea? de Virgilio: Árabes, addito suo al, pleraque graeca ad morem suum interpolarunt. Ut Líber Ptolomaei est Almageste: est enim -/^ uévío-ttí -Trpavjj.aTEÍa. Sic Alchymia, yumsía- Sic Almnnak, kalendarium, -Aavaxó; ^ lunaetmensibus; unde circufus lunaris apud Vitruvium aav^xéí. Sic Alam- bic a graeco aa6iC apud Dioscoridem.
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naturaleza y condición refractarias á los semíticos, se liallan tan adobados al gusto de la gente arábiga, que no es fácil reconocerlos. Con decir que algunos, transcripciones es- cuetas de palabras griegas ó latinas, se han dado como va- lederas etimologías arábigas de palabras españolas, se comprenderá sin esfuerzo á qué graves tropiezos se expone el que se ocupa en tnn áridos trabajos. Teniendo esto en cuenta, merecen ciertamente disculpa aquellos que, toman- do por vocablos genuinamente arábigos los latinos arabiza- dos, que se registran en el Vocabulista de Fr. Pedro de Alcalá ó en los dialectos vulgares de África y de Oriente, los consideraron como matrices de los correspondientes castellanos^, y aún los que^ tropezando en nuestros diccio- narios con términos que en su antojo tenían aquel talle, les dieron por progenitores otros de pura extirpe arábiga, que nada tenían que hacer con ellos; error de que ninguno, por muy leido que sea, ha de pretender librarse^ como no lo lograron nuestros etimologistas, desde el Dr. Francisco del Rosal (1) hasta D. Enrique Alix (2), grandemente versado en las lenguas semíticas^ en las clásicas griega y latina y en la sánscrita.
Con todo esto, es de tan gran utilidad el conocimiento de las etimologías, que, como se lee en la Carta del Licenciado D.Baltasar Navarro de A rroytaáD. Sebastian de Co varrubias, que va al frente de su Tesoro, aún hasta las falsas se han de estimar, porque ocasionan á la inquisición é investiga-
(1) La obra inédita del Dr. Francisco del Rosal, medico, natural do Córdoba, peritísimo en las lenguas clásicas, en la arábiga y hebraica y en la italiana, portuguesa, francesa, inglesa y alemana, es el Ms. T. 127 de la Bibl. Nacional, que lleva por título: Origen // Eir/molor/ia de todos los vocablos originales de la Lengua Castellana.
[2) Cuando D. Rafael M." Baralt proyectó escribir el Diccionario matriz de la lengua castellana, de que no se dio á la estampa más que la primera entrega, encargó á Alix las etimologías arábigas. El ms. autógrafo del malogrado orientalista, modestamente intitulado: índice de las palabras castellanas de origen oriental, forma un tomo en folio, que contiene sola- mente las letras Aj, B y parte de la C.
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ción de las verdaderas. Y aunque, como queda apuntado, no escasean aquellas en nuestros etimologistas^ bien son de aplaudir por estas, y dignos además de agradecimiento y aprecio; porque, como dice el insigne Bernardo Aldrete (1): labor más que de plata y oro es el trabajo que se pusiei'e en la lengua castellana.
Demás de esto; estudiados nuestros etimólogos, resulta que á ellos corresponde en toda ley la mayor parte de las expuestas por orden sistemático y declaradas con gran co- pia de erudición y doctrina en el Glosario de Engelmann y Dozy, los cuales, con excepciones rarísimas, pasaron por alto los nombres de sus autores; omisión ciertamente sen- sible por lo que toca á aquellos, cuyas obras impresas con- sultaron y utilizaron en la redacción de la suya. Y hago mérito de esto, porque, en ocasiones, el mismo Dozy se muestra mortificado al advertir que otro se apropia alguna de sus etimologías. Ganoso yo de llenar este vacío, dando á cada uno lo que es suyo, como lo pide la justicia distri- butiva, concebí la idea de publicar este Glosario, al pié de cuyos artículos, ó en el discurso de ellos, salva alguna que otra omisión involuntario, que suplirá el versado en sus obras, va puesto el nombre de aquel ó aquellos á quienes corresponde el hallazgo. Las etimologías en que se echa de menos esta circunstancia, buenas ó malas, son mías. Á muchas acompaña el texto en que se encuentra la palabra, y á casi todas, y con el propósito de que se pueda evacuar la cita, la designación del lexicógrafo que trae la corrcspon- dencia oriental, de donde la derivo.
Comprende mi Glosario bajo el nombre de españolas las voces procedentes del árabe, hebreo, persa, turco y malayo, que se hallan en las lenguas híibladas en nuestra penínsu- la (2) con inclusión de la nobilísima bascongada, represen-
(1) Del origen // principio de la lengua castellana ó romance que hoy se usa en España, Lib. I, Cap. I, p. 5.
(2) Excepción hecha del bable, no por falta de diligencia por mi parle para procurarme el único diccionario de aquella lengua, que iiuLia llegado
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tante augusta en línea recta de la primitiva habla ibérica; monumento venerable por su antigüedad y preciadísimo archivo de subido valor filológico é histórico, bajo cuyo doble aspecto merecía ser profundamente estudiada.
Doy cabida en este trabajo ú las palabras de origen he- breo, no obstante de ser contadas las que se derivan inme- diatamente de aquella lengua (1), siguiendo el ejemplo del docto orientalista Mr. Marcel Devic, de cuyo Dictioiuiaire d'Etimologie he copiado el corto número de voces malayas que en él se registran, aunque hayan venido directamente á nuestra lengua de la francesa.
En la disposición de las letras de esto Glosario he seguido el orden del alfabeto latino, comprendiendo la ch y // en sus respectivas iniciales, la ñ en la n y en la c la usada con cedilla en nuestros antiguos documentos.
Réstame decir dos palabras sobre el Diccionario General Etimológico de D. Roque Barcia y el novísimo de la Acade- mia Española. Cuando estas obras se publicaron, tenía yo bastante adelantada la impresión de la mia. De escasa utili- dad me ha sido la primera, digna por otra parte de aprecio, pues, por lo que respeta á las etimologías en que yo me ocu- po, se limita su autor á copiar las de los autores que ha con- sultado, señaladamente las de Engelmann, Dozy y Marcel Devic, cuya ortografía francesa reproduce fielmente, dando á entender con ello que es peregrino en el conocimiento de las lenguas orientales. En cuanto al Diccionario de la Aca-
ú mi noticia, sino por la prevención y suspicacia de su poseedor, que no tuvo á bien comunicármelo, á pesar de las reiteradas instancias de respe- tabilísimas personas.
(1) Léese en el P. Sigüenza ( Vida de S. Jerónimo): tenemos por clarí simo que desde los tiempos de Esdras, por lo menos, la lengua santa no ha sido vulgar á los judíos. Del cap. VIH del 2." lib. de este gran escriba consta que se leía la escritura en hebreo y no en siró ni en caldeo, y que no la entendían si no se la declaraban: y dice allí que el pueblo se alegra- ba mucho cuando Esdras y los levitas declaraban la ley. Desde entonces corrió así hasta hoy, que en todas las sinagogas se lee en hebreo, que no lo entienden sino los maestros que lo estudian con gran cuidado.
XVI
demia^ nada tengo yo que decir, que no parezca interesado, siendo Correspondiente, aunque indigno, de aquello docta corporación y figurando además, aunque inmerecidamente, mi nombre en la lista de los que la han auxiliado. Sin em- bargo; en ley de justicia no debo pasar en silencio que lo he consultado con fruto, como lo declaran sendos artículos de mi Glosario.
Doy las más espresivas gracias á mis excelentes amigos el R. P. Fr. José Lerchundi, el ilustre literato portugués don Domingo Peres, D. Manuel Cueto y Rivero, D. José Taronjí y D. Blas Leoncio de Pinar, por los libros, datos y noticias, que con la mayor generosidad se han servido franquearme, y muy señaladamente al eminente orientalista D. Francisco Javier Simonet, cuyos profundos conocimientos en la ma- teria he consultado siempre con utilidad y provecho.
Pongo fin á estas desaliñadas líneas pidiendo al lector benévolo con toda humildad y reconocimiento de mi poco saber, como lo hizo en circunstancias semejantes el clarí- simo D. Sebastian de Covarrubias, que todo aquello en que yo errare, se me enmiende con caridad; que más persuade y avasalla el ánimo y más cautiva y rinde la voluntad la crí- tica gentil y galana, que la áspera y desabrida, digna solo de ser tenida en lástima.
III.
De la transcripción y cambios eufónicos de las letras de los vocablos de origen oriental, al pasar á nuestras hablas vulgares.
I. Consonantes.
En su exposición sigo el orden adoptado por Mr. Engel- mann, considerándolas en pi-incipio, medio y fin de dicción.
I. Esta letra, signo de dulce aspiración, solo figura en la escritura española con el valor de /y h en la palabra farre ó harre.
XVII
c. Por lo general carece de representación en nuestro alfabeto; pero su peregrino sonido gutural se halla á veces expresado en principio de dicción por la g: gaché, garda; en medio por la c,f, g y h: jácara^ alfagara, algarabía, al- indada; en fin por la c, ch: místico, mistich.
^, Inicial se encuentra traducido por c, ch, f,gy h: cafetan, cher va, falleba, galanga, haloch; medial por la c, f, g, y h: moca, alfange, cdgarroba, gahena; final por la c, ch,fN q: roe, rocho, tabefe, jeque.
En comienzo de dicción^ cuando no se suprime, está representado por la/, g, hy j: fágame, amelgar, harón, jayán; en medio por la f, g, h,j, q y x; almocafe, alferga^ bagarinOy almalaque, almalaxa; en fin por la c, ch, fyhy q: sarca, almadrach (con valor de /e ó q), almadraque, ca- dafe, cadah.
s. Se sincopa con más frecuencia que la articulación an- terior; pero en principio de dicción se registra ó veces ver- tido por la c, h y j: catuní, hógira, jaque; en medio por la f>Q^h,j y q: alfolí, algorim, alhori, arijo, jaque; en fin, aunque por lo general se sincopa, remeda su sonido gutu- ral la q en la palabra ya^we.
¿. Como inicial se lialla transcrito por la g (ga, go, gii, ge, gi), ch, h y r: galinia, chulamo, herpil, racia; y como medial por la g, h. I, r y o: algorfa, alhazara, baldres, bor- ceguí, alear ral.
u?. En principio de dicción se encuentra representado por la c, ch, g, k y cf. cafetan, cheraniella, gabela, kadi, qui- late; en medio por la c, ch, g, ky q: álcali, cdkali, alcha- tin, algodón, alquerque; en fin por la c,g (ga, gu), ch con valor de A- y q: calambuco, aUióndiga, azogue, arrafacha, almajanech, almajaneque. Según Dozy^ se convierte en t en adutaque; pero, en mi sentir, aquella letra noes masque el primer dal de OüjjJI ad-ducác, duplicado por el texdid, signo que llevan todas las letras solares, precedidas del artí- culo árabe Jl al.
<J). Inicial se reprodujo su sonido por la c, ch, g (gu), k
III
XVIII
y z\ cáftla, charabé, guitarra, kivily saferia; medial por la c, ch, g, k y q: alcándara, alchirnelech, algo^aria, alkcir, alquiler; final por la c y la ^- almizcle, candi:^. Dice Dozy que esta articulación se halla transcrita por la t en taba; pero, á mi parecer^ dicha voz no viene de ^oi/, sino de joUp.
^, Se encuentra traducido en comienzo de dicción por la c, chy g, j y -j; cerro, chalan, gañibete, Jabalí, ^atalí; en medio por la c, ch, g,j, II, ts, y, x y ^; arcelio, nianchil, ali- gara^ nar guile, alforja, atarralla, sitja, guaya, enxera, azubo; en fin por la c, ch, g, h,j y q: buraco, almandarache, auge, almandarahe, rejalgar, alniandaraque.
jü. Se halla transcrito en principio de dicción por la c, ch, g,j, s, X y s: ceteraque, chafarote, gini, jábega, serife, xáhega, zatara; en medio por la c, ch, g, h, j, s, t, x, y, z: acicate, achaque, axaque, algagias, alharaca, alcuja, ase- sino, cimitarra, ayabeba, almezia; en fin por la c, g,J, s, ss, X y z: albuce, mancage, alinofrej, almofrex, bisa, brissa, chauz.
^. Fué figurado como inicial por la c, ch, s, x y z: ca- farro, chagrén, safína, xafarrron, zaquizamí; medial por la c,j, s, ts, tz, X y z: arce, harija, alfasaque, atsarena, atza- rena, elixir, alzuna; final por la (? y la z: caceta, arráez.
^jo. Resulta traducido en principio por la c, p, cli,j, x y z: cifra, garafi, chafariz, jenabe, xenabe, zahalniedina; en medio por la c, g, l,s\ z: arrecife, fágame, alfalfa, hi- san, alcorza; en fin por la c, <a? y z: arrefece, arraax, alfícoz.
:, Se encuentra representado en principio de dicción por la c, g, s y z: cianí, garrafa, safaros, zarzahán; en me- dio por la c, g,j, ss, x y z: acémila, algeroz, aljarfa, syssa, mexuar, mezuar; en fin por la p^ s y ^; arrog, arrós, arroz.
^, Como inicial se traduce por la d: daifa; medial por la ó( y la t: aldea, atona-, final por la d, I, s, t y z: abiados, arrabal, alefris, arriate, hamez.
L. En principio de dicción se halla transcrito por la ch, d, s, t, z: chanza, duliman, pasamaque, tarima, zarca; en
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medio por la d, s, t, s; adama, masmorra, ataifor, mazmo- rra; en fin por la d, r y xr; alcarrada, amelgar, gorgus.
¡b. Se tradujo, como inicial^ por la t: toldo; medial por la d, t, s: anadel, albatara, aña;^mc; final por la s y z: hais, hafiz.
ó. Esta letra se convirtió en c, d, ss, t, z: mtiecín, al- muédano, assaria, atequiperas; gazapo, mczereon.
o-. Fué interpretado como inicial por d, y más general- mente por t: darro, tarifa; medial por la d, ch y t: alcando- ra, alfetchna, alfetena; final por la d, s y t: al/os, ataúd, ataut. El ^ no se permuta por la c, como cree Dozy, pues la voz carcaj;, que cita en su abono, no viene de jn-fji tar- cas, sino de la lat. carchcstum, gr. xapxr,o-i.ov.
o. En comienzo de dicción fué traducida por d, t y z: danique, tupé, zara; en medio por la c, d. I, r, t y z: cacifo, adarme, alejija, berengena, alcotoma, alzeb; en fin por la c, ch, d, r, s, t, z: baldac, turbich, alcalde, amelgar, baldres, alcahuete, almueza.
Alguna vez el o final con texdid se interpreta por di: midl.
cj. Se le figura en principio y fin por t y z: tagara, ze- gri, alhadet.frez; en medio por p, d, n, s, t, z: acorda, alu- del, alnofe, tasquíva, atabe, azumbre.
V. Son sus representantes en comienzo de dicción la
b, m, p, v: bacarí, marmita, pataca, valadí; en medio la b,
f, m,p, v; albanega, alforñáo, amarillo, rupia, cavir: y en
fin la I, n,p, v, z: chaval, cdacr an, jarope, retova, algeroz.
o. Inicial fué vertido por la b,f, h,j, p: bag asa, fanega, hanega, josa, parasanga; medial por la b,f, h,p, v: algeb- na, cafiz, ataharre, alpicoz, chaoana; y en fin por la b,fN v: axarab, ajarafe, alavao.
y Resulta interpretado en principio de dicción por la b, g (gu), v: barga, guala, visir; en medio por la b, g (ga, guj, h (hu), v: albacea, bagatela, alcaguete, alcahuete, ca- ravana; en fin por la u: alfaxii.
Las sílabas gua, gu se encuentran representadas por o y u en aloquin y aluquete.
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^. Representa á esta articulación en principio de pala- bra la h, m, n: haraga, mezquino, nuca; y en medio y fin la m y la n: almohada, cáncano, aíjageme, harén.
^^. Se la tradujo como inicial por la n: nagüela; medial por I, ni, n, ñ (port, nh): galinia, almohatre, alganame, ca- lañes:fí\vú\ por la I, n, r: toronjil, firman, mudejar.
Como observan Engelmann y Dozy, la / representa en port, al ^ inicial: laranja por naranja. En medio de dicción se sincopa: moeda por almoneda; y en fin se transforma en un sonido nasal expresado por la m; refem \)or rehén; ó por el signo ^ puesto sobre la penúltima vocal en que termina el nombre: asa/rao por azafrán.
J. En principio de palabra aparece traducido por la d, I, II, n, r: danta, lima. Haca, namexia, rajol; en medio por la d, I, n, ñ, r, s: cadozo, ^(i!ame, abonon, albaíial, alferga, esca^ari; en fin por la d. I, r,J, x, m, n, s, (; alñd, alfil, al- filer, carcaj, carcax, alfim, carmin, seis, alfinete.
En port, la / entre dos vocales se sincopa: adail (ad-da- lil), maquia (maquila).
Como comienzo de voz se conserva: ribete, rabel. En medio fué interpretado por la I, n, r: quilate, alfangia, al- fargia; en fin por la /, n, 2: nocla, ación, candiz.
^, En principio de dicción se tradujo por la g,j, y, las dos primeras con el valor de la última: genizaro, jucefia, yatagán; en medio por la i, y: roia, azacaya; en fin por la g,j, II: bernegal, bodojen, sen-alio. El ^ cor) texdid fué in- terpretado por la II: galls (1).
(1) Las transcripciúnes y cambios eufónicos que acabo de examinar, solo son aplicables á las palabras deorij-^en oriental, escritas en caracte- res arábigos. En cuanto al corto número de estirpe hebraica que figuran en este Glosario, me dispensa del trabajo de apuntar las transcripciones y mudanzas de las letras de su alfabeto, la consideración de haber venido inmediatamente á nuestras hablas vulgares del latin eclesiástico y de que las contadas que no reconocen esta procedencia son términos de la fór- mula del juramento que, las leyes patrias exigían en la Edad Media á los judíos, ó fruto de la extravagancia de alguno que otro poeta de la Corte del rey D. Juan II.
XXI
Observaciones generales sobre las consonantes.
•Las letras solares^ qa(3 después del art. ár. se duplican por e\texd¿d, son generalmente representadas por la con- sonante simple. Lo propio sucede con la letra duplicada en medio de dicción: aba de haffa, adufe de ad-diiffe. Á veces se conserva: annora, annafil, alloza^ alcolLa.
Las letras d, /, n, r y s se intercalan á veces en medio de dicción: galdifa, almirante, arancel, alferce, odalisca. Las consonantes /, ni, n, r, z se añaden al fin: adazal^ calaim, azacán, alamar , charquez.
Unas veces se suprime por la aféresis la letra inicial: Mi- ramamolin por Amir amomenin (fenómeno que se observa también en los dialectos arábigos vulgares, cf. ^ bu por ^1 abii; jf.* mir por^*l amír); otras se sincopa la medial: aba por alba, almófar por almigfar, abiar por albihar; y otras, finalmente, se apocopa: alami por alamin, aladrea por ali- drar, adel por ad-dellál.
Las combinaciones m/ y /?z/' intercalan una b eufónica: asembla, rambla, zambra; y la st se resuelve en c, p y z: al- máciga de aimastaca, mocárabe y mozárabe de mostarab.
Delante del ^jc (dhad) se intercala en ocasiones una / eufó- nica: alcalde de alcadi, y alguna vez después una r: aldra- v¡a de aldaba. Esta regla no es aplicable, como creen Engel- mann y Dozy, á aldea^ aldaba, cuya / es, en mi humilde sentir, la del art. ár. que precede al nombre, ó el primer o (dal) duplicado por el texdid,. transformado en la líquida referida. Lo mismo ha de decirse del lam que antecede al o (dal) de aldargama por ad-dargama, aldebaran de ad-de- baran, aldiza de ad-diza, y al L (thá) enfático de altabaque de at-tabaque. Á balde no sería nunca aplicable la regla de Dozy, porque es simple metátesis de JJaj bátil. Téngase al efecto en cuenta que las voces arábigas pasaron al español tal cual las pronunciaba la gente menuda y popular, ajena
XXII
á los primores y atildamiento en la dicción de la erudita y letrada.
La / no se intercala cuando el jc está precedido de ai ó de r: alfaide de aJfaicl^ alarde de alard. Dozy señala como excepción el nombre propio Albelda de Al-batda.
Delante de la x en medio de dicción se intercala una i 6 n: eixaqueca, enamqueca de ax-xaquica^ ei.xalop, enxavop de ax-xaráb. Cf. ensayo, enxiewplo, enxambre de los latinos e.xagiam, exeniplum, examen, y v. Diez, Gramm., I, 268. La consonante final del nombre mal percibida se encuentra ú veces reemplazada arbitrariamente por otra distinta: alfe- nim, alfeñique de alfenid, anexini de anexii\ fatexa de jattéf En cuanto á adaAid, anexir, alacral y alacrán^ las creo transformaciones regulares eufónicas del dal^ el ba.
De la metátesis ó transposición de las letras, fenómeno que se observa en los mismos vocablos arábigos (v. á Fr. P. de Alcalá, \ocabalista, y á Dombay, Granimática linguoi Aíauro-arabicce, p. 7 a), no deja de haber ejemplos: cica por quisa, albahaca por alhabaca, adelfa por adefla, aunque esta última voz es forma vulgar arábigo-hispana, que se encuentra en el Dioán de Aben Cuzmán.
II. Vocales.
El /«Zí/ía fué transformado en a, e, i, o: alhandal, aceci- che, adijije, algeroz.
El ma prefijo, que sirve para formar los nombres de lu- gar, se convierte en mo, mu: almohalla, almazara. Esta regla no es, sin embargo, constante, pues el ma se conser- va muchas veces: almahalla, almadraba, almaacebe.
La a larga se halla representada por la a, e, i (pronuncia- ción corriente, aunque sin obedecer á una regla segura y cierta^ por razón de la iméla, entre los moros granadinos, como puede verse en Frai Pedro de Alcalá) y o: a^aya, ace- ohe, acige, almofrexe.
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Al kesra se le figura por las cinco vocales: adarme, me- zuar, micLiar, ojalá, tana.
El mi prefijo de los nombres de instrumento ó de vaso es ordinariamente en Fr. Pedro de Alcalá y en los vocablos españoles de origen árabe ma y mo: almalafa, almarada, almofrex, almoha^^a.
La i larga se conserva^ aunque con frecuencia se convier- ta en e: adalid, romia, ahasí, aceituní, cianí, adefcra, aja- quefa, alárabe, aloque.
El damma se traduce por la o, u, ó se muda en a, e, i: bo- doque, ulufa, rabauu, adeza, místico.
La o larga se halla representada por i, o, ou, u: acicate, ación, azougue, abenuz.
Por eufonía se inserta una vocal entre dos ai'ticulaciones consecutivas, como lo hacían los moros granadinos (cf. en Fr. Pedro de Alcalá luqar por hachr, cejen por sichn, etc.): alcohol, aljafana.
Por el contrario se sincopan algunas veces las vocales breves: adarga.
IIL Diptongos.
Au se conserva ó se contrae en i, o,ou, u: atauxia, almi- saie, ador, arousa, ru.
Ai se mantiene ó se transforma en ei, e, i: daifa, aceite, adema, cdahite de iaxir^Jl aljaite.
IV. Observaciones sobre las formas de las palabras.
Á los sustantivos, que terminan en una consonante, se les añade generalmente una e, ue, a: jarabe, cdmatraquCy alhóndiga.
La terminación del pl. femenino ol át se traduce á veces por a, i: alpargate, asequí.
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Las palabras pierden su última sílaba cuando son largas: almáciga, tegual.
Muchas han pasado al español bajo la forma del phu\nl: alhaqüin^foluz, xaragüclieSy calañes, etc.
Título de los principales Diccionarios citados.
Alcalá (Fr. Pedro de), Vocabulista arauigo en letra castellana. Grana- da, 1505.
Bocthor, Dictionnaire Franí^ais-Arnbe. Paris, 1864.
Covarrubias, Tesoro de la lengua Castellana. Madrid, 1611.
Cuveiro Pinol, Diccionario (¡allego. Barcelona, 1876.
Diccionari Mallorqui-Castellá (incompleto). Palma de Mallorca, 1878.
Diccionario de la lengua Castellana por la Real Academia Española. Madrid, ediciones de 172G y 1884.
Dictionnaire Frangais-Berbére. Paris, 1844.
Ducange, Glossarium medies et infinne latinitatis. París, 1840.
Escrig, Diccionario valenciano-caslellano. Valencia, 1871.
Freytag, Lexicon Arábico-Latinum. Hall, 1830-1835.
Gesenius, Lexicon Hebraicum et Chaldaicum. Leipsig, 1833.
Kazimirski, Dictionnaire Árabe- Franjáis. Paris, 1846.
Labernia, Diccionari de la llengua catalana. Barcelona, 1865.
Lane, Arabic-English Lexicon (hasta el ^). London, 1863.
Larramendi, Diccionario Trilingüe, castellano, bascuence y latin. San Sebastian, 1853.
Marcel, Dictionnaire Franjáis- Árabe. París, 1869.
Moraes, Diccionario da lingua portuguesa, 5.' ed. Lisboa, 1844.
Redhouse, Turquish Dictionary. London, 1880.
Santa Rosa de Viterbo (Fr. Joaquim de) Elucidario. Lisboa, 1798.
Schiaparelli, Vocabulista in Arábico (su autor Fr. Raimundo Martín). Firenze, 1871.
VuUers, Lexicon Pérsico- Latinum Etgmologicum. Bonn, 1855-1864.
A.
Aaqa val., cumja cast, en Antonio de Nebrija (Dic.del ro- mance al latin). Lanza. La palabra valenciana, según En- / gelmann, se deriva de 'uo^ acá, «lanza, vara, cayado, pér- tiga, palo de cierta forma» en Fr. Pedro de Alcalá, y asta, bacillus en Raimundo Martin, ó de tíbaj^ acá, asta, bacillus pastoralis, que trae el lexicógrafo catalán en su Voc. lat. áv. Ejemplos del vocablo Uaxi en el sentido de lanza se hallan en la Dajira de Aben-Basám, en Aben-Aljalíb (cód. de! Sr. Gayangos, folio 182 r.)y en Abdelwáhed (Histonjofthe. Almohades, p. 182). V. Do/y, Recherches, II, Appendice, p. XII, nota 2.° de la 2.'' ed. y á Malo de iMolina, Rodrigo el Campeador, Apéndice, p. 122, que reproduce el pasage de Aben-Basám. La forma sL^i:^ que, con ser antigua^ es rechazada p.or los puristas, era de uso común entre la gente letrada y popular, según lo declaran el proverbio ^JL*fi:L ^'y^S<^ Njijjí- ^j ^j* <'-on su pi-imera rcuia se ronipiú su lan^a,)) y los Libros atfonsies del saber de astronomia (.edi- ción de 1863, 1. 1, p. 25), donde se lee: «c dizen á la asta en aráuigoapa/í^ acaija.)) V. Dozy, Supplement cuix diction- naires árabes.
En cuanto á la a^aija morisca, telum punicum de Nebri- ja^ viene de la forma N^'w/a^i acáya.
Como el vocablo valenciano auca solo se encuentra en significación de lanza en el Voc. de P. de Alcalá y en los historiadores españoles Aben Basámy Abcn-Aljatíb, pues el empleado en dual por Abdelwáhed en el pasage apun- tado pudiera traducirse por vara ó palo, sin violentar el
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sentido, debo consignar, como remate de este artículo, á pesar de ser pnra mí indudable su origen arábigo, que Cristóbal de las Casas en su Voc. de las dos lenguas tos- cana y castellana trae «^-« por alabarda, cuya palabra a;:.sa, derivada ú no dudar de hasta, se baila también en Ducange y en el Voc. de la Crusca. >/Aarif val. Lo mismo que alarife. Aba. Medida pequeña de tierra que corresponde ú dos al- nas. Es término usado en Aragón (v. Ordenanzas de Huertas y Montes de Zaragoza, cap. 205), en Valencia, Cataluña é Islas Baleares. La Academia dio por probable etimología de Aba la arábiga Auoala (v. Die. de la lengua cast., L" ed., in v. Aba). Pero ni este vocablo se encuentra en los diccionarios árabes con tal significación, ni, ai'm de hollarse, podría, por razón de su forma, haber dado origen á Aba. Cnsiri propone dos etimologías, á saber: cLJI albáa. y y aba, decidiéndose por la última (v. su Dic, ms. de la Acad. de la Historia). Pero esta voz no significa alna, sino «cañas, cañaveral.» La verdadera etimología es cLJI álba'a (aba, sincopado el laní del art. ár., cf. ana del lat. ulna, gr. wIévyí), «passus» en R. Martín, «paso del que pa- sea, passada tendida» en P. de Alcalá, «orgya vulgo bras- sa; extensionis manus utriusque distantia» en Freytag, «braza, medida de longitud equivalente á dos brazos ex- tendidos» en Kazimirski, Marcel, Bocthor y Catafago, «braza, medida de longitud de seis pies» en el P. Ler- chundi y Simonet (v. Voc. de la Crest. Aráb.- Española), que corresponde casi exactamente á la que da el Die. de la Academia á las dos alnas del marco belga, de que se compone la Aba.
Demás de esta, la palabra Aba tiene en portugués y ga- llego la significación de falda, halda ó cola de todo vestido talar, falda ó extremidad de un monte. En este sentido de- rívase, á mi parecer, de joU- háfa ó u^ haffa, extremidad de una cosa, borde, aba por la aféresis del /¿ y la conver- sión de la /en b. Cf. algebna de sjuLsrol alchefna.
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Finalmente, el vocablo Aba, que se encuentra en el clic. malí, como nombre de un tejido de lana que se fabri- ca en Oriente y como una especie de xamberga sin man- gas, viene del árabe íLh ó Ut aba, denominación de una estofa y de un vestido de lana ó de pelo de camello, de listas anchas, blancas, pardas ó negras, abierto por de- lante, sin cuello y con un rudimento de mangas para pa- sar los brazos. V. Dozy Did. des vétements, 292 y sig.
Alix, que comienza su Glos. por esta voz, dice que es especie de gabán corto, sin mangas, abierto por delante. Pero el P. Terreros, de quien debió tomar el vocablo el malogrado cuanto modesto é ilustre orientalista, lo define diciendo que es especie de vestido que usan los turcos en lugar de capa, debiendo haber añadido que el mismo nom- bre se dá á la tela de que se hace, como puede verse en Redhouse (Turkish Diet, in v. \^. La Academia no ha admitido en su Die. esta voz exótica que se encuentra en el Viaje de Tierra Santa de Fr. Antonio del Castillo, capí- tulo 4, citado por Terreros. Tráela Pihan en su Glos.; más su omisión por Diez y los etimologistas do la lengua francesa prueba no hallarse incorporada en ella; y si yo le doy cabida en este trabajo, no lo hago por castellana, sino por mallorquína y además porque esta voz, en la Edad-Media, era de uso popular y común entre los moros andaluces, aunque solo con la significación de lodex, cubierta ó manta de cama, según se lee en R. Martín; pero que debió de hacer los usos de capa, lo demuestra su sinonimia con U^ quisa, alquicel, vocablo que el ilus- tre lexicógrafo catalán interpreta también por lodex, á la manera que la almalafa servía á las moriscas de sábana de cama (malafa serir), linteamen en el escritor citado, y de manto, como se declara en el siguiente pasage del razonamiento de Francisco Nuñez Muley al Presidente de la Real Ghancillería de Granada: «Veamos la pobre mu- jer que no tiene con qué comprar saya, manto, sombrero y chapines y se pasa con unos zaragüelles y una alean-
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dora de angeo teñido y una sábana^ ¿qué hará?» (V. Már- mol, Reb. de los moriscos^ lib. II, cap. IX). VAbaba cast. Lo mismo que
^Ababol cast, y val. abebólydX., hababol en R. Martín, pa- póla, papoula port., emalopa base, y amapola, hamapola cast. Aunque estos vocablos proceden del latino papaver (V. Diez, Etyniologisches Worterbuch y á Donkin, Etymo- logical Dictionary ) sus actuales formas se derivan respec- tiva é inmediatamente de ^jyi^f^ hababaara, que se registra en R. Martín por hababol, y de happapaura que se lee en P. de Alcalá. La etimología corresponde al clarísimo Co- varrubias, el cual en el art. amapola dice que esta voz pa- rece traer origen de papaver, añadiendo que Francisco Sanchez Brócense asegura ser nombre arábigo de happa- paira. Finalmente, Cabrera {Die. de etim. de la lengua cast.) deriva las voces ababa, ababol y amapola de pa- paver.
No se comprende como Dozy, versadísimo en Covarru- bias y que debía conocer el Diccionario de D. Ramón Ca- brera, pudo incurrir en el error de dar á la palabra ama- pola un origen arábigo, como lo hace en el art. hamapola de su Glos. Por fortuna, sacóle de su error el siguiente pasage del Zád almosáfí,r de Aben-Alchazzár (cód. de la Bib. Esc. que cita Simonet á la p. 151 de su Glos.): (jxüxs 'J)y-^^' ^j qU*;JI El anemone es la amapola, y rectifi- cándose, añade: creo, en vista de esto, que los árabes es- pañoles han formado esta palabra de la latina papaver haciéndola preceder de ha, acaso por la influencia del árabe ^_^^-^=- Las tres p de Alcalá arguyen un origen latino, pero no es menos cierto que las formas españolas lo traen de la arábiga. (V. Suppl. 2.'"« liv., p. 242, 2.« col.) ABACERÍA. El puesto Ó tienda pública donde se vende aceite, 4" vinagre, bacalao, legumbres secas, etc. (Acad.). Alix de- riva esta voz del persa ^fj^l abzar, pl.yjbl abatir que signi- fica las legumbres aromáticas con que se condimenta la olla; pero su origen, á mi ver, es el vocablo lat. macella)
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pi. de macellum, que se encuentra en Varrón, gr. {xáxsXXov pla;^a, puesto, lugar en que se vendían los comestibles en varios parages con separación, y por sinécdoque los pro- visiones, vituallas ó mantenimientos que se expenden en el mercado para el consumo cuotidiano. Per synecdochen est ipsa macelli annona, seu cihi qui in macello vendun- tur: (V. Forcelini, Lexicon in v. macellum). De macella, por la adición de una i á la II se hizo macellia, como de castella se hizo castillia (V. Yepes, Chiton. Ord. S. Be- ned. I^ ap. Du Can ge Glos. in v. manneria, y cf. xJLk^ castillia por castella en Aben Hayan^ ap. Aben Aljatib, intr. á la Ihata, cód. del Sr. Gayangos), y mediante la sus- titución de la m por la 6 y de la / por la r hacerla y con la prótesis abacería. Abad, abbát, abbe cast, abát cat. val. malí., abadea base, abbade port. Derívase esta voz del ablativo de Abbas-atis, i" y esta á su vez de la syr. t<2^í abba, padre, anciano, voca- blo que, como observa Gesenius (Lex. hebr. et chald.)^ se encuentra en todas las lenguas semíticas. Á esto se debe que, entre otros, el Cardenal Saraiva (Glos. de vocah. port, derivados das linguas orientaes) y después Alix die- ran el hebreo níí a6 por etimología de las palabras españo- las. Fué introducida del arameo en el lenguaje eclesiásti- co por S. Agustín y S. Gerónimo en el siglo IV (V. Bra- chet, Dict.Etym. de la langue fran^aise), siendo de notar que en un principio se dio este título de respeto á todos los monges (V. Scheler, Diet, d'etym. de la lang.fr.) Abada cast, y port. Según Buffón, en la India oriental, en Java, en Bengala y en Patane dase este nombre al rino- ceronte. Entendió la Academia en la primera edición de su Die. que Abada era la hembra del rinoceronte, funda- da acaso en la interpretación de uno de los versos de un soneto de Gó igora, error en que incurrieron el P. Terre- ros y Domínguez (V. Castro, Die. de la leng. cast.) «No se había visto este animal en Castilla— nos dice Huerta— hasta nuestros tiempos, en los cuales trajeron uno pre-
sentado al rey Felipe II: trajéronle de la Fabana ó Haba- na, islas de los reinos de Portugal y así comunmente le llamaron Hahada (V. Huerta, Trad, de Plinio, I, p. 387). / La \ozahada, cuyo origen dá Huerta por antojo, es corrup- ción de ^A=^lj uahidÍY por transposición del alef^ síncopa del hi medial y conversión de la i final en a, auada ó aba- da, palabra que trae Jacksón en significación de rinoce- ronte (V. Dozy, Suppl.)
Abalgar cast, y cat. Especie medicinal purgante. Es térmi- no antiguo que trae el servidor de Abulcasís, trat. 2, folio / 26 (Die. de la Acad., 1." ed.). Esta voz se compone de las arábigas^UJI v.^,^^ hahh-algár, baya de laurel que con la sig- nificación de bacca se encuentra en R. Martín.
Abalorio cast, y val. abalori val. avelorio port. Pedazos de cuentas pequeñas de vidrio, de varias formas, colores y tamaños. Úsanse las grandes para adornar las popas / de los barcos llamados sacaleoas y chaitias, y las peque- ñas para rosarios, collares, guarniciones de vestidos, pulseras, etc., etc.
Sin parar mientes en que el vocablo abalorio es el grie- go ,3t,p'jáXo;, como lo hizo notar Marina, tomándolo de Golio, el latino beryllus que menciona Plinio en su Hist. Nat. y el castellano beril que se halla en Nebrija, voz que P. de Alcalá traduce por bolara en su Vocabulista, y que estas mismas procedencias asigna Freytag á la dicción arábiga traduciéndola por beryllus, citando el lugar de Plinio (XXXVII, 5) en que se encuentra, el etimólogo es- pañol y después de él Engelmann y Dozy atribuyeron á la castellana un origen arábigo, haciéndola venir de .jJLJI alballor, jyL billaur Y ^j^ bollara en R. Martín, crista- llus, beril, cristal, piedra preciosa en P. de Alcalá.
Sentado el origen griego de abalorio, que reconoce al fin Dozy en su Suplemento, por más que su introducción en las lenguas y dialectos de nuestra península bajo su actual forma se deba á los árabes, pienso que la eti- mología de Marina, reproducida por los doctos orier^^
7 talistas holandeses, puede ser sustituida por el adjetivo ^^^jÍj billadri, cristalino, de cristal, que cuadra mejor con la significación y for-ina de las dicciones españolas, que la oriental propuesta por los otimologistas citados, con la cual no es dable explicar sin violencia sus terminaciones en í, io. Prefijado el art. ár. al con supresión del laní y contraído el diptongo aa en o resulta eM¿?(?Zo/-í val., y, añadida la terminación n, las formas cast, y port. Abanico port. Esta voz, que identifica Dozy con albanega .¿ y que tenemos en nuestra habla castellana bajo las for- mas abanillo, adorno de lienzo afollado de que se for- maban los cuellos alechugados que se usaron en otro tiempo, y abanico, porción de gasa ú otra tela blanca, de una tercia de largo, con que las mujeres guarnecían en on- das el escote del jubón, según las definiciones de la Aca- demia, no trae su origen del árabe^ sino de la palabra aba- nico, dim. de abano, fr. van, lat, vannus, cuya radical se encuentra en el sánscrito vá,Jlare, spirare, de vento (v. Wilson, Sanscr. Diet, y Bopp, Gloss. -Sanscr., Alois Vani- cek^ Etyni. Vórterbuch der Lateinischen Sprache, p. 149, y á Zehetmayr, Lex. etyrn. lat.-sanscr. comparativum, p. 281), nombre aplicado á aquella especie de cuello ó gorguera por la semejanza de su figura. «Compunhase, léese en Sta. Rosa de Viterbo (Elucidario), de huma tira de garga, ou volante, da largura de huma máo travessa, tomada em prega.» ^ "^Ábarráz, abafi^aso, albarra^, avarrá;^,fabarrá:^, /acarras, habarras, havarraz cast., paparás, paparrás port. De (j-I^Jl wvi^ habb-ar-rás, \\ t. grano de la cabesa, denominada vulgarmente hierba piojera. Es la staphysagria, que nues- tro Nebrija interpreta por uva silvestre y albarras, staphys (cTTacpU) en Plinio, llamada también por los árabes y^^\ ,^^^ sebíb-alchábal, uva de monte. V. Aben Albeitár, Traite des simples, trad. Leclerc, t. I, p. 399 y II, p. 196. La eti- mología es de Rosal (Die. ms. de la Bib.-Nac). Aunque, por pedirlo así el orden alfabético, antepongo abarras.
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que se encuentra en Suarez (De la excelencia de los ca. tallos, fol. 118), á las otras formas, debo hacer constar que, desde el siglo XV, la más en uso entre la gente po- pular es albarrás.
Abasis cast., mall, y port., abasí, ahassi malí. De ^•^•t^ ab- basi, nombre de una moneda corriente en el reinado de Chah Abbás, que valía cuatro chajis. V. Bergé, Diet, Pers,-Fra/U'. Sonsa, de quienes la etimología, dice que es moneda de plata que corre en el Asia, cuyo valor es de 80 reis, la cual tomó su nombre del califa Abbás, que la mandó acuñar. V. Vestigios da lingoa ar. em Portugal.
Abbarrada port. Vaso de barro para beber ó de loza de la India en que se ponen flores. Sta. Rosa, Elucid. De iJ\y¿\ albarráda^ «vaso para beber, jarro con dos asas» en P. de Alcalá.
Abdelari cast, y malí., abdelaoi cast. Melón de Egipto. De ^j'íJIaai: abdelaví, nombre del melón en Siria. V. Bocthor.
Abdest malí. Ablución usada por los turcos. De^A-wwV^ ab- desty «ablución.» V. Redhouse, Turk. Diet.
Abducau cat. y mall. De^L/jJl ad-ducár 6 jJÓJ¡\ adz-adzucár, ^ «cierta especie de seda de inferior calidad.» Gf. adúcar.
Abech, ant. malí. Manto real. Acaso proceda esta voz de raLac abáya, forma sinónima de l^ ó ¿íLt, «manto ó capa» ^ en Catafago, «manto con mangas cortas de tela rayada adornada de dibujos» en Bocthor (sobre este género de vestidura v. Dozy, Diet, des noms. des vétem., p. 297), ó mejor, como lo pide de suyo la ch final del voc. malí., de ^SfiJ^ habíCj «bene texta vestis» en Freytag (1). ■i Abela, abela. Llaman así en España al llanto que hacen los moros y los judíos cuando se les muere algún pariente. Guadix, Die. ms. de la Bibl. Colombina, B. 4.% 450 11.
(1) Tal vez el término malí, no sea más que el hebr. f 33,-1 abbeqed, por apócope abég, vestís en el Génesis y en el Libro 1* de los Reyes, sinónimo de los griegos (7-:o)vT, é laaxlov, vocablo este último que vale habit, cétement, manteau. V. Alex. Diet. Grec-Frang.
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Unayotia voz vienen de la liebrea Sis ébel^ ¿actus, plangor, llanto, gritos de dolor, con golpes en el pecho y rostro, especialmente por los muertos, nombre derivado del verbo h^aábal, moerait. V. Gesenius, Lexicon. ^Abellota val. Lo mismo (jiie bellota.
Abelmeluch poit. y malí. Especie de uvas. Do ü)^I wo- habb-el-mclúc, lit. grano ó baya de los reyes, que traen Humbert, Alarcel y Ilélot en significación de cereza, y R. Martín bajo la forma ^¡^^1 ^^:>. liabb-aUnolúc en el art. ceresa. Los habitantes del Magreb y de Andalucía dan este nombre á la cereza de Balbec, n^jCJIjiJI L^I^''. V. Aben Albeitár, Traite des simples, trad, de Leclerc, 1. 1, p. 400. Aben Loyón, en su Poema, de agricultura, dice, hablando del origen de esta voz, que se llamó Abelmelúc (grano de príncipes), porque por su ternura se deshace dulcemente en la boca. En malí, la voz Abelmeluch no tiene la signi- ficación portuguesa de uva ni la arábiga de cereza, sino la de una especie de ricino con propiedades purgantes muy activas que se encuentra en los alrededores de la Meca. Con efecto, según el autor de La Descripción del Egipto, XII, 136, el Abelmeluch es el nombre de una pepita ó se- milla purgante. V. Dozy, Supl. in v. v_.o^.
Abelmosco cast., abelniúsc port. Semilla de una planta que crece en Egipto y en las Antillas. Sus hojas son de color / verde oscuro y afelpadas. Aseméjanse mucho á las del malvavisco, por lo cual los modernos botánicos le dan el nombre de malvavisco afelpado de las Indias (Hibiscus abelnioschus de L.). La semilla es del tamaño de la cabeza de un alfiler grueso. Su olor participa del almizcle y del ámbar, de donde se ha derivado su nombre. Castro, Die. Procede esta palabra de ^¿s*^jl ^:^ abb-elmósc, lit. grano de almizcle. La etimología se encuentra en Alix y Dozy, el cual observa que la voz abelmosco, que aún no figura en el Diccionario de la Academia, ha venido recientemente á nuestro idioma del francés abelmosch 6 mejor abelrnosc.
Abelmutxe malí. Esta palabra, que el Diccionario Mallor-
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quill trae como sinónima de ahelmelach, me parece tras- posición de Ip^^íx^'I almexút (especie de planta llamada por los boiáiúcos polypodiíun crenatum y acrostichum dichos), precedida de ^::> habb, baya ó grano.
Abencerrage. De Jy^\ ^\ Aben as-serrách, «el hijo del si- llero (que hace O vende sillas de caballo), como se lee en '^ H. de Baeza. V. Relaciones de algunos sucesos de los últi- mos tiempos del reino de Granada, p. 9.
Abenúz CQsi.y abenos malí. De ^j.yJ abenas ó ^yj abenas , voz tomada por los árabes del griego eSsvo;, madera negra, y árbol del ébano^ lat. ebenus, ebenuin y hebenum. En opi- nión de Gesenius las formas griega y latinas tienen un origen semítico, y cita en comprobación un pasage de Ezequiel en que se encuentra aquella voz, oijan, ligna ebena, si bien añade que de la lengua griega con termina- ción helénica pasó al árabe y al persa. Esta etimología la traen Rosal, Casiri, Marina y Alix, que hace también mé- rito del plural hebreo.
Abércoch cat. Lo mismo que albarcoque.
Abesana cast, y port.^ abesana, besana, besana, vesana cast., vessana cat. Según Marina, de ju*vUil albésana, la reja del arado. Pero como la abesana es el surco ó surcos que hacen las yuntas en la tierra con el arado y el lugar y tiempo de esta labor, y no el instrumento con que se eje- cuta^ carece de fundamento la etimología. La voz abesana en estos sentidos viene del vocablo de la baja latinidad VERSANA, terra proscissa, ager de novo ad cultum redac- tas, ager proscissus et nondum satus, tempus, quo agri proscinduntur, derivado del verbo latino verso, volver, re- volver, menear, mover de una parte á otra. Simonet. V. Ducange^ Glos. y cf. el port, vessar. , Abhal, abhel cast. De Jw^! abhel, sabina, yerba conocida en P. de Alcalá. Es el BoáOo de los griegos. V. Aben Albeitár (Traite des simples, trad, de Leclerc, t. I, p. 13) que lo identifica también con la sabina. Según Aben Alchazzár el abhel es en aljamia el «^1 enebro; pero que incurrió en
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error lo demuestran los escritores citados y con ellos Dioscórides. (V. Diosc. ilustrado por Laguna, lib. I, p. 62). AiiíADOs. En tierra de Acevedo es abiad, blanco y denota blancos en plural. Guadix fZ)íc'., ms. de la Bihl. Colomb.) La voz jaJi abiad, de donde se deriva la castellana, es un
' sing. mase, cuyo pl. es ^^i abid, como puede verse en R. Martín y en P. de Alcalá. La terminación del nom- bre abiados denota un pl. cast, formado de un sing. aráb.
-^ Abiau, aoihar, albihar. Según Tamariz (Compend. de algu- nos üocabl. aráb. introducidos en la leng. cast.) son flores blancas v amarillas alias narcisos. La Academia en la úl- tima edición de su Diccionario define el albihar: flor blan- ca, semejante á la del narciso ó manzanilla loca. En sen- tir, pues, de la ilustre Corporación^ ol abiar, abihar ó «¿6í7¿a/' ni es el narciso ni la manzanilla loca, sino una planta distinta con flores semejantes. En la primera edi- ción de su Diccionario entendió la Academia que el al- biliar era la yerba conocida en Castilla por ojo de buey ó manzanilla loca, añadiendo que acaso las flores del nar- ciso se llamaron albihar es por ser semejantes a las de ■ aquella planta. Prescindiendo Dozy de Tamariz y de Co- varrubias, que reproduce en su Tesoro la definición del lexicógrafo granadino, saneada por la grave autoridad de Alonso del Castillo, se limita en el artículo albihar de su Glosario ú reproducir, con exclusiva aplicación á la planta ojo de buey ó manzanilla loca^, la etimología que apuntó la Academia en la primera edición de su Diccionario, to- mada, á lo que pienso, del Dr. Laguna que trae behar co- mo correspondencia arábiga de buphthalmos.
Pero que la denominación arábiga del buphthalmos se aplicó por los moros andaluces al narciso, lo declara Al- macari en varios pasages de sus Analectas. En la p. 198
del tom. II, se lee: j4^'^_^-**^Pocr^;^"^'^^^''-^"^^^'j^Ju^^y^í «El narciso es el albihar entre los andaluces y es llamado alabahani. Con idéntica significación se encuentra la voz albihar en las poesías que trae aquel historiador á las pá-
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ginas 199 y 368. Finalmente; en la 465 nos dice: ^^J^ (j,.^^! el albihar es el narciso. Según Abu Hanifa y otros autores, los árabes orientales ciaban al narciso el nombre de_y4*j bahar que menciona Almacari al final del primer pasage transcrito. V. Aben Albeitár, Traite des simpl. Vol. II, p. 435, trad. Leclerc. En Marruecos el vocablo ^L^JI albihar tiene, como entre nosotros, la doble acepción de ojo de buey y de narciso, el narcissus tagetta de L. Véase Lerchundi y Simonet, Voc. de su Crestomatía in v. jj^.
ABISMALES. Clavos dc hierro de lanza.— Tamariz (Compen- dio de algunos vocablos arábigos introducidos en la len- gua castellana). X mi parecer el vocablo abismales, plu- ral del nombre abismal, cuya forma sing, no se halla en nuestros Diccionarios, no es otra cosa que el arábigo .U-M*JI almusmár, clavus en R. Martín, clavo de hierro en P. de Alcalá, ^U-y.^^'1 almismár en Marcel, Kazimirski y Bocthor, mediante la supresión del lam del art. y conver- sión del min en 6 y del ra de la terminación en /.
Abit, habit mall. Carbonat deplom ó blanquót. Término an- tiguo de química derivado del adj. ár. ij^ abit, albusj sin otra alteración que la conversión ordinaria de la d enfá- tica final de dicción en t, como de alcaid (alcaide) se hizo en este dialecto alcait.
Abitaque, término de carpintería, metátesis de las dos pri- meras articulaciones de ¡j^ tábac, cabrio, pieza de ma- dera que sirve para la cubierta de una casa, la viga donde cargan los pares del tejado de una casa (V. Dozy, Supple- ment, in V. (3aÍ>), precedido del artículo Jl al con supresión del J lam. Del nombre árabe alterado y mudado el fatha, en kesra, se produjo abitaque. «Si las paredes son hechas de compañía entre dos omes, ó por testigos, ó por alguna manera, ó por otro pleyto qualquier que sea, ó si touie- re vigas, ó abitaques, y touiere las vigas de ambas las partes, ó los abitaques; todo esto es señal que la pared es de ambas las partes; en otra manera, la tal pared, es del que sobre ella tiene cargo, y el alarife assí lo debe
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juzgar.» Ord. de Sevilla, Tit. de los Alarifes, Cap. XXX, página 145.
^ Abiva. Lo mismo que adiva. Abnue. Chacal ó lobo cerval. De ^j] ^^i] cbn ague, uh¿lci,T, . animal ex cañe et vulpe genitum» en Freylag. Gayangos. «Luego recudieron el lobo e el abnue ct dijeron.» Calila e Dymna, Prosistas anteriores al siglo XV, od. de Riva- deneira, p. 30, col. I*. Abonon. Lo mismo que albañal.
Legusar ferie en sos pechos con ambos sus tucones Saiie del sangre cuemo de abonones.
Lib. (le Alex., c. 994, Colee. dePoes. Ca.st. aní. al sigl. XW
', Abumelu^. Un abumelih de oro, >_,^á-\Á.JI^Ljj|. Testamento mozái-abe de Toledo. Simonet. No dicen los die. que he consultado, ni iiun el de trages de Dozy, qué suerte de dije ó arracada era el abumelih. Pero en el Supplement de este sabio orientalista registro la palabra f-iX»y\ abumelih en significación de alondra, y es coincidencia peregrina que en las escrituras otorgadas después de la conquista de Granada y en los Embargos de bienes de moriscos de este reino en que se hace relación de sus alhajas y ajua- res, se encuentre repetidamente un adorno de mujer lla- mado Onialhacen, nombre árabe del ruiseñor. En la carta de dote y arras que otorgó Luis Abenzaide, herrador, en favor de Isabel Mercaleza, su mujer^ hija de Luis Merca- lez, que tiene la fecha de 27 de Enero de 1553 (Arch, de la Alhambra) se lee: un collar de aljófar con cinco lison- jas de oro y uu frontal de al j of ai' que dicen Omalhacen. Esto demuestra, en mi sentir, que entonces, como ahora, usaban las mujeres pequeños dijes de oro y plata con esmaltes, y con aljófar ó pedrería por adorno de sus toca- dos, que afectaban la forma de pájaros. Acacalis cast.^ port, y malí. Arbusto medicinal de Egipto.
'^ ((El acacalis es fruto de una mata de Egipto en algo se- mejante al que nace del tamarisco. De aquesta planta
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tenemos solamente el nombre en la Europa: y su truU» nunca jamás viene por estas partes: dado quo algunos muestran por él la simiente de la Thtiya Pliniana.)) Diosa. ilust. por Lag. Lib. I, p. IS.
El acacalis es el yA athel^ que se encuentra en ár. bajo la forma ^j^^lil acacalis, del gr. AxaxaXi;. V. Aben Albei- tár, Traitó des simp/., trad. Leclerc, I, p. 25. AcADUz. Minslieu, Oudiii, Diccionarios. Lo mismo que al- eadas y arcadas. Acafelar port. Tapar liuma porta, íVesta, janella ou outra quoI(|uer abertura do muro, ou parede com pedra e cal. Sta. Kosa^ Elucidario.
Léese en la Crónica de Damián de Goes, Part. II, Capí- tulo XVIII, al bablar de la toma de Cafim: «mandou tapar as Bombardeiras antes que os Mouros viessem com pe- dra e barro, e acafelar de maneira que parecía tudo pa- rede igual.» Sin parar mientes Frai Joaquín de Sta. Rosa que en el pasage trascrito se babla de diferentes opera- ciones, como lo declara la partícula conjuntiva e^, inter- pretó el verbo acafelar ^ov tapar h ama porta, f resta, ja- nella ou outra (¿ucdquer abertura do muro ou paréele com pedra e cal, en cuyo error, y por la misma inadvertencia, incurrieron Moraes y Sonsa. Lo que el Cronista dijo fué, que después de tapar las cañoneras con piedra y barro, se acafelaron, ó, lo que es lo mismo, se empegaron ó re- vistieron con pez ó betún en términos que quedó toda la pared igual. Este verbo viene del nombre ^^v' cafar que. se registra en Freytag, aunque no lo haya encontrado Dozy, y significa: /}/j? qua picantur naves, ó sea la pez con que se empegan ó embadurnan las naves, ó más bien de yis cafar ^ perixma, betún, espalde (el a7'fa).To; gr.), betún ju- daico en P. de Alcalá, bitumen iudaicum óyj^}\ já cafar al- yehúd en Freytag. La raiz de este nombre se encuentra en el verbo hebreo -is^ cáfer, que entre sus varios signi- ficados tiene el de oblevit aliqua re, ut pice,picaüit, como, hablando del arca de Noé, se lee en el Gen. Vi, 14:
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i^D2 yinm n^ia nns ms3i y la ombetunar<4s por dentro y por
defuera con betún. AcAiAZ^ acayad, alcaicu, alcayad, alcayat. Lo mismo que Alcaide.
Un Moro latinado bien gelo entendió: Non tienen poridad dixolo Abengalvon. Acaia^, curiate destos, ca eres mió Señor: Tu muerte oí conseiar los Infantes de Cardón. Poema del Cid, v. 2G75. Sánchez, Colee, de Poes. Cast. ^^ ant. al siglo XV.
-'^ AcARNAR cast. Estrella de primera magnitud en el extremo ^ central de la constelación de Eridano, de j^\ JJ^ ajar-an-
nahr. Alix. «^ AcEA gall. Lo mismo que aceña.
AcEAR cast. Según los Die. de Stevens, Giral del Pino, Te- rreros y Castro, ceremonia religiosa de los moros, de ?X¿? ^ sala y con el art. ár asakl ó aj^alá, la oración. Terreros trae accear. '^AcEBACHE cast., gall, y port. Lo mismo que azabache. AcÉBAR. Lo mismo que acíbar. ^ Le darás tres pildoras del acébar cecotrí fechas por es-
ta guisa. Lib. de Montería del Príncipe D. Juan Manuel, Bibl. Ven.lW, p. 223. ■^ AcEBmE, acebiu cast., passa, uva passada, uvas passas en P. de Alcalá, ciruela llamada aragonesa de la cual se ha- cía pasa. La primera de estas palabras viene del nombre de unidad jy-ojJI acebibe y la segunda del colectivo w^^yj acebib. No es de extrañar que en Aragón se dé este nom- V bre á la ciruela pasa, porque, según Aben Albeithar ( Trai- te des simpL, vol. II, p. 195, trad. Leclerc), con excepción del dátil, la voz acebib se aplicaba á todos los frutos se- cos. El mismo origen tienen, aunque su significado sea el de golosina, las voces }^ovi. acepipe y acipipe. y/AcEBUCHE, asebucke cast., acebúig val., azanibujo, zambu- geíro,sambujo^dh. Las voces castellanas y portuguesas, á ser de origen arábigo, vendrían del nombre de miidad
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s.a-^yi az-semhucha que se encuentra en P. de Alcalá y en R. Martín, así como la valenciana del colectivo ^^jJI i^^- zenbuch que se halla en Aben Loyon, en Aben Buclarix y en Aben Alchazzár. Considerando acaso Dozy que el vocablo acebnche no se encuentra en el árabe oriental si- no una sola vez, según nos dice Freytag (Léx. II, p. 257), lo deriva del berberisco c^^^^yj tscuambucht sin reparar en que esta dicción nunca pudo producir las formas ará- bigas ni las españolas. Con mejor acuerdo, mi docto ami- go el Dr. Simonet le hace venir del adj. lat. acerbas, por el sabor amargo del fruto y la aspereza de su madera. Abona su opinión el hecho de encontrarse en el Idrisi (Geografía, p. 206 del texto ár. y 254 de la trad, francesa) el vocablo ^¿¡^jJI az-zembuchár, acebtichár ó acebuchal, como nombre de un lugar entre Sevilla y Córdoba. Acaso el Acebuchar, aldea situada en los confines de la diócesis» de Jaén. En los autores españoles de la Edad-Media es también frecuente este vocablo en sentido de bosque ó terreno poblado deacebuches Léese en el Libro de Mon- tería del Rey T>. Alonso, cap. XXXI (Bibl. Venatoria, t. II, p. 29G): «El acebuchar, que es entre Alcántara et Estorni- nos, es buen monte de puerco en invierno et en verano.» Y no desvirtúa ciertamente el origen asignado por aquél distinguido orientalista á nuestro vocablo acebnche la cir- cunstancia de hallarse en el diccionario arábigo oriental del Camus la voz ^.xtjil a:;-;^abach en el sentido de olivo, ^^y^.) porque el autor de dicha obra floreció á fines del si- glo XIV y comienzos del XV y, á no dudar, debió tomar- la de autores nacidos en nuestra península. En efecto, dos escritores españoles. Aben Albeitar y Aben Loyon traen aquel vocablo, no en la acepción de olivo, sino en la de ace- buchina ó fruto del olivo silvestre ó acebnche, como se lee en una nota marginal del Poema sobre agricultura de este último, fol. 14 v.: ^_^-»^i5 ^j-í^j^' ^^^ J-^^b ^jj** 0-5^-^" g->£.jJI ní^aj^ a mi parecer este nombre asabach dado al fru- to del acebnche, formado acaso del árabe persa ^j a^a-
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bache, mediante la interposición de un c éntrela primera y la sej^nnda radical, para significar el color negro de la aceituna silvestre, no tiene relación alguna con la voz --^j
La transcripción del adj. sustantivado acerbus por las
■formas arábigas ^j-ój y «-j^j, en las que la r fué sustituida
por el V duplicado por el texdid ó por el o, y la s por el ^-j
denota el sonido de aquel vocablo en los labios de los
hispano-latinos á la sazón de la conquista musulmana.
La palabra acebnche se usó en lo antiguo por los árabes como nombre de cierta especie de dardo, sin duda por construirse de su madera. Por P. de Alcalá sabemos que este mismo nombre daban los moros granadinos á las sacaliñas ó garrochas ^^.^^^j ^-^yr^}.
En el tratado militar de Hozail (ms. de la Bibl. Esc, n.° 1347, part. II, cap. 18), citado por Freytag y Alix, se ha- bla de la bondad de la madera del acebnche para hacer arcos.
AcECALAR cast. aut. Lo mismo que acicalar.
«El traía muy buena loriga e brafoneras e pespunte cu- bierto de muy rico paño de seda e las coberteras otrosí; e capellina de fierro traía muy buena e muy bien acecala- da.)) Gran conquista de Ultramar, lib. II, cap. XLTI.
Aceche, asige en Nebrija y P. de Alcalá, acije, aj^ache cast., mall, acel., port, aseche, de -IjJI as-zách atramentum en R. Martín, tinta, caparrosa, vitriolo, ácido sulfúrico, cuyo vocablo arábigo se convirtió por la iméla en cu-sich ó cuig, como lo trascribe P. de Alcalá. V. Aben Albeitar, trad. Leclerc, t. II, p. 193. La etimología es de Rosal y Alix.
AcECHiA, a. Lo mismo que acequia. Minsheu, Die.
AcEDARAC, acedaraque cast., asedar ac port. (Melia aseda- rach), de o^^oljl acedarajt. Gasiri y Alix. Según Aben Al- beitar, esta palabra debe escribirse regularmente asád- dirajt c>o^^oj|jl conforme á la etimología persa. En efecto, la palabra asad en persa quiere decir libre y la voz dirajt
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árbol. Es uno de los vegetales en el que se ha querido Yer elpersea de los antiguos. (V. Aben Albeitar, trad. Leclerc y Aben Alawan, Lib. de A gr ¿cultura j, I, 512).
Según la leyenda, se le dio el nombre de árbol libre, porque Mechnún, el célebre amante de Léila, salvó imo de esta especie del hacha de un jardinero por la seme- janza que encontró entre él y el talle de su enamorada. AcEFA cast., aceifa cast., gall, y port., ceifa port, y gall. Estas palabras, que no se encuentran en el Glosario de Ducange, se hallan bajo sus primitivas formas acepha, aceipha, a^eipha Y -2 epha en nuestros antiguos cronicones con la significación de ejército. Hablando de D. Ramiro II, dice Sampiro: «Deinde post daos menses Kj.^wwkm, id est exer- ciTUS, ad ripam Turmi ire disposuit et Civitntes desertas ibidem populavit.n (Cronicón, ap. Flores, España Sagra- da, t. XIV, p. 453). Y en el Silense, refiriendo las victo- rias alcanzadas contra la morisma por Alfonso III, se lee: nilla quidem alia aceipha Cordubensis Valdeniora venit fugiendo. Rege vero persequente 'omnes ibidem gladio inter empti sunt. y) Y más adelante, al narrar las campañas de Ordoño II, escribe: ((Deinde alia kv.ewvíp^ venit ad lo- cum quem vocitant Mitonia et inter se confutantes acprce- lium moventes corruerunt ese ambabus partibus. Ex hinc in anno tertio, tertia venit Azeipha al locum quem dicunt Alois. (Chronicón, ap. Berganza, Ant. de Esp. ,^diVÍ. 2.% Apéndice, p. 534 y 535).
En cuanto k^epha y azepha aparecen respectivamente en la inscripción empotrada en el muro del claustro del monasterio de Cárdena, en conmemoración de los doscien- tos monges martirizados por el titulado rey Zepha, y en las Memorias antiguas que están después del Chronicón de Cárdena en que se refiere el mismo suceso: «Era DCCC.LXXIX vino el rey Asepha en Castilla.» (Ap. Ber- ganza, op. cit., part. I, p. 134 y 135). Trascripción de estas formas arcaicas son acefa, que se encuentra en el Diccio- nario de Castro, y aceifa que registran el de la Academia
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y el del dialecto gallego en acepción de hueste, ejército. Acaso pudieran traerse las formas acepha^ acoja y zepha de \Juc¿\ as-scff, acieSj ordo en R. Martín; pero yo creo que el vocablo acies, sinónimo, á no dudar, de ordo, en el art. del lexicógrafo catalán, no debe tomarse por ejérci- to, sino por la acies instructa de Cesar, es decir: por el ejército dispuesto en orden de batalla^ por el has de ba- talla que dá por significación P. de Alcalá á la dicción arábiga.
El origen de todas las voces que encabezan este art. no se ha de buscar, pues, en ^jual] as-seff, sino en NájLaJÍ as- seifa, a:^-zaifa y por reducción del diptongo ai en e a:s-zefa (hebreo i^iyn exercitus), que en nuestro romance castella- no suena, no solo la escursión primaveral ó veraniega de los árabes á país enemigo, sino también, según Lane, el ejército que la ejecuta, sea de mar ó de tierra, como lo de- clara el siguiente pasage de Cansino (Grande;:as de Cons- tantinopla): «Después llegaron la gente de guerra del mar que van en la armada real que llaman acafes.)) V. Castro, Die. in V. a:^afe. Las palabras el rey Zepha de la inscrip- ción del monasterio de Cárdena y el rey A:;epha de las Me- morias, no son, en mi sentir, más que la traducción de las palabras arábigas amir, saltan, melic ó guali a;^-zepha, ó sea, el general, el jefe superior del ejército, el príncipe ó rey que lo mandaba.
El mismo origen tienen las palabras portuguesas acei- fa y ceifa carnicería, proscripción, porque la arábiga kíaLaíJI a;s-^eifa no denota simplemente la escursión militar, sino la racia que tiene por objeto extragar, asolar, saquear al país enemigo, aventar á sus habitantes ó pasarlos al filo de la espada, como se deduce de la definición a warring and plundering expedition in the ^S^d que nos dá Lane de aquella dicción.
Además de esta, las voces aceifa y ceifa port, y gall, denotan cosecha, mies, tiempo de la recolección, y en este sentido vienen, como se lee en Engelmann, de nímoJI a^-
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;^eifa, estas por aestas en R. Martín, cosecha, mies en P. de Alcalá, ó de njíp.UiJI a^-:^eifa que se encuentra en el Cartas en significación de verano, recolección ó cosecha. V. Do- zy, Supl.
Aceite cast., port, a^^eite, de c/^^JI «^--oetí. Guadix. Ap. Cova- r rubias, Tesoro.
Aceituna cast., base, «jeíYoría port., de Hi^^JI az-zeituna, oli- va pro fructu et arbore en R. Martín, oliua ó azeytuna, zeytuna en P.- de Alcalá, de donde Engelmann copió la forma: «Ogaño no hay aceitunas ni se halla una gota de vinagre en todo este pueblo.» Quijote, 2." part., cap. LII.
AcEiTUNÍ, aceitunil, azeituni, setuní, seytuní, zeitin, zeituni cast., de ^^^^j^' az-zeituní. Alix.
La Academia define esta voz: vestidura antigua, hecha de terciopelo de color de aceituna. Ya demostró Dozy en el art. setuni de su Gloss, que la voz aceituní no era más que un adjetivo posesivo derivado de py:jj Zeitún, tras- cripción arábiga del nombre de la ciudad china Tseu- thung, llamada hoy, según Defremery y Sanguinetti, Thsiuan-tchu-Ju. «Aunque Z<?íYw/í en árabe^ léese en Aben Batuta, significa olivo, no es menos cierto que este ár- bol es desconocido en esta ciudad y en el resto de la Chi- na y en la India. Es una grande y hermosa ciudad en la cual se fabrican telas adamascadas de terciopelo, de seda y de raso: de ella han tomado dichas estofas el nombre de aceitunís.)) (V. Aben Bat. Viajes, t. IV, p. 269). En el siglo XV existían ya fábricas de estas estofas en Italia. Conocido el origen del vocablo aceituní, ni ha de tomarse como denominación de una vestidura, según quiere la Academia, ni en significación de color de aceituna, sino en la de una estofa de terciopelo de seda ó de raso de di- versos colores con la cual se hacían toda suerte de ves- tiduras. Demuéstralo así el inventario publicado por el P. Liciniano de Saéz (Valor de las monedas, p. 534, a.), citado por Dozy, en que se menciona un jugón de aceytu- ni negro, ^n Ruy Gonzalez de Clavijo se lee (VidQ. del
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gran Tanwr/án, fol. 50 v.): «Aiiia tiendas armndas miii ri- cas é fermosas de mu¡ miiclins maneras c luego junto con esta dicha cerca estaua otra que era de vn paño de Setuní blanco con labores;» y más adelante, al fol. 51, describien- • do el traje de Piyr Maiion^iad, nieto deTimur-Bec: «Tenía vestidos vnos vestidos de Seytuní a^al con vnas brosla- duras de oro con ruedas.» Kl autor anónimo de la Cróni- ca del Condestable D. A loara de Lana dice que en el Paso honroso traía Suero de Quiñones un falso-peto de aceituni bellud, beüutado verde morado. En un curiosísi- mo documento del archivo de Castril, rotulado: Cuentade lo que he dado por mandato del señor Hernando de Zafra, á 2 de Abril de 1491, se lee: «en Yahen para Alnayar y su sobrino zeitin morado de Florencia. Á Benegas zeitin oerde. Á los Infantes zeituní morado de Florencia para las aijubas. Á Yusa de Mora zeituní morado y verde de Florencia. Al caudillo de Baza zeituní a:^ul. Á Aben Co- mixa zeituní carmesí para sayo.» Finalmente, y haciendo gracia de otros pasages, confirma mi interpretación el si- guiente que registran lasOrdenanzasde Sevilla, fol. 164 v., Tit. De los sastres, calceteros y iubeteros: «que las ropas de hombres ó mujeres, así briales como mongiles y ta- bardos e otras cualesquier ropas de brocados ó de sedas
e damascos e azeytunies ó chamerotes ó terciopelos
vayan las labores arriba cortadas.» Acelga cast, y port.; celga gall, y port., cerbá. base. De SLaJLJI as-silca, -¿SA^j] as-si lea en R. Martín, metátesisdel adjetivo latino sicala, la beta sicala de Plinio (Hist. Nat., lib. 19), \i^ beta vulgaris de Aben Albeitár. «Llamábase antigua- mente la (acelga) blanca, sictUa, de donde castrándola después una letra, la vinieron á llamar casi todos los mé- dicos sida.)) V. Dioscórides, ilustr. por Laguna, lib. II, p. 206, Covarrubias, Tesoro, in v. Acelga y A^elga^ que señaló su origen latino, y Cabrera, Die. de etim. de la leng. cast., I, p. 8. La etimología arábiga corresponde á Juan Lopez de Velasco. De sicala, por la síncopa, se hizo
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síc/f^porla metátesis, silcctf cuya voz, mediante ia antepo- sición del art. ár., conversión del sin en c, del cáf ó kóf en g y de la moción i en e, produjo acelga. Engelmnnn de- riva el vocablo arábigo del griego tixsao;, como lo hace Mahn, Efyrn. Unters., p. 95 y 96, pero, en mi sentir, aquel se ajusta más á la forma latina. \/ AcEMAR. Lo mismo que abromar.
Acémila cast, y val., acémila cast., adseuibla, adseinbla^ asembla cat., azemala, a:2emela port. De jiLlyl as-sémila. Urrea. R. Martín y P. de Alcalá solo traen el colectivo J^iyi az-zémil en significación de rociiitis^ roncinus, caballo al- bardón, caballo arrocinado, rocín, interpretando por6(r^(//«, muía, nuestro vocablo acémila. La dicción latinizada «ce- milla se encuentra en los fueros y privilegios de la Iglesia y villa de Alquezar otorgados en el año 1069 por D. San- cho Ramirez, rey de Aragón y de Navarra: Quodsiqais... et acemiílas Santce Mar ice, cel jumentam clcricis pigno- rovcrit. V. Muñoz, Colee, ele fueros municipales^ p. 247. En cuanto á la forma cuémila hállase en los fueros de Sepúlveda y de Nájera, donde se lee: E los caballeros es- cusen úngulas acémilas. V. obra cit., p. 285 y 289.
Según Castro el vocablo acémila era el nombre de un tri- buto que se pagaba en Aragón por las cabalgaduras. Su etimología es la misma.
El val. tiene el pl. adcembles con la acepción de acémilas y de compañías ó escuadras. En este último sentido se deriva de :\Jl*jJI a^-^emla, forma vulgar que se registra en Kaz. con la significación de troupe de voyagears, y no de la literal jOl*yi a^-^omla, como quiere Dozy.
En port, ajémel, según Sta. Rosa (Elucidario, I, pági- na 156), tiene no solo la significación de «almocreve que trata e guia as asémolas, ou bestas de carga,» sino tam- bién la de «Campo, ou Arrayal, Congregacáo, Rancho, Ajuntamento, multidáo de gente abarracada, cidade vo- lante, e cnjos edificios sao tondas.» En la acepción prime- ra es el árabe JU^I as-semél, «acemilero» en P. de Alcalá.
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Sousa. En la segunda es j^jl azmel, forma sinónima de rJLjJI as-semala, familia, casa ó habitación, con inclusión de los criados y sirvientes, de la cual deriva Dozy la voz portuguesa. Acemita, acemite. Estas voces que tienen respectivamente la significación de torta muy blanca amasada sin levadu- ra (Andalucía), flor de la harina, salvado menudo, salva- do, grano de trigo quebrantado, granzas limpias y descor- tezadas del afrecho, potage de los moros andaluces hecho de trigo tostado y á medio moler, traen su origen inme- diato de la voz arábiga jyv*-w semid ó oVv*-w semidz y con el art. asemid ó acemid, simila, pañis alhtis en Freytag, pan blanco en Kazimirski, acemite en P. de Alcalá, farina en R. Martín, flor de harina en Marcel y flor de harina de trigo en Bochtor.
Pero es de notar que la voz o^^^,^ semid ó lW^ semidz^ con encontrarse en el Kamus^ no es de estirpe arábiga, sino indo-europea; es la latina simila, flor de la harina en Plinio, la helénica C^p.tyis ó S^'J[xít7is pan hecho con levadura y la sánscrita semida, fine wheat flour en Wilson. La pa- labra a^u¡jn.T-/)(; por CuixÍTrií; aparece empleada por los Setenta en la versión al griego de las hebreas ynn onS nSn tortas de pan con levadura (Levit. VII, 13), cuya alfa inicial no ha de considerarse como privativa, sino como prostética. Y aunque, según observa Enrique ^téfano en su Thesaur. ling, grcec. es aquella como voz exótica en la lengua grie- ga, por carecer de la terminación propia de los adjetiv os hay que reconocer que su radical es de indubitada alcurnia helénica. Chassáng (^Z)íc^. grec. franc.) la tiene por ale- jandrina, es decir, greco-latina. La circunstancia, sin em- bargo, de haber sido usada por los intérpretes^ cuya ver- sión de la Bibüa al idioma griego se remonta á los tiem- pos de Tolomeo Lagos, y su existencia en el sánscrito, excluyen su origen latino. La voz caldaico-rabínica ntiqd semida que trae Zanolino en su Lex. Chald. -Rabbin, pro- cede del C<JF^t.T7is griego, como la arábiga vA^.*^ semid, la cual,
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adicionada con el art. Jl a/, cuyo lam fué omitido por ser solar el sin comienzo de dicción, mediante la conversión dé la c¿ en t, produjo las castellanas acemita y acemite. AcEMiTANA. Lo misnio que cimitarra, Minsheu, Die. Agen. V. Hagen y zahén. AcENDRÍA cast. Lo mismo que sandia. AcENEFA, aceneifa. Lo mismo que cenefa. Terreros, Die. AcENiA cast., port, y base. Lo mismo que aceña. «O por fe- rida ó por pesquera de acenia.r>
«Et qui pesquera de acenia desficiese.» Fuero de Sala- manca, ap. Castro, Die. AcENNA. Lo mismo que aceña.
A arar lo pusieron, et á traer la lenna, A veses á la noria, ú veses á la acenna.
(Arcipreste de Hita, Cantares, copl. 231).
En el libro de Alexandre, copl. 1304 la c de acenna se halla escrita con cedilla agenna.
De ruedas e de molinos que muelen las generas De muchas ricas acennas que les dizen traperas Auye grant auondo por todas las riberas.
Aceña, acenna, acenna cast., acea gall., cenia, sinia cat., ci- nía malí, y cat., sénia, sinia val., acenha, assania, azena, azenha, azenia port. De 5lóL«JI as-seniya, cinia por la iméla en P. de Alcalá, rueda para regar en Kazimirski, rueda hidráulica en Bochtor, voz derivada' del verbo L*v sana regar la tierra sacando el agua con una rueda. Lane apli- ca este nombre al camello que acarrea el agua para regar las plantas y á la bestia que dá vueltas al rededor de la noria para elevar el agua por medio de la máquina Uí^y dulab. En Raimundo Martín se encuentran las formas cé- niay cinia, y en Yanguas (Antig. de Navarra, I, 219) ce- nia. La etimología es de Rosal y Lopez de Velasco.
AcEQUA port. Lo mismo que
Acequia cast, y port., azequia port., cóquiawdX., gall., cat. y mall., ciquiacai.j zequiagdW., de jcoLwJI as-séquiya, aqae-
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ductus en R. Martín, acequia^ reguera, lugar por do ríe - gan en P. de Alcalá.
AcERBE. Moscada silvestre ó macho. Terreros. Kazimirski trae las palabras v^^' az-zerb en significación de rosa de las Indias, rosa índica en Freytag, y ^jj^^ az-zarhi en la de amarillo y rojo, con aplicación á las yerbas cuyo color verde tiene aquellos matices: pero ninguna relación hay entre la voz castellana y las arábigas. Marcel Devic en su artículo ajzerfte (nuestro acer^e^ se inclinó á asimilar la dicción francesa con las portuguesas azebre, azevar y azeroCj derivándolas de la arábiga ^LyeJI ac-cibár,fructus arboris acidi saporis en Freytag, lo que, añade, cuadra á maravilla con la moscada, cuya carne tiene un sabor tan acre y astringente que no es posible comerla cruda y sin preparación. Mas variando luego al punto de parecer, creyó encontrar el origen de azerbe en j^s dabr, nuez sil- vestre, moscada, pronunciado el vocablo á la manera persa zabr, az-zabr. Yo pienso por el contrario que así la voz castellana como la francesa no son más que el adjeti- vo sustantivado latino acerbus, de donde vino la dicción de la media latinidad acerba (uva acerba en Pedro. V. Du- cange, Glos.) y nuestra voz castellana serba que denota la acidez y agror de la fruta, propiedades de la moscada silvestre, según nos dice el mismo Marcel Devic.
Acerola, acerolla cast., acerola base, aczerola val., adse- rola cat., adzerola malí., atsarolla, atsoroll val., atzerola cat. y malí,, azaróla port., azerola cast, y port., sorolla val. Marina, Engelmann y Dozy derivan esta voz de la ará- biga española íf^jj/^jJ) az-zeróra, cornus (cerezo silvestre) en R. Martín, Mespílas Aronia en Dioscórides. «Esta espe- cie de Méspero, dice el Doctor Laguna en sus Anotacio- nes, no tiene que hacer con ninguno de nuestros vulgares Mésperós. Es nuestro espino majuelo, planta muy fami- liar en el reino de Ñapóles, de fruto desabrido y muy ás- pero, armada de duras espinas y vestida de hojas seme- jantes á las del apio. Llámase aquesta planta azarólo en
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Italia.» V. Dioscor. ilust. por Laguna, lib. I, p. 108. Frey- tag, en cuyos oidos no sonaba como arábiga la voz .j^j zarór, á pesar de hallarse en el Kamus, imaginó ser de procedencia persa. Govarrubias^ con más agudeza de in- genio, afirmó que la acerola tomó el nombre que lleva del acedo que tiene. Coincidiendo con Covarrubias, el clarí- simo Ducange dice en la voz Acédala: es la francesa sure- le, ó sea la acedera que en algunas provincias conserva aun aquel nombre. Llámase acedula, porque la yerba es acida. Y,ñ sur ele denota en francés aceda, acida y agria. En Richelet se lee (Diet, de la langtie franc.): que la pa- labra síirele se usa hoy en Normandía como denominación de la acedera, á la cual dan aquel nombre poi' su gusto agrio. Sin otra alteración que la de convertir la d de acé- dala en r tendríamos nuestra acerola y la francesa azero- lle. Pero la derivación es aún más directa. Á mi parecer la palabra jf^j/^yi az-zerora es simple transcripción de la lat. acérala^ dim. de ácer, nombre aplicado por los his- pano-latinos á todo fruto áspero, ácido ó desabrido, como el corno ó cereza salvaje de Nebrija, la serba, el níspero aronio, el escaramujo ó gavanza y la majuela, como lo demuestra el hecho de ser conocido el fruto de todas es- tas plantas entre los moros españoles con el nombre de B^jj^yi az-zeróra, acerola, según puede verse en P. de Al- calá en los art. escaramujo, gavanza, maiuela, fruto de cierta yerba, serba y serbal. No es otro para mí que el ácer lat. el origen de i A azerra que R. Martín trae porpí- rus, acaso por el sabor áspero de esta especie de pera, y creo que el mismo debe asignarse á ^jl azer quc^ como nombre de una clase de albérchigo, trae Kazimirski. AcERONES. Planta de flor pequeña y de un amarillo vivo se- mejante al gordolobo. Procede la voz cast, de la perso- arábiga qj.í;>3I adzryón ó Q>íyl adsaryon, que^ según Frey- tag, e.s nomenfloris, qui /alvo sea anthracino colore mi- cat, in medio orbiculum nigrum habens. Andan discordes los pareceres sobre si esta especie de flor es el cyclami-
27 no, el parthenio ó el chrysantemo. V. Sacy, Chrest. Ar. Ill, p. 458. En el art. ^j-i^ol adri/ón, forma usada por Aben- Albeitar en lugar de las perso-arábigas mencionadas, dice Isaac Ben Amrám que es una especie de parthentum de flores amarillas ó rojas. Según Abu Chinah son sus ñores doradas con un pequeño botón negro en el centro. Aben-Cholchol describe la forma de sus hojas y las com- para á las de la manzanilla. V. Aben Albeitar, trad. Le- clerc, I, p. 37. Kazimirski traduce la primera forma perso- arábiga por especie de anemone, y Alcalá identifica al gordolobo con el nenúfar. Como la Academia no especi- fica la planta, limitándose á decir que es semejante al gordolobo, no nos atrevemos á determinar á cuál de las clases apuntadas corresponde la llamada acerones, aun- que Aben Alawan la identifica con la matricaria {el par- thenio de Dioscórides), según puede verse en su Libr. de Agricultura, II, p. 278, trad. Banqueri.
Acetre, cetre, celtre cast., acelere port., cetri cat., de JiiwJI as-setl. Guadix y Sousa. Demás do esta trae R. Martín la forma Jia^oJI ap-petl en significación de vaso, catinus par- vus una ansapreditus en Freytag, vasito de una asa con el cual se saca el agua del baño para verterla sobre el cuerpo, acetre en Kazimirski. La voz arábiga, á la que Marina y Engelmann con Freytag dan un origen persa? viene, así como el acetrum de la baja latinidad, que halló Ducange en una carta del Papa Inocencio III, y nuestra dicción acecha que se encuentra en el Espejo de Gramá- tica de Ambrosio de Salazar en el sentido de odre ó vasi- ja para sacar agua, de la latina situla y por síncopa sitia. V. Diez, Etym. Wórterbuch y á Donking, Ettjm. Diet.
AcEvicHE ant. cast., azebiche, aziviche port. En mi sentir, no se derivan estas voces de la arábiga ^wj-^JI as-sábach, como pretende Dozy, forma que no se ajusta á las espa- ñolas, sino de ^-«^.y! a;2-sihech ó ^w^cjJl az-zibich, oliva, om- nis res pulchra, todo objeto lindo ó bonito, como lo son, según la acepción de aquellos vocablos, los dijes de luto
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y los globulitos negros que sirven de collares y adorno, figura y color del fruto maduro del olivo silvestre que se encuentra en Aben Loyon (V. art. acebuche)^ y en Frey- tag y Kazimirski in v. ^-¡i-jil as-sagbach, la acebuchina. Sabido es que de los cuescos de este fruto se hacían cuen- tas para rosarios y collares. Achaque cast, y port., achaqumy ait^aqtiia base, ajach^ja- quia val., ajes cast., atxaque cat. y malí., eixaquia, xa- cra y xaquia cat., de LjlcíJI ax-xaque lacería por mezquin- dad, pasión del cuerpo, trabajo con pasión, fatiga del cuerpo en P. de Alcalá^ ó de üú; xacá, morbus en Freytag ó íílJus xacá, plainte, mal, maladie en Kazimirski, ó, final- mente, de gyuiJi ax-xaqua aflegimiento en P. de Alcalá, querimonia en R. Martín. De la 2." de estas formas se de- rivaron los verbos castellano y portugués achacar, acha- quiar (en Aragón), acusar, imputar á otro algún dicho ó hecho. En port, achacar tiene además la acepción de en- fermar. En este sentido se halla en R. Martín el vocablo j^LX-iJI ax-xicaya, infirmita^. La significación de motivo ó pretexto que tiene en nuestra lengua metafóricamente la voz achaque se encuentra en el Arcipreste de Hita, donde se lee:
Dice el proverbio viejo: quien matar quier su can, Achaque le levanta, porque nol den del pan.
(Cantares y cop. 83).
Marina dá por etimología de achaque aüuiJI ax-xaque y Engelmann y Alix üu:JI ax-xaque.
La acepción, que tiene achaque, de pena pecuniaria que imponían los jueces del Concejo de la Mesta á los infrac- tores de los derechos y privilegios de los ganaderos, soy de parecer que tiene la misma procedencia, pues con aquella voz se quiso significar el resarcimiento de daños con que tenía que pechar el conculcador de las disposiciones le- gales no declarado por quito y libre del achaque ó acusa- ción contra él deducida. Ahora, si esta palabra se refería al dinero que se pagaba por indemnización del desafuero,
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su etimología no puedo ser otra que juLJI as-sacca^ el di- nero ó la moneda, teniendo en cuenta que el sin inicial de la dicción arábiga se convierte aveces en x, cuya letra tenía en el antiguo castellano sonido semejante al de la ch, con la cual ha podido permutarse en la escritura. . En el Fuero de Calatayud (Ap. Muñoz y Romero, Colec- ción de fueros municipales, p, 461) se encuentra la forma achachía: «Et non sit ibi altera achachia, ñeque referta in iura et non pas super la cruce, et plácito, de iura, de sole ad sol.»
AcHEGA port. Parceiro. Santa Rosa, Elucidario^ I, p. 52. Lo mismo que axarique.
Acial, aciar, a;;ial cast., ««/«rcast. y port., de^Lyi az-ziíjar. Guadix (ap. Govarrubias) y Rosal (Die. ms. de la Bibliote- ca Nac).
Acíbar cast, y val., «cí6er cat. y val., ace&re port., ací6re val., a;^ebre^ azeüre^ asenar port., azihar cast., ;rcf¿?í7a base, de j^W a^-gibar ó ac-pébar, que bajo una y otra forma se encuentra en R. Martín la voz arábiga en correspondencia de aloes. P. de Alcalá dá cibar por acibar.
Á pesar de que Cañes (^i)íc. esp. lat. ár.J y Marina traen respectivamente las formas y^) ag-cibar y y^\ aí^-pébar^ que se hallan en R. Martín, Engelmann y Dozy, sin repa- rar en la sílaba que lleva el acento, dieron por etimología de las voces españolas la arábiga ^LaJI ac-cibár, error que corrige Dozy en su Suplemento.
Acicalar cast, y val., agacalar port. Limpiar, avivar los filos de la espada, bruñir, de JJLy£> say cal, po lire, splende- re en R. Martín, acecalar en P. de Alcalá. Rosal dio por etimología de la voz española la arábiga ^a¿^ca¿^ tomada, á no dudar, como lo hizo Dozy, del lexicógrafo granadino citado, el cual trae aquella dicción en correspondencia de los verbos castellanos acecalar y espejar, lu:sir algo.
En los Diccionarios de la lengua clásica no se encuen- tra el JJLy,^ saycal de R. Martín y P. de Alcalá. En cambio en el sentido de polire, laevigare gladiuní se registran en
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Freytag las formas JjLm y }Ji^. Esto fué parte para que Dozy conjeturase que nuestro verbo arábigo-hispano se había formado del nombre de agente Jjl^s^ sycal, politor gladii, que se halla en el Kamus, como de su sinónimo JjLuv sycal se hizo acaso el berberisco JJiy^ saycal, pu- limentar.
De saicalj por la prótesis", reducción del diptongo ai en e y adición á la raiz arábiga de la terminación ar del in- finitivo de los verbos castellanos de la primera conjuga- ción se hizo acecalar ó acicalar. Acicate cast, y port., asicats cat., cicatea base, acúcate port, (en Vieyra). Rosal y Tamariz se limitan á decir que así llama el árabe á las espuelas ginetas. Urrea (ap. Cov., Tesoro) lo deriva de sicatum y con el artículo asicatum. Govarrubias lo hace de origen hebreo. Finalmente, Ca- ñes lo trae de x/^-csJI axxauca, etimología que pone Sousa por nota á su art. acicate (Vestigios da h'ngoa aráb. om Port., p. 8), donde se lee: «O nome Acicate tambem se po- de derivar do nome Arábigo sjysJI Ax'Xaucate que sig- nifica espinho, bico, aguílháo, ferráo: e este do verbo Xi xaca, picar, trespaesar.» La etimología corresponde á Cañes que no vaciló, como Sousa, sobre el origen del vo- cablo. Completóla Dozy haciendo ver que la voz castella- na venía de iJw<^^t| ax-xaucat, plural de ñ/^I ax-xauca, forma que, en correspondencia de éperons, se registra en Hélot. (Diet. Fran^.- Árabe).
Sin repugnar yo esta etimología que corresponde á la forma de la voz portuguesa acúcate que se encuentra en Vieyra, todavía no me satisface, porque entre las palabras españolas derivadas del árabe no recuerdo ninguna en que el diptongó au se convierta en e ó i. Como la verda- dera acepción de la dicción x/^-ciJI ax-xauca en R. Martín y P. de Alcalá es la de espina, espina de pece ó espinazo; y como por espuela solo traen estos lexicógrafos el voca- blo jU^ mihmás ó mihmíc, según la pronunciación de los moros granadinos, se me ocurre si la palabra acicate se-
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rá el plural u;.ülusJI ax-xicat de un singular íülusJI ax-xica por NjLyiJI ax-xiga, transcripción arábiga que trae P. de Alcalá de la dicción latina síca^ espada corta, daga, puñal, cuchillo, punta, púa, pues sin más razón que acabar en punta, los dialectos árabes vulgares han dado el nombre de ax-xaucat á las espuelas ó acicates. Aciche. Lo mismo que aceche.
Et desque vieres que es bien curado, toma el aciche et la casca de la encina et escoria et zumaque.» Libro de Mon- tería del Principe D. Juan Manuel, Dibl. Ven., III, p. 2G8.
A;sige en port, significa greda de zapateros. Su origen es el mismo que el de aceche, aunque la acepción sea di- versa. Pero la palabra aciche (arciche en Castro) tiene además la acepción de instrumento á modo de piqueta con dos cortes que usan los soladores para cortar las lo- setas y ladrillos y pulimentar sus junturas después de acomodarlas sobre la alcatifa. Dozy deriva la voz castella- na de ¿j^Líxji- hachchach ó hachchich, según la pronuncia- ción de los árabes de España. El ilustre orientalista alude sin duda alguna á la iméla usada por los moros granadi- nos. {(Freytag, añade, no trae esta palabra, pero se lee en Pallme (Beschreibung von Kordofan, p. 137): «No se cono- ce en el Kordofan ni arado, ni rastrillo ni ningún otro instrumento ara torio: un pedazo de hierro en forma de hoz, con puntas en sus extremidades y un manubrio en el centro reemplaza á todos los instrumentos necesarios. Llámasele haschasch. M. d'Escayrac de Lauture (Le De- sert et le Soudan, p. 415 y 425), continúa el docto arabista reforzando su opinión con autoridades, dá asimismo /?«- chach en el sentido de pala de hierro que tiene la forma de una media luna en cuya parte cóncava hay un agujero por donde penetra el mango de madera del instrumento. P. de Alcalá trae esta yoz, pero con forma y significación un poco diferente, pues traduce paja para leer y puntero para señalar por haxixa. Vése, pues, que es siempre un instrumento puntiagudo.»
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He copiado todo el art. Aciche de Dozy para que se vea hasta qué punto se puede fantasear en materia de etimo- logías. No había necesidad, á mi juicio, de ir en busca de la de aciche ó la Nigricia central, teniéndola á la mano, ni de señalarla existencia en P. de Alcalá del vocablo ha- xixa, cuyo significado nada tiene que ver con el sudanés. Más puesto en razón hubiera estado el sabio orientalista derivando la voz aciche de la arábigo-persa ^^\acich que trae Freytag en la acepción de amussis, la cual, según se lee en Nebrija, regala est fabronim sive latomorum, ab allis f err amentum dicitur ad lapides, lignaque polienda. Por mi parte hubiera preferido á la suya esta etimología á no ser el vocablo castellano de estirpe puramente latina. Lo palabra aciche viene derechamente de la latina sécula^ derivada del verbo seco gr. séw=TX£w, por metátesis seco, tajar, hender, dividir, partir, hacer piezas, marmora en Horacio. Del sustantivo femenino sécula., hoz pequeha en Varron, se hizo por la síncopa seda, y mediante la con- versión de la el en ch, secha, como por idéntico procedi- miento se formó hacha áe fácula, m&ncha de mácula, es- piche de spiculum. De cecha, permutada la e por la i y prefija la a por la prótesis, se formó aciche. Esta palabra se encuentra en el Glosario de Ducange bajo las formas secia y secius, francés scie, italiano sega, instrumentum ferreum quo secatur distinctum « serna, falcis species. Aunque la acepción castellana de aciche no convenga con la de estas voces, no es menos cierta su derivación de la latina sic u la. AcmATES pl. Lomas ó lindes que se hacen en las heredades para dividirlas. Voz anticuada de origen arábigo, que ya se dice Acirate. Ble. Acad., 1.^ edic. Este vocablo arcaico se halla en el siguiente pasage^ que no encontró Dozy (V. Glos., art. Acirate), del Libro de Montería del rey don Alfonso: «Recobredo Fermoso et Tronera, et el Encinoso, es todo un monte et es bueno de oso en ivierno. Etson las vocerías, la una desde el collado de la Veguiela por cima
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de la cumbre de las Fuentes fasta la Tornera, et la otra, desde la Tornera por címade la c timbre fasta los Acidatos et fasta elportiello del Ensinoso (Bib!. Ven. II, 192, 3).
Esta voz aoidates, pl. de un sing, acídate, se deriva, en mi sentir, de ó\o^\ asdad, pl. á su vez de ^Xw f^edd, mons, ■res intercedens inter duas res prohibensque transitas en Freytag, todo lo que cierra ó impide el paso, obstáculo, barrera, montaña en Kazimirski. La trasformación de Jjv-wl asdad en acídales sq verificó mediante la sustitución de un Kesra (i), la más tenue de las mociones, por el so- can del ^J^ (la s), representación de esta letra por la c y conversión de la d final en t.
AciMBOA, acimboga, a^^imboa, a:^imboga. Lo mismo que i^amboa.
AciMUD, asimut. V. azimut.
Ación cast. Correa con que está asido y pendiente de la si- lla el estribo para montar á caballo. Acad. Esta voz viene de la arábiga ^^-vM^jf as-siyor, pl. de^^l as-siyr^ correa de que pende el estribo en Bocthor y Kazimirski, lorum en Freytag, mediante la sustitución por /¿ del ./y/ final del nombre arábigo.
«Otrosí: Que cualquiera que fiziere riendas e cabecadas e aciones e látigos que los fagan de buen cuero.» Orden, de Sevilla, "tit. de Correeros, fol. 198 v.
AciQUA port., bolsa., metátesis de la dicción arábiga r-vm-oüI alquisa, bolsa, que con supresión delj /a/n del art. suena asica ó asiqua. Esta suerte de trasposición es frecuen- te aun en los mismos vocablos árabes, así por vitriolo trae Marcel Jj zach y j^ chaz, por color ¿y naul y ^^ laun, y Humbert por dos „^^ :2uch y jj-a- chuz.
AcmATE. Considerada esta voz como sinónima de acida- tes, á la cual ha venido á sustituir en la Mancha y otras provincias, donde se halla en uso, al decir de la Academia, su etimología es la misma, sin otra diferencia que la per- mutación de la d de acidates por la r de acirate. Ignoro dónde vería Engelmann que la palabra acirate
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tiene la significación de paao estrecho entre dos tierras. Por lo menos yo no encuentro semejante acepción en nuestros diccionarios, ni creo que á las lomas que se ha- cen en las heredades para deslindar las unas de las otras se dé aquella interpretación, por más que se haga uso de ellas, como se hace de los ribazos y balates, para paso de personas. En este sentido lo derivan Marina, Alixy En- gelmann de iíIyaJl ag-girat^ via patens en Freytag, ó de Llj*Jl as-siráty camino, ruta, sendero en Kazimirski. Que en te^^ad media, en contra del parecer de Dozy, era esta voz de uso popular y común entre los moros andaluces en sentido de camino ó senda, lo demuestra el hecho de hallarse en R. Martín con sus sinónimas ¡j^kp^ k^jj^x^ y klí en correspondencia de via.
La Academia, en la 1." edición de su Diccionario, hizo extensivo el nombre acirate á las lomas ó lindes que se hacen en los jardines y huertos con ladrillos ú otra cosa, al rededor de las paredes, dejando media vara de terreno para poner plantas y flores. Si en tal sentido se usa en algún punto de España el vocablo acirate, no es más que una corrupción de arriate. Acitara cast, y port., citara cast. Esta voz tiene las siguien- tes acepciones: 1." la de pared delgada, hecha de mezcla ó yeso y ladrillos colocados á lo largo, de plano, en series ó hileras horizontales los unos sobre los otros, á diferen- cia del tabique, en que se ponen de canto. En algunos puntos de Castilla se comprende bajo este nombre la pa- red gruesa que forma los costados del edificio. 2.", ante- muro, muralla baja, técnicamente barbacana. 3.", pretil ó pared en los lados del puente para que no se caigan los transeúntes (Nuñez^de Toboada, Die). 4.°, cortina, velo, cubierta de cama. En este sentido, léese en el Testamento de D. Ramiro, rey de Aragón, año 1099 (Hist. Pinnatensi, lib. 2, cap. 38, ap. Ducange, Glos.): Et meas vestitos et Acitaras, ct colíectras, et almucellas, etservitiam de mea mensa, etc. En la donación que en 1145 hizo D.^ Dordia
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al monastci'io de Paro de Sousa, se habla de una cappa cresiscdj et una stola de ipso paño et una acitara. Y en la de su padre Egas Monis ó la misma comunidad en 1147, se contienen: uno manto de grecisco, et alio de exomi, tres Cappas, una. de ciclaton, et alia mudbage, et alia de uno denii; et una acitara de mudbage; et duos greciscos de su- per altare, et duos facer genes. Documento de Paro de Sou- sUy ap. Sta. Rosa, Elucidario^ I, p. 48, La circunstancia de encontrarse acitara en documentos latinos 'de la edad me- dia del año de 812 (V. Flores, Esp. Sagrada^ vol. XXXVII, p. 317) demuestra la antigüedad de este vocablo en nues- tra lengua. 5.° una especie de estofa ó tela de seda ó de brocado: ((Cendales nin porpolas, nin a^amet, nin ciclaton j nin acitaras... ni ningún panno de seda non da peage.» Lista de las cosas que debían pagar peage en Santander, Castrourdiales y S. Vicente déla Barquera, siglo XIV. Ms. en pergamino del Escorial iij Z, n. 13, fol. 200 v. Alix. Creo que debe interpretarse del propio modo la voz acitara que se registra en un documento de la reina D.« Estefanía, mu- jer de D. García: De meos panos et Acitaras, quomo, de- lectoSj sic est de vestimentis, exceptis guos dedi. (V. Ye- pes, Cron. de la Ord. de S. Bened. tom. 6, ap. Ducange, Glos.). 6." manta, jaez, cubierta de la silla del caballo (arzón de la silla en Covarrubias).
Vedia sobre la siella muy rica acitara, Non podría en este mundo cosa ser tan clara; Dios solo faz tal cosa que sus siervos empara, Que non podría comprarla todo alfoz de Lara. Berceo, Vida de Sta. Oria, copl. 78. 7.* Haces que cubrían los costados de las dispuestas en orden ó línea de batalla dando frente al enemigo, á fin de que este no pudiera acometerlas por los flancos. La Ley XVI, tit. XXIII de la Segunda Partida, que trata de Quán- tas juaneras son de hases, e como se detum partir, enumera entre ellas á la que llamaban en España citaras,^ pasan- do á explicar cada una de ellas, dice de esta última: «E las
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citaras pusieron, porque si acaesciesse que las hazes se alongassen mucho vnas de otras, que non pudiessen los enemigos do trauiesso entrar en ellos. E otrosí, porque quando las hazes se ayuntassen, pudiessen venir más ayna, los de las alas dellos, á ellos por ferir los enemigos de trauiesso, ó tomarles las espaldas.»
La voz acitara, como lo hizo notar el P. Guadix (ap. Cov. Tesoro), viene de la arábiga íí.lx^wil as-sitara, res om- niSy qua tegitur, velum ex corlo confectum, aula^um, ins- tramentam quoddam bellicurn, quod tegendis militibiis inserviehat (pluteus) en Freytag, obra de madera para resguardar á los sitiadores y zapadores en Kazimirski; todo lo que encubre, abriga ú oculta á una persona ó co- sa; velo, cortina, cubierta, todo loque resguarda, protege ó escuda en Lane, acitara y pared de ladrillo, cobertura. en P. de Alcalá, antemurales cortina en R. Martín.
La acepción de panno de ras que da Sta. Rosa á la pa- labra acitara, y de especie de tela de seda ó brocado, que se encuentra en el pasage citado por Alix, es un neologis- mo expresivo de la estofa de que se hacían las acitaras, 6 sean las cortinas, velos, mantos y cubiertas de las sillas de los caballos.
En cuanto á la acepción de citara que trae la Ley de Partida, es para mí evidente que reconoce el mismo ori- gen. Sin embargo, no debo pasar en silencio que la dic- ción Ja^\ as-satr, ó, según la pronunciación del árabe vulgar, as-sátar (Observa d'Slane que, cuando se supri- me por la pausa la última vocal de un nombre^ la letra anterior socunada toma la moción de la primera, así dcyai Nazr se hizo Nazar, de^ cabr, sepulcro, cabar en P. de Alcalá) significa ordo, seriesque lápidum, arborum, hominum. AcRAL malí. £"/*>• árabes inventaren aquestnóm per significar cért mal deis órganos genitals. Esta voz viene de s^^aJI alera, pústula, y por la supresión de la lam del art. y adición de la misma letra al ñnacral.
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AgAMA, apaimo port. Ronzal, frenillo^ prisuelo, de jujl a^im- ma, pi. de >*} ^imttm, pihuela ó correa atada al anillo que pasa por las narices del camello, í\ cuyo cabo se sujeta la brida, brida, correa con la cual se aprieta el calzado cruzándola sobre el empeine, nombre derivado del verbo ^j ;;amm(i ligar, apretar, poner un bozal.
AgiDRicHE. Lo mismo que ajedrez.
AgoMAR. Ved ctj^omar.
AgoRDA port. Comida de migas de pao, azeite, vinagre e allio; ou adatada con ovos, assucar e manteiga. Moraes. Dozy deriva esta voz, que se encuentra en el Cartas y en Aben Cahib ag-galat, de «oyül ats-tsorda, in frusta fr actus pañis, cui iusculum carnis infunditur en Freytag, pan partido en pedacitos sobre los cuales se vierte el caldo en Kazimirski, migas de pan cozido y sopa de pan en P. de Alcalá. R. Martín trae íío^íjí ats-tsorda y rí>^I atrita en co- rrespondencia de offaj masa de harina cocida como torta en Festo.
AgouGAGEM. El diccionario portugués de Fonseca solo trae esta palabra como sinónima de agougaria, gritería, voce- ría, pero Santa Rosa nos dice en su Elucidario que era el derecho que se pagaba por las compras y ventas en los lugares y plazas en que se vendían carnes frescas, pan, frutas, hortalizas, pescado, etc. En el sentido expuesto, añade el sabio lexicógrafo, se halla la voz agougagem en el Fuero de Moncao dado por el rey D. Manuel en 1512. En el de Pinhel, reformado por el mismo monarca en 1510 con vista del que otorgó D. Sancho I, se lee: que o Direito de Brancagem se chamava antigamente Afougagem. O quaí Direito se pagará daquellas reses que se mattarem ao talho e d'outras nam; com tanto que os AgouGUES, em que as ditas carnes cortar em^ sejamfeitos e repcdrados per Nos, ouper aquellas pessoas que os ditos Direitos teoerem. Era, pues, primitivamente el agougagem el nombre de un derecho ó alcabala que se pagaba por las reses degolla- das en las carnicerías, aunque se extendiese después, co-
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mo dice Sta. Rosa, ú la compra y venta de los comestibles que se expenden en el mercado público. En cuanto á su origen, indicado ya en el pasage trascrito, creo que la voz a^ugagem no es más que una corrupción de las arábigas (..3^1 <Jy^súc al-láham, plaza de la carne ó carnicería, cu- yo nombre, como sucedió con los de acémila y alamina, expresivos de otra suerte de gabelas, vino á darse á la contribución impuesta á los mataderos por cada uno de los bueyes, vacas, cerdos, carneros, oveja? y cabras que en ellos se degollaban, la cual consistía en cierto número de ceities por pieza^ como se determina en el susodicho Fuero de Pinhel.
La significación que da Fonseca á a^'oiigagem áo, vocería y gritería ha de entenderse figurada, por el ruido y es- truendo que hay á toda hora en las plazas y mercados.
La misma procedencia pienso que tiene í^u sinónima acougaria, pues, si bien podía consider:' rsc esta voz como metátesis de g^lytJI algazara, con la cual conviene en sig- nificación, no encuentro ejemplo en los vocablos de ori- gen arábigo de la transformación áclfatha en oti. AcouGUE, acotigui ant. Como la acepción de una y otra voz no es en portugués la de plaza, sino la de carnicería, no puede decirse simplemente, como lo hace Dozy en el artí- culo A:^ogue de su Glosario, que vienen de la arábiga ó^ sóc, plaza 6 mercado. Cierto que entre los moros grana- dinos significaba este vocablo, según P. de Alcalá, \apla- 2a, el lagar donde venden, á diferencia de la rahha que, con denotar tambión plaza, por no expenderse en ellas ar- tículos de consumo, se hallaba destinada á punto de reu- nión y esparcimiento de los habitantes de la ciudad y á co- so en que se corrían los toros, como lo estaba la almacdá a circo donde se hacían juegos. De ^^^ sóc, plaza, como dicción genérica é indeterminada de suyo, á pesar de su homonimia con la portuguesa acougue, no podía derivar- se esta palabra por no convenir con aquella en significa- ción; pero no sucede lo propio dando por complemento á
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o^^ sóc el sustantivo *^ láham, carne, formando con una y otra voz *>:vJUI kJj^ sóc-al-láham, que se encuentra en Marcel con la acepción de étal, houcherie, carnicería que es la que tiene la voz portuguesa.
De *^cüj'I ó^w süc-al-láha/)i, suprimida la segunda pala- bra por la elipse, resta ó^w sóCj, y con el artículo o^-^l as-süCj el acougne ó acougui portugués, suavizado el cafen ga y añadida una a ó í a la terminación.
Debo finalmente advertir que si bien en los socos, que los árabes de España tenían en sus poblaciones, se ven- día toda suerte de manjares y aun comidas aderezadas, había aparte de ellos mercados especiales, con separación los unos de los otros, para las aves, el pescado y la carne. Por lo menos así sucedía en Granada en los últimos tiem- pos de la dinastía Nazerita. Fastas plazas se hallaban á espaldas del Zacatín, sobre el rio Darro, desde el puente del Caraqtán, que lindaba con la Gallinería, hasta el lla- mado Asabaguín, frontero á la calle de Salamanca. AguLAR port., alomar, azuzar^ excitar á un perro para que se lance contra otro animal ó persona. Según Dozy, este verbo se formó del nombre de acción óys caul ó v'^ caa~ lasque significa: el acto de acrojarse sobre alguno. <( Acular ó cao equivale á excitar al perro á hacer la faula, es de- cir^ á arrojarse sobre alguno.» Esta etimología no me sa- tisface, porque el verbo jLc» cala solo denota arrojarse con furor contra alguno, pero no eüccitar, ni asurar. Para ser pasadera era menester que el verbo árabe tuviera la significación causativa de que carece. Acaso el portugués proceda de alguna dicción celta ó latino-rústica descono- cida. Me hace pensar así el encontrarse en el sánscrito los verbos sü y súd usados en el dialecto Vedico en el sentido de incitare, excitare. De existir la radical ¿'í¿<i en aquellas lenguas, como es lo probable, dada su comunidad de origen con la de la antigua India, el origen del verbo por- tugués sería indudable, sin más que la conversión de la d en /.• esta permutación se observa aun en la misma Iqxí-
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gua latina. Así, de dacrima se hizo lacrima^ de devWy gr. 8aT,p, sánscrito devar, levir, de Oojjasú;; Ulises. Del pro- pio modo en el idioma castellano la latina canda se con- virtió en cola, médica en mielga, medicina en mclecina. So- bre estos cambios eufónicos V. Bopp, Vergleich. Gramm. I, 29, 2." ed., y Diez, Gramm. des lang. Roman., 1, 218. Dado este cambio, la radical sud quedaría convertida en sal, la cual, precedida de una a prostética y adicionada con la terminación ar del infinitivo de los verbos de la primera conjugación, resultaría trasformada en acidar. Adafina cast, y mail., adeñna cast. Cierto género de giúsa- do que usaban los judíos en España. Academia. La forma adafina, la más moderna de las dos, se encuentra en la siguiente quintilla del Cancionero General motejando de judío á Juan Poeta:
El ara que es consagrada Y de piedra dura y fina De vuestra mano tocada , En un punto fué tornada, Ataifor con adafina. La arcaica adefina se registra en el Arcipreste de Hita, Cantares, copl. 755:
A Igunos en sus casas pasan con dos sardinas. En agenas posadas demandan gollerías. Desechan el carnero, piden las adefinas, Desian que non combrian tosino sin gallinas. En la respuesta que Juan de Guzman dá á Juan Alfonso de Baena (Cancionero de Baena, p. 457), se lee: Señor, non manjedes manjar d'ADEFYNA El qual gostaredes con grand amarguega. Por el qual sabor avrés gran per esa, De non replicar el dicho de Dyna. Finalmente, en la Crónica de los Reyes Católicos de Andrés Bernaldez, se dice hablando de los judíos: Nunca perdieron en el comer la costumbre judaica de manjares
y OLLETA DE ADEFINA.
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Inserto estos pasages, porque en ellos, y señaladamente en el del Cura de los Palacios, se halla la definición del vo- cablo adefina, el cual no tiene otro significado que el de puchero ú olla que los hebreos colocan al anochecer del viernes en un anafe, cubriéndola de rescoldo y brasas para comerla el sábado, prohibiéndoles su ley en estedia toda suerte de trabajos. Llamósele adañtia 6 adeñna, por- que la olla queda como sepultada en el anafe, y así lo en- tendió Gasiri al derivar aquel vocablo del verbo ^ dáfa- na, sepeliré. Losjudíos de la vecina costa africana, des- cendientes de los expulsados de España á fines del siglo XV por los Reyes Católicos, conservan estas prácticas de sus antepasados, dando el propio nombre de adefina ó adafina á la olla ó puchero que preparan el viernes en sus casas en la forma expresada en vez de llevarla al hor- no. Lo propio hacen hoy los que procedentes de Marrue- cos se hallan establecidos en nuestro país. Esta olla, sin otra excepción que la del jamón y tocino, se compone de los mismos manjares y condimentos que la nuestra. No es, pues, como se vé, ningún guisado especial de los ju- díos españoles. Así debió entenderlo Dozy al interpretar los siguientes versos que se hallan á la p. 445 del Cancio- nero de Baena:
Johan Garda, mi adefina Vos diré yo mucho cedo.
En los cuales Juan Alfonso de Baena declara á Juan García, hablando por metáfora, que vá á descubrirle sin dilación lo que encierra su olla ó adefina, es decir, su pen- samiento secreto y oculto, como están los manjares en aquella.
Como Guadix se limita á decir que adeñna, es comida de judíos (Die, ras. de la Bib. Colomb.) y Casiri que el vocablo castellano se deriva del verbo arábigo ^^ dáfana, ocultar, esconder, sepultar, enterrar, y como la etimolo- gía de Marina va fuera de todo buen discurso, sin que por otra parte Dozy haya suplido este vacío, creo necesario
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exponer mi opinión sobre ella. Indudablemente la dic- ción española es de origen arábigo y su raíz no es otra que la asignada por Gasiri y aceptada por el ilustre orien- talista holandés. En hebreo no hay ni siquiera rastro de semejante palabra. La cuestión está, pues, reducida á de- terminar la dicción arábiga de donde se haya derivado inmediatamente la castellana. Pues bien, esta no es otra que el adjetivo sustantivado jwá\JI ad-dañna, la oculta, cubierta, quitada de la vista. Y así como se dice sjuío \j* mará dafína^ mujer velada ó cubierta, debió decirse s-íaío íí.oo cadra dañna, olla oculta ó cubierta, y por la elip- sis de «.Jo cadra, olla, n-lJo dafina ó deñna, y con el art. sjLójJI ad-dañna ó ad-deñna, la oculta ó cubierta. Adagaha. Lo mismo que adarga.
Tanta AHAGARAforadar e passar Tanta loriga falssa desmanchar.
Poema del Cid, ed. Riv., p. 10, col. I.
AoAHALAant. cast., adehala cast., cat. y mall., adealá base, adehales pl. val., adheala malí. En Andalucía se entiende por adehala lo que el colono tiene que dar en especie por obligación al dueño de la finca, además de la renta esti- pulada. La adehala no es, pues, una donación graciosa que dependa de la voluntad del donante, es un apén- dice de la renta, exigible, como esta, por el propietario. Según resulta del libro de Habices (Ms. de la Bib. Ar^. de Granada) la adehala, limitada hoy á las fincas rústi- cas, se extendía en el siglo XV á los inquilinatos. Urrea deriva la palabra adahala de J.i-j déjala, que vale sacar alguna cosa ó entrar, porque se saca demás y entra con lo que se compra, y este término es usado en África». De acuerdo Engelmann con Urrea, y habiendo encontrado en Bocthor la palabra J^í-a» madjúl, que es de la misma raíz (dájala) en el sentido de einolumento, sospechó que ha debido existir un sustantivo ad-dájla con el mismo significado que el español adahala. Ha existido y existe
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con efecto, encontrándose en Kazimirski, en P. do Alca- lá y en el libro de Hahices con la acepción de enirada, palabra que en el uso usual y corriente es sinónima de emolumento y de renta. Es más, para mí la dicción rü^í ad-dajla no es otra cosa que el nombre de unidad de Jjs^l ad-dájl^ rente, revenue en Kazimirski.
«Esta etimología de Engelmann (que se halla también en Marina), dice Dozy, aunque verdadera en el fondo, no es de todo punto exacta, porque el acento de la voz espa- ñola (adahcíla) demuestra que la palabra árabe debe ser ad-dojála (jüLi^xíl). Cierto, añade, que en Freytag no se halla esta forma, pero se encuentra dos veces en Maccari, aunque en sentido distinto que la española adahala.yi
La acepción en que el historiador africano usa en los dos pasages citados por Dozy la palabra ad-dajála es la de entrada. Hablando en el primero de ellos (Analectas, I, 372) de los trece mil y tantos mancebos slavos que ha- bía en Medina Azzahra, dice: ^^ y^y?. J-^ ^ f^^' q* '^^^^=^^ y^j ^1 13 oj.^)j yiiil ^y\ (iYla entrada diaria para ellos de carne, sin contar toda suerte de aves y pescados ^ mon- taba á trece milarreldes.y) En el segundo (I, 384), ocupándo- se de Almanzor ben Abí Amer, cita á un cronista español en el cual se lee:- ^-^y^' ^^ («•^^' J^^ oül 12 ^j.í J^^'n.Iío n l^\S^ ^^LxAjsnJIj yiaJIj «que tenía una adahala ó entrada diaria de doce mil arreldes de carne, además de la caza, la volate- ría y el pescado.» Bien se comprende que en uno y otro pasagela voz ad-dajála debe reputarse como sinónima de ingreso para el consumo, pero no es menos cierto que su verdadera significación es la de entrada^ idéntica á la de ad-dajla^ la cual, según hemos visto, como nombre de unidad de ctd-dajl, debió tener en el habla popular y co- mún de los moros andaluces la acepción de renta, del propio modo que la forma ad-dajála de Almacari, de don- de indudablemente se derivó la palabra española adahala ó adehala, sin otra alteración que la ordinaria de repre- sentar el ja fuerte arábigo por nuestra h aspirada.
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Adala cast., adalá base, dala cast., cat., gall, y port. Ca- nal de madera que lleva á los imbornales el agua que sa- can las bombas. Canal de tablas colocadas en la proa para que las aguas puercas corran y no la ensucien. Castro. Diez tuvo el mal acuerdo de derivar esta voz de la arábiga dalála, ductus via^; ^Q YO líuge\mSíT\u le hizo ver que e infinitivo del verbo dalla no significa conducto de agua, sino la acción de señalar el camino. Más en su punto hu- biera estado el ilustre lexicógrafo alemán trayendo adata de JaJI at-tall, que en acepción de aquceductus se halla en R. Mactín, ó de JfjsJI ad-dál, que con la de ripa, canalis trae en su Glosario Raphelengio, á serle dado probar que el ci) ¿a del primer vocablo podía convertirse al pasar al castellano en d, ó que la significación del segundo era usual y corriente en los autores árabes. Pero como ni el ^ en principio ó medio de dicción se trasforma en d, ni los diccionarios clásicos dan á Jb dal el sentido que le atribuye Raphelengio, es menester buscar en otra parte el origen de las voces españolas. En mi sentir, nuestra adala ó dala, así como las francesas dalle, dalot, la an- glo-sajona dael, la alemana thai, las inglesas dalle, dale y las de la baja latinidad dayla, dailus, dalus, proceden de la antigua teutónica ó gótica dal, vocablo que, además de vallis, significa /ossa. Dcdle üel dale, léese en Ducange (Glos. in V. Day la), sumitur pro fossa in quam educantur sordes. Téngase en cuenta que en los dialectos del Norte de la Francia, como observa Scheller (Diet. d'Etym. /rang.), la voz dalle es sinónima de albañal, de la cual se deriva dalot, la canal que da salida á las aguas de los bu- ques. En cuanto al Jo tall de R. Martín y al Jb dal de Ra- phelengio hay que considerarlos como neologismos en el idioma árabe de la misma procedencia.
ADALm cast., a(iíí/í7 cast, y val., adalit val., cat. y malí., adelit cat. y malí., adail port. uE por esto los llaman Adalides, que quier tanto dezir, como guiadores; que ellos deuen auer en si todas estas cosas sobredichas para bien
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saber guiar las huestes é las caualgadas en tiempo de guerra.^^ Ley /, TU. XXII, Part. 2.""
Campana, taravilla, alcahueta, nin porra Jáquima, adalid nin guia nin andorra, Nunca le digas trotera, aunque por ti corra, Creo, que si esto goardares, que la vieja te acorra. Arcipreste de Hita, Cantares, copl. 900.
La Academia limita la significación de adalid al caudi- llo ó cabo de gente de guerra, grado superior en la mili- cia, como se declara en las Leyes de Partida, al de los Almocadenes y Almogábares (V. etiam Ortiz de Zúñiga, Anales de Sevilla).
He creido necesario citar al Arcipreste de Hita en de- mostración de que tal nombre se aplicaba á todo el que servía de guía ó guiador, perteneciera ó no á la milicia, que es lo que denota el vocablo J-JjJI ad-dalil en P. de Alcalá^ además de calador, corredor y principe de cosa- rios, dirigens en R. Martín, itineris ductor en el Arzobis- po D. Rodrigo (De rebus hisp., lib. HI, cap. 24). En este sentido se halla también usado por nuestros clásicos. En Cervantes se lee (Rinconete y Cortadillo): «Avisóles su adalid de los puestos donde habían de acudir.»
La forma adalil, exactísima transcripción de la arábi- ga, se encuentra en el Repartimiento de Sevilla hecho por D. Alfonso X, y en el siguiente pasage del privilegio dado por este monarca ala misma ciudad (V . Memorial his- tórico, vol. 1, 15): «...asy como las amojonaron elas deter- minaron por mió mandado el Obispo D. Remondo de Sego- via é Gonzalo García de Torquemada, é Ruy Lopez de Mendoza^ é Pedro Blasco el Adalil, é Ferrand Servicial.» Aunque la voz portuguesa adail tiene la misma significa- ción que adalid, como Santa Rosa la hace una con lapa- labra zaga, que en nuestro romance castellano tiene una acepción de todo punto diversa, debo dar explicación de esta sinonimia. Escribe el lexicógrafo portugués in v. adail: «Este oficio es tan antiguo como el Reino, mas con
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otro nombre: llamaron Zaga al que después A(1ail.>> En el Fuero de Thomar de 1162, se dice: Depreda de Fos.^a- da non detis, nisi ad Zagam dtias partes, et vobis renia- neant duce, y en su versión al habla vulgar del siglo XIII, se lee: aE derouho,6defomdo non dedes senáo ao Adají á duas partes, é á vos flquem as daas partes.» Pues bien, la voz arcaica portuguesa ^a^cf^ sustituida en la traduc- ción por adail, no es otra cosa sino la arábiga n*^ .viya, ductor en R. Martín, cuyo ^Ji transcrito por la -^^ Y el c por la g, produjo :^iga ó :^aga, mediante el cambio del kesra por la a. Sobre estos cambios eufónicos véase la intro- ducción de esta obra.
La etimología de la voz Adalid se encuentra en Guadix (Die. ms. de la Bibl. Colonib.), Cañes y Marina. Adama. Sustento, comida, pedazo de pan^ lo que se necesi- ta para vivir.
Ta estabas coy tada poblé sin buena fama. Onde hobieses cobro, non tenias adama. Ayúdete con algo, fui grand tiempo tu ama, ■ Consejasme agora, que pierda la mi alma.
Arcipreste de Hita, Cantares, copl. 1329.
Este vocablo viene de JUjiIaJl at-taama, comida, sustento, nourriture en Marcel, sustituido el ta enfático de la dic- ción arábiga por la d de adama, ó de *£jJI ad-daám, apo- yo, sostén en Kazimirski, si se prefiere dar esta última interpretación al vocablo Adama del Arcipreste.
No se me alcanza por qué han omitido Engelmann, Do- zy y Alix esta palabra en sus Glosarios, ni me satisface la acepción de arbitrio, remedio que le dan Sánchez y Janer. Adan^ hombre, de dtk adam, homo (ruber en Gesenio). Como nombre propio del primer hombre viene de dikh Hadam. Adamus. V. Federico Leopoldo, Lex. Hebr. et Chald.
Se da este nombre por metáfora al muy desamparado y pobre ó al que anda medio desnudo.
En los baños de Man;2 añares los Adanes y las Ecos de
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la Corte, fregados más de la arena que limpios de agua, etc. Velez de Guevara, Diablo Co/uelo, ap. Castro, Die.
Adaraga. Lo mismo que adarga.
i^Et no traen armadura ninguna sinon adaragas de cuerpo, et las sus armas son azagayas que lanzan, espa- das con que ñeren, etpor que se tienen tan ligeramente
' pueden andar mucho.)) D. Juan Manuel^ El Libro de los Castigos, cap. LXXV.
Abaraja, adra/a. Nombre que se da á los dentellones que se dejan de propósito en las paredes al levantarlas, con objeto de enlazar lo hecho con lo que resta por hacer ó con la pared que se piensa erigir. Dase también este nom- bre á los dientes alternativamente salientes y entrantes que forman el adorno principal de los racimos (Racimo es la pina o adorno en forma de cono invertido que pende de la clave de algunos techos góticos ó armaduras de madera). Lafuente Alcántara, de quien es esta última de- finición de la palabra adaraj'a, tomada, al decir de Dozy, del Breve Compendio de la carpintería de lo blanco de Diego Lopez de Arenas, no debió circunscribir á la clave de los techos góticos un adorno que se encuentra en las ensambladuras mudejares. Procede la voz Adarajaáe la arábiga n^.jJI ad-daracha ó ad-daraja (representado el „ por la y, cuyo sonido era en lo antiguo el mismo), grada para subir , escalón de escalera en P. de Alcalá, gradas en R. Martín. La etimología es de Alix, aunque la trae Mü- 11er en su trabajo Sobre las palabras arctbigas incorpora- das á la lengua española. V. Sit^ungsberichte cler Kónigl. bayer. Akademie der Wissenschaften, Sesión de 2 de No- viembre de 1861, p. 41.
Adárame ant. Lo mismo que adarme.
Sácanse alquilé, rabé, ciue tienen acento agudo en la úl- tima, ó en la antepenúltima, aquestos: ánade, xénabe, adá- rame, etc. Nebrija, Gramática Castellana, citada por la Academia.
Adarba cast, y malí. Mina de oro. Oudín, Tesoro. Yo creo
que esta voz viene de v^^íoüI adz-dsáháb, oro, mediante la sustitución de una r eufónica por la A y la elipsis de ^^a»* maádan, mina (nuestro almadén), que, á ser Adarba de origen arábigo, ha debido precederla. Adarbe. Lo mismo que adarve. Adarca (ant. de Aragón). Lo mismo que adarga.
De meas autem armas, qui ad varones et camilleros pertinent, sellas de argento, et frenos, et bruñios, et spa- tas, et ADARCAS, et gelmos dimitto ad Sanctiiim, ñUiwi meumy etc. Test, de D. Ramiro de Aragón. Yepes, Coron. de la Ord. de S. Benito. Adarga cast., gall., cat. y mall., adarguea base. y adargues, pl., val., darga cat. y port. Escudo de cuero que usaban los árabes españoles.
Bien rompían las adargas Con las fojas del asero, Don Garpi Peres de Bargas Non fue mejor cauallero. (Poema de Alfonso onceno, copl. 1765). Esta voz puede derivarse, según Guadix, Marina y En- gelmann, de tó^jJI ad-dáraca^ que en significación de es- cudo traen R. Martín y P. de Alcalá, ó de x/.jJl ad-dáraka que el docto monge Jerónimo trascribe daraqua en co- rrespondencia de adaragadante^ y darqaa ('U'.o) por Es- cudo assi. Yo me inclino á esta última forma, como más ajustada á la dicción española, pues precedida del artícu- lo y suavizado el ü) en p resulta nuestra adarga.
En R. Martín se halla r¿Jp targa en el mismo sentido; pero entiendo que esta palabra es simple trascripción de la española y provenzal tarja, fr. targe, que se registra ya en la baja latinidad (V. Dacange in v. targa), la cual viene, á mi parecer, de la latina tergum, el escudo de cue- ro, con preferencia á la antigua alemana sarga, de donde la trae Grimm (Deutsche Grammatik, III, 445), cuya opi- nión adopta Diez (Etym. Wórterbuch der román. Spra- chen) y siguen Donkin, Scheler y Brachet. Estos escudos
49- usados por los españoles (AhhacL, II, 201) fueron adop- tados por los árabes.
Sobre la importación en Oriente de esta suerte de es- cudos por los cruzados, V. Dozy, Suplemento in v. ^^li>^ Adárgama ant. Harina de flor sacada del acemite y pan he- cho con esta harina.
En el primer sentido se halla en Aviñon, Medie. Sevi- llana, cap. 10, que cita la Acad,, nY toman aquel acemite é muelenlo muy bien y esto es llamado adárgama.» En el se- gando lo trae Sánchez de Oropesa, Tratado del mal de orina, donde se lee: ((.Hay aquí (en Sevilla) otro pan que por regalo se hace, aunque no para vender, ciue llaman de adárgama: el nombre casi hallo en Aver roes que llama un género de pan darmado.»
Una y otra acepción tiene la adárgama en lasOrdejian- zas de Sevilla, Tit. de la farina del adárgama y almodon, fol. 74 V. ((Cualquier panadera que vendiere pan de farina, seca por almodon, ó almodon por adárgama que por la primera ve;; cpie peche doze marauedis al Almotacén, y por la segunda veynte y cuatro marauedis, y por la ter- cera ve.z que pierda el pan, y sea para los sobredichos, y que la pongan en la picota.))
La voz adárgama es metátesis de la perso-arábiga ^S*y^^(f^darmak, farina en K.'MdiViin, harina, trigo can- dial en P. de Alcalá. Marina y Alix dan por etimología el nombre colectivo y Engelmann el de unidad ?íX..oJI ad- darmaka, que se encuentra en Kazimirski y Freytag con la significación de pañis e similagine paratus. Adarme cast, y port., adarmea basc.^ adárm, adarám val., dej^5)^uxJÍ ad-dirhem. Guadix y Urrea. Marina dala misma etimología, derivando la voz arábiga de la persiana ^^jo) ad-dáram, nonien ponderis duodecim ^>.)^ caratiorum, sin considerar que el vocablo dirheni no es más que una alteración del griego ^y-'/wr',, como lo hacen notar Rosal y Engelmann, latín drachma, con la doble significación dé
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joeso y de monerfa que tiene la voz de que procede. V. Freytag, Lex. in v. j^y. Adarve cast, y port., adarbea base, adarc malí., asarce port. Covarrubias define esta voz: «el espacio que hay en lo alto del muro de las fortalezas sobre que se levantan las almenas, y cuanto más ancho es el muro, tanto es él más espacioso.» En este sentido se encuentra usada la voz adarve en la copla 204 de El Libro de Alejandro: Que ya querían los defuera al adarve entrar Mas bien gelo sabían los de dentro uedar, y en estos versos del Romance viejo: A tal anda D. García Por un ADARVE adelante. El refrán (iAbájanse los adarves y áUanse los mulada- res)) ^ que cita Covarrubias en su artículo adarve^ abona, con aquellas autoridades, su definición. Pero es ol caso que, demás de esta^ la palabra adarve tenía de antiguo entre nosotros la acepción de muro^ como lo declara el siguiente pasage de la Vida de S. Millan de Gonzalo de Berceo (copl. 290):
Empezóla á lidiar muy denodadamente Quebrantar los Adarves por llegar á la yent, Darlis mala pitanza, non sabroso present, Qual meregia tal pueblo tan desobedient. Muro y adarve, dice á este propósito Juan de Valdés (Diálogo de la leng., ap. Mayans y Sisear, Orig. de la leng. Española, I, p. 137), son una misma cosa; y así, an- tes diré muro que adarve.
Esta última significación, además de los lugares cita- dos por Dozy en su art. Adarve, se encuentra en las Or- denanzas de Granada, fol. 123 v., tit. 53^ Ord. de los Ta- berneros, donde se lee: Que no se venda vino fuera de los ADARVES, y en el Libro de las costumbres, que va á segui- da de la Real Provisión sobre aguas del Rey D. Felipe II al Ldo. Loaysa, se dan por linderos al Carmen de los Chi- layrines, situado en el pago del Mafrox, el adarve de la
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Ciudad y el camino que baja de la puerta de Fajalauza al Hospital Real.
En ambas acepciones, pues, se usó por los árabes espa- ñoles el vocablo adarve, á saber: en la de camino de ron- da situado sobre el macizo de la parte superior del muro, y en la de muro ó muralla. En el primer sentido, dice Abul Walid, citado por Dozy (Supl. in v. V;0): K^L^ Jyy^í o.L> ?ojÍ£. j^4.í::*=\;5 i^>ÁJI ...bC^J Juáp» i ^jjjm^\ y^^i )5-^' nj*^ 0-5^- J^^^ El muro interior es un pequeño muro que está sobre la muralla cerca de la cortina ó lienzo de la misma, y al es- pacio ó lugar que comprende se llama entre nosotros adarbe.
Dozy que^ siguiendo á Müller, había dado en su Glosa- rio por etimología de Adarve la arábiga 7¡^jS¿] ads-adsir- we 6 adsorwe (almena), desentendiéndose del vy de Ma- rina, se rectifica en su Suplemento, diciéndonos, á conti- nuación del pasage transcrito, que lj.o es el origen de nuestro vocablo adarve, y, como el arábigo no tiene otro valoren Freytag, Kazimirski y Lane que el de camino, ruta, calle, puerta ^desfiladero (via angustaper montes), añade que aquel término se dio por extensión á la mura- lla. No lo dieron ciertamente los españoles, sino los ára- bes andaluces, de quienes aquellos lo tomaron, como lo demuestra el siguiente pasage de una escritura de com- pra venta otorgada en Granada á fines del siglo XV: «^a»?w
(j^?.JQ^\ '7-^j. j^ Njy^ ^tvs^l ^ Qí' '^j^ f-5c¿JI que Micer Ambro- sio Xarafí romancea: Toda la haza que está cerca del Adarve Ayatril (léase Ax-xaril), que alinda por la parte solana con la Acequia, é por la parte del Zierzo con la tia del vendedor (de ambos) Omalfata, é por la parte de Levante con el (hijo del) tio de dicho vendedor Tahyr é por la parte de Poniente con el camino.
Entre los moros granadinos era frecuente el empleo de adarve por muralla. En un libro de escrituras del año de 1495, que se conserva en el Archivo municipal, se halla la
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palabra Darhalmoco, como denominación del muro que había por aquél tiempo sobre el rio Darro á espaldas del Caraqaíii (la zapatería), y en el Libro de Habicas varios lienzos del muro de la ciudad morisca llevan respectiva- mente los nombres de Darbalcata (el adarve del corte), Darbalgetue (el adarve del nogal), Darbalhanra (el adar- ve rojo ó de la Alhambra), Barba albaija^iin (el adarve del Albaicín ó de los alconeros), etc.
La palabra Adarve tiene también la signiricación de Alarve, como se lee en la copia CLXXXlll de /<;/ hihrri ri- to ó las trescientas de Juan de Mena: O bolaeremos á ser sometidos A aquellos adarues maguer no dcuamos, Porque los tuyos muriendo podamos Ser dichos muertos j, más nunca, cencidos. AoAgAMA, adacema port. V. a^ofama. Adaza cast., «<i«c^~a cat. y mail., «r/aj?a cat., dtiuti \;d. é ibicense. Esta voz tiene diferentes acepciones. K. Martín la trae como sinónima de mélica, vicia, dándole por co- rrespondencia arábiga ^ujüas catniya, bajo cuyo nombre genérico se comprenden todas las farináceas, como alu- bias, chícharos, arvejas, garbanzos, habas y lentejas. En cast, adaza (término pr. de Aragón) es, según la Acade- mia, una planta semejante al maiz en el tallo y en la hoja y mazorca. Su grano es como el mijo, y se emplea para pasto de las caballerías en Aragón y Valencia. En cat. y malí, la adac:^a es una planta que se parece al trigo mo- runo y su simiente á la del mijo. La etimología que co- rresponde á las formas cat., mall, y val. es jwJíjJI ad-dac- sa, grana parva, milio similia en Freytag, y á la cast. jUwO^ adasa (Alix), aruej'a en P. de Alcalá, lens en R. Mar- tín, Freytag y Kazimirski. Adazal. Describiendo la pesca del atún, dice Gaspar de Es- colano (Hist, de Valencia, lib. IV, p. 730): De estas redes, la una es de esparto y llámanla adagal, la otra de cáñamo y llámanla cinta gorda.
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Dozy deriva esta voz valenciana, que no se encuentra en Escrig (Die. val.-cast., 2/ ecl.), de ^UoJI ad-disár que en el árabe clásico significa una cuerda heciía de fibras de palmera, nombre, añade, que puede aplicarse muy bien á una red hecha de esparto. No encuentro en los diccio- narios la acepción de cuerda que da Dozy á la voz ^L«o, ■ pues el filaceum quid ex fibris truncipalmm, quo ceu stu- pa stipantur ncwis rimce no es, para mí, más que la hila- za de las fibras del tronco de la palmera, con la cual, co- mo con la estopa, se calafatean las hendiduras de la nave. Es, pues, el filaceum una suerte de estopa y no una cuer- da, y así lo entendió Kazimirski, que solo da la última significación y la de clavo á la voz^Lv^.
Acaso el ada:2al de Escolano venga del árabe Jhy) alua- sál, esparto en Bocthor, y permutado el lam del art. por la d (cf. adarue por alarbe en Juan de Mena), aduasal, y con la síncopa del j adazal.
Adefera. Según el P. Guadix (Die. ms. de la Bibl. Colomb.) es una suerte y pieza de azulejos y las cintillas es todo una pieza. Esta voz, que no se encuentra en el Die. de la Aca- demia, se deriva de s^aíJ) ad-dejira, trenza, trenza de ca- bello, banda en Kazimirski, crinis en R. Martín, crines plexi en Freytag, trancado (por trenza) de mujer en P. de Alcalá^ por el entrelazado que, á modo de trenza^ forman las cintas de los azulejos en los zócalos de las tarbeas ó aposentos moriscos, y acaso también por la banda de pi- nas ó almenillas que los corona. Aben-Batuta (Viajes, IIÍ, 380 y 386) trae el pl. de adefira en el sentido de red y de trenza, y en los Libros del Saber de Astronomía del Rey Sabio (I^ hb. II, p. 70) la palabra arábiga es sinónima de lazo: «Et a estas tres, que son la sessena. et la setena, et la ochena. et son fuera de la forma, dizen acafera. que quier dezir laso.»
Adefina. Lo mismo que adafina.
Adejije, adijeje. Nombre que dan los Árabes á la constela- ción del Cisne. Alix deriva esta voz del colectivo -.Ls-jsJI
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ad-dechách, gallina; pero encaja mejor con la forma es- pañola el nombre de unidad s^i.^^1 ad-dechache , y por la imcla adechiche 6 adejije, dando á la j, como lo tenía en lo antiguo, la pronunciación de la ch.
Adel, adelo, adellú port. Ropavejero que vende fato ñas feiras e pelas rúas, de 3ío¿\ ad-dallál, corredor de mer- cadurías en P. de Alcalá, prendero, buhonero, chalán, el hombre que publica en alta voz las cosas que se venden y el precio que dan por ellas, agente medianero entre el comprador y el vendedor en el P. Lerchundi (Diccionario ms. del dialecto aráhigo-marroqtU). La etimología es de Sonsa.
Adelfa cast, y port., metátesis de sJlsoJI ad-defla, hcrba qmv dicitur baladre en R. Martín. Es el Nerio de Dioscórides, llamado de los unos poSoSa-^^vi, rododaphne, y po5o8£v5pov, rododendro de otros, el neritim oleander de Aben Albei- \hñv( Trait, des simp., trad. Leclerc, II, p. í'S). Rosal seña- ló el origen griego de este vocablo que, con efecto, no es más que una alteración de Báovir;, cuya n se convirtió en / al pasar ó la lengua arábiga. Entre los musulmanes es- pañoles se usó de antiguo la forma v«¿JjJI ad-delf, como se lee en Aben-Alchazzár bajo ^Ij4j el jazmín silvestre, se- gún observación del Dr. Simonet. De esta forma vulgar deriva Casiri nuestra Adelfa, fundándose en que vjjol, de donde la trae Engelmann, pertenece á la lengua culta. No estoy yo lejos de este parecer; pero en todo caso daría por origen del vocablo español el nombre de unidad -üijjjl ad-delfa, cuya forma se encuentra en el P. Lerclnuuli (Die. ms. del dialecto arábigo-marroquí).
Adema, ademe. El madero que sirve para apuntalar las mi- nas, la cubierta ó forro de madera con que se aseguran y resguardan los tiros, pilares y labores de las minas. Aca- demia. Alix y Müller derivan estas voces de la arábiga R^^Oiil ad-dima, pilar, viga, columna; pero á mí me parece preferible la forma ^Uxtuxi) ad-daima, y por reducción del diptongo ai en e, ad-dema ó adema que trae R. Martín
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^ov fíilcimentum, apoyo, sostén, todo lo que sirve de apo- yo ó sostén.
Aderra. En Aragón es la maromilla de esparto con que se aprieta el orujo. Casiri, Marina, Alix y MüUer derivan es- ta voz de jf.LxJI ad-dirra^ strophium ex fane aliave re coii- testum en Golio, apretador, faja ó ceñidor hecho de cuerda ó de otra cosa. Rechazó Dozy esta etimología fundándose en que la voz arábiga solo denotaba el vergajo del toro ó una suerte de azote hecho de cuerdas retorcidas para dar golpes. Cierto que en Freytag se halla esta significación juntamente con la de Golio, y que Kazimirski interpreta el vocablo por cuerda y pañuelo retorcido para pegar; pero entiendo que no debe confundirse la una con la otra acepción. Abona mi parecer el encontrarse en Alcalá la voz aderra en el sentido de estera delgada de pared, y aunque los ruedos ó esterillos de esparto en que se pone el orujo son de suyo gruesos y toscos, com© es la pleita de que se hacen y las tomizas con que se atan antes de meterlos en la viga de la almazara, el hecho es que la ma- teria es la misma. Por mi parte, prefiero esta etimología á la de s^jJl ad-deira de Dozy, que vale una cosa que ro- dea en Freytag y cincha en Aben-Batuta (Viajes, III, pá- gina 223).
Adeza. Describiendo Juan Lorenzo de Segura á la reina Ca- lectrix, dice:
La heldat de los oíos era fiera nobleza, Las pestannas mesturadas de continual adeza Quando bien los abria era fiera j adeza A Cristiano por fecho tolrrie^ toda pereza. (El Lib. de Alexandre, copl. 1714). En el Glosario de Sánchez se explica adeza por pintu- ra, colorido y, con eíectOj aquella voz no es, en mi sentir, más que la arábiga ju.ooJI ad-dobsa y, sincopada la 6 y mu- dada la o en e, adesa que R. Martín trae en significación de nigredo, negrura, color negro.
Adiafa cast., diafa port. Refresco que solía darse á los ma-
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rineros al llegar al puerto después de un viaje. En portu- gués, lo que se da á los obreros, ó más de su salario, después de rematado el trabajo. Es la voz arábiga si^-iáj' ad-diíjafa, convivium, hospitari, (hóspitalitas) en R. Mar- tín, conhite, presente que se da al huésped en P. de Alcalá. Á las citas de autores árabes que trae Dozy, en que se registra el vocablo, puede añadirse Aben Batuta (Viajes, IV, p. 138). La etimología es de Alix y Müller.
Adibal gall., adival port. Soga gruesa y larga para atar las cargas de los carros y otros usos. Medida agraria hecha con cuerdas. En el siglo XIII compró el Monasterio de San Juan de Tarouca una heredad que tenía XI adiva- LEs in ampio et in longo. Santa Rosa^ Elucidario, p. 55. En el mismo autor se halla el pl. adiraes con igual signi- ficación.
Vienen estas voces déla arábiga Jf^l aX-tiical, cuerda, funis en R. Martín, ó\Jo tuiral on Dombay (Gramm. ling. Mauro-Arab., p. 92).
Adinas pl. Lo mismo que adivas.
«Esta inflamación (la parótida) es la que la Albcitería llama adicas, aunque su nombre propio es adinas.» Gar- cía Cabrero, Albeit., cap. 24, p. 150. Yo creo que esta for- ma, que se encuentra en Tamariz, de quien la han copia- do otros autores, es errata de adiuas.
AoiVAcast., adibac base. Cierta inflamación de garganta en las bestias. Acad. Casiri, Marina, Alix y Engelmann de- rivan esta voz de la arábiga RaíÁíI ad:^-dziüa, morbi species qua affici solet guttur jwnenti en Freytag.
El caballo con el miedo huyó aguas vicos ^ Habia mucho comido de yerbas muy esquivas. Iba mucho cansado, tomáronlo adivas; Ansí mueren los locos golosos do tu ibas. (Arcipreste de Hita, copl. 292).
Adive, adiva cast, y malí., adibe port., adire malí. Cierta suerte de lobo ó zorra que vive en los desiertos de África y en el Oriente; oculto de día, caza animales pequeños
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durante la noche con el auxilio de otros de su misma especie.
(^Et otras bestias pequeñas ha. y que cazan cazas peque- ñas et de noche á fuerza, et con engaño, asi como ximios é ADivES, et raposos, et maimones, etc. y) (Libro del Caballero et del Escudero del infante D. Juan
• Manuel, cap. XL).
Marina, Alix y Engelmann traen esta voz de la arábiga ^j^.ÁJI adz-dsib, lupus en R. Martín, lobo en P. de Alcalá. El nombre femenino adioa es trascripción de najÁJI ad-dz- iba, lupa en el lexicógrafo catalán. Dice Engelmann en la primera ed. de su Glosario, que no debía traducirse esta palabra por lobo; porque, según Almacari (Analec- tas, I, 122), aunque había en España un animal salvaje llamado lobo, era, sin embargo, un poco más grande que el adive. En el juicio que de esta obra hizo M. Defrémery en el Journal Asicdique (5.^ serie, t. XIX, p. 82) se lee á propósito del vocablo español adive: que en la Argelia, según el Dr. Lagger, los indígenas usan constantemente de la palabra V/;7^ por chacal, añadiendo, que las descrip- ciones que los poetas y los naturalistas árabes hacen del dib no pueden aplicarse más que al lobo. Á pesar de esto, Dozy afirma que el español adive y el port, adibe han in- dicado siempre el mismo animal, pero nunca al lobo, y avmque P. de Alcalá traduce lobo por dib, cree, no obs- tante, que la gente popular y común de la España sarra- cena designaba con aquél nombre al chacal. La verdad es que no autorizan en absoluto esta conclusión los lexi- cógrafos españoles citados, si bien, hasta cierto punto, abona el parecer de Dozy el encontrarse en P. de Alcalá en correspondencia de uva de raposa las palabras arábi- gas ainab a dib, por donde se ve que el vocablo dib era expresivo de lobo y de raposo entre los moros grana- dinos.
Adobar cast., cat., malí, y val. Curtir las pieles. Esta voz viene, como se lee en Gañes, del verbo arábigo ^ daba-
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ga, tanner en Kazimirski, adobar, curtir las pieles en el P. Lorchundi. Así lo demuestra el siguiente pasage del Tratado que eu el año de 1339 celebró el rey I). Jaime de Mnllorca con el sultán de Marruecos Abullia(,-an All: jLt ^
^,xj\ j ^ju¿\ ^* '-¿j^A- >i j b-jJU* L\JL=^ '^J _5 ^iUi- ^) j L^X--, cu- ya antigua versión cíUaíana dice: iJteni q'rlít nw/r-adcrs dol Seyor rey do M(U(,^i'cha no traf/unn de la terra del Se- !/()/• rey don Atjolchacen earfu/ls ni arn)e.<i, ni htat, ni ri/yrs .^(dfftj ni ADüBATZ, .so.s' ú Sfiboi'.' cnyrs de bnits e deOcfchs (léase cabras). Chortes inéditos de la Bibl. Royale en dial. cat, OIL en arab., publicadas por M. ChampoUion Figeac. Donde se vé que el vocablo catalán adubítt^ responde al arábigo -¿^v, adobado. De dabn(/a por \u aiilei>osición de una rt prostética, permutación de la vocal de la primera i'adical en o, apócope de la sílaba final y adición de la terminación r/r del inflnitiví^ í1(^1 verbo eash'H.-uio ^(> for- mó adobar. Adobe casi., adoba, adoca. port. Hierros que ponen en los pies de un criminal.
Cuando le viú, preguntóle cómo tardara tantOy é >/ le traía ú don Boyntonte, 6 al duque GudufrCy é al duque de Norniandía, é á Tomás de la Feria, é ó don Yugo Lo- fuaines, é á los otros ricos hombres con ellos, en buenas cadenas é en adores de ñerro. La Gran Conquista de Ul- tramar, lib. 2.% cap. CCIX, p. 292, ed. Riv.
Á mi parecer, el vocablo adobe se deriva del arábigo <^>^\ ad-daba, repágala mferreum en Freytag, sinónimo de oectis en Forcellini, es decir, pasador, cerrojo, como lo es la barra ó barreta cilindrica que atraviesa los extre- mos de las argollas que forman los grillo^;. En H. Martín se encuentra la palabra nx*¿JI ad-daba en correspondencia de nébula t sinónima también de vectis. Adobe cast, y port., adob y atoha val., adobo port., de jojIaJI ai-tobe, later en R. Martín, forma arábigo-española, cuyo plural es y^l at-tob. Et otra oe^ estando Romayquia en
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ana cámara sobre el rio vio una inajer que eaíaba. descal- j« revolviendo lodo cerca el rio para facer adobes. El Conde Lucanor, Enx. XXX. Adonai. V^oz hebrea que expresa uno de los nombres de Dios. Quiere decir Señor. Santaella. Voc. Eclesiástico. Viene de ijis adonai, dominas. En la Biblia vieja de Fe- rrara, en los Salmos de León Hebreo y en el Cancionero de Baena, p. 83, se halla la forma Adonay.
Su padre de aqueste, un Dios conosgido, Sabet que non ouo por nonbre hagundo Sy non Adonay.... Adoquín cast., adoqui val. La piedra cuadrilonga de sillería que sirve para empedrados y otros usos. Dozy deriva esta voz de la arábiga ^4So^\ ad-doccán 6 ad-docquin por la iméla, según la pronimciación de los moros granadinos. Pero es el caso, que la dicción ^^LO, á pesar de las autori- dades que aduce, inclusa la para él decisiva de Aben Batuta ( Viajes, I, 30), no significa otra cosa que el locus altior et planus in quo sedet mercator et merces suas ex- ponit, officina en Freytag, tienda en Kazimirski y Lane, sinónima de ¿jj-íL^-, un 'sfó ó banco ancho de piedra ó la- drillo arrimado generalmente á un muro, bancas, opera- torium en R. Martín, pero no piedra para pavimentar las calles.
Á mi parecer la palabra adoquín no es más que la trans- posición de la arabizada ^^\SS cad:sd;sán ó ^JoS caddán que, según Alcheuhari, es ^l\* L^L/ ay¿.. ?.L:s\^ una piedra blanda á modo de barro seco, lapiduní species qui luti instar molles sunt en Freytag. Sin embargo, muchos pa- sages de autores árabes, dice Dozy en su Suplemento, pa- recen indicar que es más bien una piedra ¿/¿í/yí^ como lo ha hecho notar W. Wright en su Glosario sobre Aben Cho- bayr. En Aben lyás, citado por Quatremére (Recherches sur l'Egypte, 282, n. b.), añade el ilustre orientalista, se lee: la piedra de cadsdzán es una piedra que emplean en los pavimentos de las casas y en los peldaños de las es-
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caleras. Todos los edificios (de Palermo), escribe Aben Chobayr, están construidos con piedras labradas, conoci- das por «/mt/^cL-^f^/zY^/ie ^r«rí?/.s of Ibn Jobaijr, p. 3.%). El Idrisi (Geogi-afícij I, p. 263, ap. W. Wright, Glos. Choh., 30) afirma que las casas de Gartago se hallan labradas con piedras calcáreas duras de bondad incomparable de la especie llamada ^Lv< caddán. Esta suerte de piedras, usadas, como se ha visto, para pavimentar las casas, pu- do aplicarse al empedrado de las calles. Fundado en las palabras del Idrisi ^<-'' qLvC'I (p. 211) alraddán al-lnquí, cree Dozy que dichas piedras venían probablemente del puerto de Locca en África. En cuanto al vocablo, el docto lexicógrafo lo reputa de origen extranjero, comparándolo con 6 xa'ia; que tiene en el griego moderno la misma sig- nificación. Más natural, á mi ver, parecía buscar su al- curnia en los idiomas africanos, dada la procedencia de aquella piedra. Y á este propósito es de observar que en los dialectos de las cabilas de Argel se encuentra la pala- bra ¿¿ol adgag, pl. ^yuiol adgaguen en Marcel en la acep- ción de prerf/Yí, y bajo las formas respectivamente ^L¿jl adgág y ad'ra'av, pl. i-cn en el Die. Fr(in(,'.-Berbúre y en el Fran^ais-kabyle del P. Oliver, donde el p está represen- tado por la r.
De caddán, por la metátesis, se hizo dacáii, por la imó- ía daquín y con el artículo adaquin ó adoquiíK mudada la a de la primera radical en o.
También pudiera acaecer que el término adoquin no sea más que el adjetivo posesivo Lcqui, nombre que da Idrisi, indicando á la vez su origen, á este linaje de pie- dra, como lo son aceituní, formado de Zeitún (la ciudad China Tseuthung) y mazarí (cierta suerte de ladrillo) de Misr (Egipto). En esta hipótesis, sin otra novedad que la elipsis de qI^x^'I alcaddán y la sustitución de la / de ^_^' allocquí ipor nuestra d^ tendríamos adoquí, forma valen- ciana de la palabra española adoquín que, en tal caso, ven- dría del pl. del nombre arábigo sustantivado.
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Ador. Turno en el riego. Borao. Esta voz aragonesa, sinó- nima de adra y dala, la traen Gasiri, Marina, Alix y Dozy de .^A.t| ad-daur, círculo, vuelta^ período.
Adra. En la mayor parte de Castilla la Vieja el turno esta- blecido entre los barrios de un pueblo para el reparti- miento de alguna contribución ó carga concejil. Acade-
. mia. Guarda de los puercos que se hace por vecindad en las sierras de Buytrago. Marina. En el primer sentido, su etimología es íí.Lv'I ad-dara y por contracción adra, vuel- ta, turno, círculo, como dice el escritor citado. En el se- gundo, no es más que corrupción de ^jlXj'I ad-dula, grex, rebaño, manada, ya de cerdos ó de cualquier otro ganado mayor ó menor en Dombay y Lerchundi.
La interpretación de pecho ó tributo que da Marina al vocablo adra, que se halla en el Cronicón de Cárdena: este rey dio las adras á Santiago en todo su reino pudiera sustituirse por renta, en cuya hipótesis la voz adra podría considerarse como corrupción de }J^oJ¡\ ad-dajl ó nÜ^xJI ad-daj la (rente, revenue en Kazimirski, como hemos visto en la palabra adahala), por contracción y síncopa de la y adl y adkty y, mediante el cambio de la I por la r, adra.
Adrassana, adressajiacai. y malí. Lo mismo que atajxuana.
Adrelle. Lo mismo que arrelde.
....et dent síngalos adrelles de sevo. Fueros *de Villavicencio^ ap. Muñoz y Romero, Colee, de Fueros Municipales, p. 173.
Aduana cast., cat., mall, y port., aduana base, aduanes pi. val. Urrea, Guadix, Cañes, Sousa y Engelmann derivan esta voz de la perso-arábiga ^[5.:^ ad-diwan, pero corres- ponde más á la forma española la arábigo-marroquí íoJ^ílNj'I ad-diwana que se encuentra en el P. Lerchundi y se echa de menos en el Suplemento de Dozy. Según Sousa, ade- más de edificio ó lugar en que los administradores de la Real Hacienda cobran los derechos impuestos á las mer- caderías, la voz Aduana se emplea también para signifl car el consejo ó junta de los Ministros de Estado. La
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etimología es la misma que la anterior, encontrándose la voz en Freytagen la acepción de sonatitSy consilium.
Aduar cast., cat., mall, y port., aduars pi. val. Población movible entre los árabes, compuesta de tiendas, chozas ó cabanas. Academia.
Cada ADUAR es una población de ciento ó ciento y cin- cuenta tiendas puestas en rueda. Marmol, Descrip. gene- ral de África, Lib. I, cap. XXIX, fol. 36 v.
Alix deriva esta voz de ^lyl aduar pl. de ^b siguiendo á Kazimirski, en el cual se lee que este vocablo es cono- cido en Europa bajo la forma de douarSy de donde los es- pañoles tomaron la palabra adiatr para significar las ba- rracas ó rancherías de los jitanos. De las dos etimologías dadas por Marina y Engclmann se decidió Dozy por la de .IjjJI ad'dauícar, mansio en R. Martín, ^lyJI ad-duar en Marcel. Como ambos orígenes son acepl iblcs, yo dej(i al curioso lector que se decida por el qur más le plazca. Debo, sin embargo, advertir que á Urrea corresponde el honor de haber designado la raíz arábiga de donde pro- cede el vocablo castellano, y al P. Guadix la etimología ' de ^Ijol ao?í/ár, vocablo que interpreta (V. Die. ms. de la. Bibl. Colomb.) por cerco, círculo en Marcel que es, como hemos visto en el pasage de Marmol, la disposición que guardan en su asiento las tiendas ó chozas que componen los aduares.
Aduca cast, y malí. Lo mismo que adúcar.
Además de esta, tiene aduca en castellano la íicopción de droga para curar el mal venéreo, y en este sentido pu- diera venir del» arábigo ^y>¿\ ud-dugua, droga en Marcel, pronunciado el vocablo á la manera de P. de Alcalá que trae digui en correspondencia de medicina, significado que se encuentra también en R. Martín bajo la forma ljv\JI ad-dagua.
Adúcar cast., alducar cast., cat., mall, y val. La seda (jue rodea exteriormente el capullo del gusano de seda, la cual siempre es basta. La seda que se saca del ocal, y
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también el mismo ocal. La tela hecha con la seda del mismo nombre. Academia. En njallorquín denota además el vestido de seda de inferior calidad.
Otrosí: ordenamos y mandamos que ninguna ni alguna persona de dicho arle no sean osados de tramar los di- chos paños de seda que assi texeren cVflzieren texer con hilo ni algodón ni cadarco, ni adúcar ni filaduras ni con otra cosa alguna: salvo con seda que sea pura. Ord. de Sevilla, TU. De los texedofes de terciopelo, íbl. 184.
El ocal ó capullo que produce esta tuerte de seda es de doble tamaño que el construido por un solo gusano. Su forma revela luego al punto el adúcar, y si se abre se ve- rá que contiene dos ó más. Se cree que la confusión de la baba ó hebra de los gusanos constructores es la causa de que resulte la seda más gruesa y de peor calidad.
Fundado Dozy en un pasage de las Mil y una noche (ed. Habicht, I, 311), derivó la voz española de la arábiga Aj¡¿\ alcadza^r, la cual no tiene otra significación en los diccionarios que la de sordicies, sordes, spurcus, sórdi- das, pero no la de seda. La verdadera etimología de Adú- car 6 Alducar es .L/jJI ad-ducár, palabra que se echa de menos en el Suplemento de Dozy, y que en la acepción de seda de inferior calidajl se encuentra en el P. Lerchundi y en las escrituras arábigo-granadinas de los últimos tiempos de la dinastía Nazarita. Adup^a port, y val. Compuerta. Según Sousa hay dos clases de adufas, una de ventana y otra de molino: esta es una tabla que encaja en la boca del cauce para impedir que el agua vaya al molino. La de la ventana son unas tablas unidas que se ponen en su parte exterior y sirven de re- paro á modo de persiana. El distinguido lexicógrafo por- tugués deriva la voz adufa de la arábiga \¿a.'I ad-daffd que se encuentra en Freytagy Kazimirski, aunque sin la significación áa puerta, y puerta de madera que traen res- pectivamente R. Martín bajo la forma sijo) ad-duffU y P. de Alcalá con la de ojJI ad-duff, pl. objJI diféfó difáf
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nombre de una puerta del Albaicín que ponía ep comuni- cación aquel populoso arrabal con la ciudad de Granada, según se lee en las escrituras árabes de aquel tiempo y en Müller, Die leUtea Zeiten ton Granada, p. 24. Dozy, que acepta la forma arábigo-española, expone «n su ar- tículo Adiifa los varios significados que tiene esta voz, tanto en los'Autores como en los Diccionarios arabos de la lengua vulgar.
Adufe cast, y port., adafíe, adufre cast., aldfifcai., de oaJI ad-díiftünpananí en R. M.^rtín, pandero para tañer en P. de Alcalá. Dan la etimología Gimdix, Hnvn {'a\). Cov. Tesoro) y Francisco del Rosal.
Aduja. Cada una de las vueltas que hace el cable ú otra cuerda recogida. Vocab. Marit. de Seoilln. Podrá venir de jLi-A-'l ad-dacha {ó según la antigua escritura aduja) ó \:sJ..^¡^\ ad-du chacha (ad-du/o/a) ovillo, pelotón. R. »j. Alix.
Adúl cast., de J^wV-t adúl cordón de li'enzado en P. de Alcalá. Esta voz, que no se registra en los diccionarios de la len. gua clásica «n el sentido de adorno mujeril, es el nombre de un cordón ó collar que usaban las moriscas de Granada, el cual se componía de trenzas de seda con labores de ovo y borlas de la misma clase de color de grana, amarillo, azul, y azul y morado. Las borlas con bellotas de oro, que pendían de estos cordones ó collares, eran de ordinario tres, pero los había también con cinco. En vez de broche el adúl se sujetaba á la garganta con botones de oro ó de aljófar. V. Escrituras granadinas de dote y arras ot oreja- das por los moriscos ante Ambrosio y Bernardo Xarafí á comien:;:os del siglo XVI Y ^os legados que contienen los Embargos de bienes de Moriscos. Arch, de la Alhambra.
Adula, dula. Rueda de riego. Ordenanzas de las a,ííuas. Real Provisión de D. Felipe II al Licenciado Loaysa de 20 de Mayo de 1575 sobre aguas, dias, noches, rafas, albas_, horas y íilquezares. Viene esta voz de sJjaJI ad-daula, le- ción del que lee en P. de Alcalá, lectio, vicis en R. Martín,
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vez, alternativa, vuelta, turno, sucesión en el riego entre los labradores de la tierra de un pago, los cuales utilizan las horas ó dias de agua á que tienen derecho sus pre- dios por orden de prioridad^ comenzando por los situados á la cabeza de la acequia que la conduce y concluyendo por la última de las heredades. El propietario ó colono que no respetara esta sucesión ó turno rigoroso, se haría reo de despojo, porque, aunque condueño, no puede ha- cer uso de su derecho hasta que ha regado sus tierras el que le precede.
Doy esta explicación para completar la de Yanguas (Antigüedades de Navarra, I^ 7, 8). Pero la voz adula ó dula denota también la grey, rebaño ó manada de gana- do, acepción que, como dejamos dicho en el vocablo Adra, dan Dombay y el P. Lerchundi á jÜjAJ) ad-dula y sin ar- tículo dula. La significación de esta voz, cuya raíz es la misma de la anterior, es también la de turno, alternativa, sucesión. En la Alpujarra el dulero, antes que rompa el dia, recoge el ganado, compuesto de cerdos, cabras y aun de asnos, mulos ó caballos, comenzando por un cabo del pueblo y rematando por el otro para llevarlo al campo. Venida la noche penetra con la manada por el punto de salida, dejando sucesivamente á cada animal en su do- micilio^ operación que repite cuotidianamente.
El Diccionario de la Academia no trae esta última acep^ ción de la palabra adula ó dula. La etimología es de Marina.
Aduladin. Un aduladin de aljófar con piedras. Embargo de bienes de Diego Méndez, año de 1517. Archivo de la Al- hambra. Ignoro si, como el adul, sería este adorno una suerte de collar. En cuanto á su etimología, creo que es una palabra compuesta de las arábigas ^^.jJI l\->£ abdula- din el siervo de la religión, ó mejor de ^y.jJ( Jjjuí adúla- din^ el cordón de la religión.
Adunia cast., port, y gall. El mundo, metafóricamente har- to, mucho, en abundancia, de LójJI ad-dunia^ el mundo. Marina y Engelmann.
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Los viejos bebieron sine ñne, los mosos adunia, las seño- ras losquiries. Cervantes, Rinconetey Cortadillo. Si en Marruecos se pregunta á alguno ^ IjlS qjJ^' ¿quiénes han estado allí? El interrogado, para expresar que ha ha- bido mucha gente en el lugar por que se le pregunta, contesta: nJULT jIL^Jl/ Lójs-íI todo el mundo, ó simplemente 'uójJl el mundo. También es frecuente la expresión .:í>újü Lijül ha llovido mucho ó en abundancia. Aunque al por- tugués adunia solo le dan los diccionarios la significa- ción áepor todas partes, la que tiene este adverbio de en abundancia en el dialecto gallego, me hace suponer que esta última no debe ser extraña á aquella lengua. El ejem- plo que trae Moraes: vejo tormentos adunia, puede muy biejí traducirse por veo tormentos en abundancia, ó, lo que es lo mismo, veo muchos ó hartos tormentos, en vez áepor doquier ó en todo lugar. Aduque. Lo mismo que adúcar.
((ítem, que qualquier maestro ó oficial que texiere en paño de seda y hechare en ellas atanquía, ó azache, ó aduque^ 6 cadarzo ó seda de Murcia ó otra seda basta se- mejante, etc.»
Ordenanzas de Granada, Tit. 21, fol. 63. Del arte y ofi- cio del texer y labrar de las sedas. Adur port. Bellaquería, traición, engaño, maldad.
((Aonde tantas virtudes moraváo adur podia nenhum cuidar.» Vida del Rei D. Juan I, por Fernáo Lopes. Part. II, cap. CLXXXXIII, ap. Santa Rosa, Elucidario.
Es la palabra arábiga ^'1 ad-dur que en Freytag suena ñoxa, malas rei status y en el P. Lerchundi engaño. Adutaque cast, y mal!. La primera harina que se saca del acemite: la segunda es la del adárgama. nOtrosí^ la farina que apartaren del acemite, que llaman adutaque, deue ser cernida con el padrón del almodon y venderla aparte por el precio del almodon, y no más, y no voluella con la farina del adárgama.^ Ordenanzas de Sevilla, fol. 74, Tit. De la farina del adárgama y del almodon.
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Esta voz es una alteración do la arábiga ó'LsjJ) ad-ducác que con la significación de harina de altramuz se encuen- tra en Kazimirski, á cuya forma, como más acomodada á la dicción española, doy la preferencia sobre f^^*^ da- quíc, farina en R. Martín y P. de Alcalá, de donde la de- riva Dozy. Ádzur cat. y malí. Lo mismo que asul.
Afalar gall. Aguijonear, de yií^jálal, punzar, y por la con- versión de la A en /y del J en r, afalar. AFARÁMval. Farotón. V. Harón. Afice cast, y malí. Lo mismo que hañz.
Afion. Opio de ^y¿>\ ofion, griego ottowv, el jugo lechoso de la amapola negra en Aben Albeitar. Casiri, Marina y Alix. Pudiera creerse, añade este último, que todas estas vo- ces proceden del sánscrito apena; pero^ según Wilson, es probable que sea esta última de íecha moderna.
Afir. Especie de hiedicina aplicada por los albeitares y sa- cada de las bayas del enebro. Casiri y Alix derivan esta voz de jAi ahir, pero como este término no significa más que lágrima, no es aceptable la etimología. Á mi juicio, añr es un compuesto de los vocablos jl.\jc ^,,»^ háb-irár, las bayas del enebro, el cual, mediante la supresión de la h inicial, el apócope de la sílaba final y la permutación de la b por/, se convirtió en añr.
Aforra cast., aforro gall. Manumisión, declaración de li- bertad, libertad. Lo mismo que alforria.
Aforrecho. Horro, libreó desembarazado, de s?^ horreyya, pl. áey^horr, hombres libres, nobles^ palabra que, se- gún Kazimirski, se aplica á los árabes puros sin mezcla de otra raza. De horreyya con el art. ár., cuyo J fué supri- mido, conversión de la A en/ de la doble y en ch y de la e flrial en o, se hizo aforrecho. Alix lo deriva de sus)^ fa- rvacha^ vir agilis, que hasta cierto punto conviene con el sentido del pasage de la Crónica General (Part. IV, cap. III, fol.:303) que cita la Academia.
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Acá cast., port., cat. y mall. Es el turco Ul agá, caballero, señor, título de los oficiales del ejército y armada y de varias dignidades superiores en el orden civil, como Jy2> ^^^'-¿l Kizlar ayasi, el jefe de los eunucos de la Casa Real, ^^*^l y^j^ harem agasi, el jefe del harem.
Agarrama. Ant. Lo mismo que garrama.
Agarvia, de ■^^\ algarbia, el Occidente.
Y el que sacare capullos fuera del Reino de Granada, assi de la Xarquia, como del agarvia, etc. Ley IX, tif. XXX, lib. 9, Nueva Recop.
Agazela port. Lo mismo que gacela.
Agengibre, gengiblCy gengibre, jengibre cast., gingebre cat., mall, y port. Marina, Engelmann y Dozy derivan esta voz de J-víJsújJI az-sinchibil, el amomum zingiber de Aben Al- beitar. Error es este inexcusable en tan eximios etimolo- gistas^ que no debieron olvidar el origen indo-europeo del vocablo. Es el sánscrito sringavéra^ el pracrito singaber, el griego Ci^CC-^^P- Y los latinos zingiber, zingiberi, que traen Paladio, Celso y Plinio. De estas formas, mediante la permutación de la z por la g se hizo gingiber, que se encuentra en Nebrija, Forcellini y Ducange, vocablo de donde vienen el francés gengimbre, como lo hicieron no- tar Ménage y Roquefort, el provenzal gingeoer y los es- pañoles que encabezan este artículo. Aunque, según Abu Hanifa, citado por Aben Albeitar, esta suerte de especia se produce en Arabia, en el país de Omán, como se lee también en Dioscórides, otro escritor griego, Galieno, dice que aquella planta procede de la India. El término, pues, de que se trata es exótico á la lengua arábiga, en- contrándose en el Corán una sola vez (Sura, 76, v. 17. V. Flügel, Concord. Cor. arab.). Ya directamente de la India, ya de la Siria debieron los árabes tomar el término sáns- crito ó griego de donde pretenden derivar nuestro voca- blo gengibre los orientalistas citados. Aunque esta última forma es la más común, la he subordinado á la arcaica
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agengibrc, que se encuentra en el Exemplo XXX de El Conde Lucaiior:
Estonce, por le facer placer, mandó henchir de agua de rosas aquella albuhera de Córdoba, en lugar de agua, et en lugar de lodo,ñ^ola, henchir de azúcar, et de canela, et de AGENGiBRE, ct dc espique, et de musco, et de alambar, et algalina.
Agenuz, ajemu, axenus, de jj^us^JI aX'Xenü:s, forma que se encuentra en P. de Alcalá, de donde derivan Casiri, Ma- rina y Engelmann el vocablo castellano, ^jyusJI ax-xenúsa en R. Martín, git, la planta llamada por otro nombre ne- guilla, el jAJ^ de Aben Albeitar y el M£)váv9wv de Dioscúri- des. Francisco del Rosal dice en el artículo Agenuz: así le llama el árabe, como githinus de gith latino. V. Paulo Jovio^ Ópera.
Acomia, agumia, gomia port. Lo mismo que gumia.
Aguacil cast., gall, y val., alguacil cast., ahuacil, algua- cir, alhuacirYdil.,agutsil maW., agusil, agutzir, algotsil, algotsir, alguasil, alguatzil, algutsil, algutzir cat., agua- sil, alguazil, alvacil, alvasil, alvasir, alvazil y alva zirpovi.,áej?^y}\alguazir, consiliarius et administrator imperii reive publicce, et vicar ius principis, vulgo Vezirus en Freytag, ministro, visir.
Aguajaq, aguajaque, aguaxaque, aguayaq, agujaque, de (3^1 alguaxaq, la goma resinosa llamada amoniaco. Marina y Alix. La forma aguayaq se encuentra en Cova- rrubias y en el Libro de la Montería del Rey D. Alfonso, citado por Dozy.
Aguajas. Especie de úlceras que se hacen á las bestias ca- ballares sobre los cascos. Academia. Es la voz arábiga ^_5r^' alguacha ó alguaja, pronunciada la j como la ch, ungulce Icesio en Freytag. Alix. Según Kazimirski vale dolor en el casco del pié del caballo.
Aguanafa. Palabra híbrida, compuesta de la castellana agua y de la arábiga ^Ui nafáh, odoriferum en R. Martín, es decir, agua olorosa, ó de -s^ká^ na/ha (aroma) de olor,
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como quieren Casiri y Alix. Esta voz se usa en Murcia en
significación de agua de azahar.
AGU.AZIL. Lo mismo que aguacil.
E yo Aguazil Ahuhacre Abtiadah...
Memorial Histórico, I, p. 231-232.
Agüela, Hagüela. Renta de la Agüela ó Hagiiela. Legajo de bienes de propios. Archivo Municipal de Granada.
Sospecho que esta renta, sobre cuya naturaleza no he encontrado dato alguno, procedía de los derechos im- puestos á los préstamos, transferencias de créditos y acaso también á las hipotecas y fianza? que se hacían por documento público, autorizado por los alfaquíes, que des- empeñaban el oficio de Notarios, y competente número de testigos. En este supuesto, el vocablo castellano pro- cede del arábigo nJI^ hagüela, comisión, transferencia de un crédito ó de una obligación á un tercero, caución en Kazimirski. Sobre el uso de esta voz véase (\ Silvestre de Sacy, Chrest. Arab. T. III, p. 382.
Aguijón. Parece sinónimo de orilla en el pasage siguiente de las Ordenanzas de Sevilla (Tit. de las islas y maris- mas), ío\. XXIX V.
«Otrosí en las veras é aguijones é marismas puedan andar é pacer los ganados.»
En tal caso podrá derivarse de ^j*^^ guachin ó giiajin (como se escribía antiguamente) ont Jluüii vel vallis. Alix.
Agumy. «Galeas, alfreses, especias, basias, agumys, o outras cousas, que tragem pera si.» (Carta del Rey al Almojarife de Oporto sobre la libertad de los mercaderes, año de 1352. V. Santa Rosa, Elucidario, in v. Alfreses.
Procede, á no dudar, esta palabra de UaJl alqaime ó al- quimi por la iméla, pl. ?u^>5l alacmiya, y, mediante la su- presión de la I del artículo, dulcificación de la ^ en ^ y cambio de la i por u, agumi. Encuéntrase esta voz en R. Martín en correspondencia de mLso; pero como no se registra ni en los diccionarios clásicos ni en los vulgares
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de la lengua arábiga, hay que buscar su origen en otra parte. Por lo que á mí toca, no he tenido la fortuna de ha- llarlo ni aun en los vocabularios berberiscos. Acaso sea alguna palabra íbero-celta ó latino-iústica, como otras muchas que se encuentran en el vocabulista de aquél ilustre lexicógrafo.
Ahenía. Lo mismo que acenia.
Et unam Aheniam in ipsa ripa illius fluminis supra- dicti. Testamento del Rey D. Alfonso, ap. Ducange, Glo- sario.
Aheña. Lo mismo que alheña.
Ahilo. Desmayo, languidez, desfallecimiento. Podrá venir de sJb- hila, languor^ debilitas. (R. Jo-). Alix.
Ahorrar, aforrar. En el sentido de dar libertad, lo derivan los etimologistas de horro, hombre libre: pero yo entien- do que viene de .j>- harrar, segunda forma del verbo sor- do^ manumitir, dar libertad á un esclavo. (Cf. Guadix, Die. ms. de la Bihl. Colomh.). En el de economizar, lo trae Müller de^^ guaffara, acaudalar, ahorrar en el gasto en P. de Alcalá, reponere en R. Martín. Dozy acepta esta etimología aduciendo en su confirmación un pasage del Ajhár Machmua referente al Emir Abdalláh en que se emplea aquél verbo en la acepción de economizar. Rosal hace extensiva á este último sentido la I.** etimología.
Aixabega cat; Lo mismo que Jábega.
Aixaloch cat. Lo mismo que jaloque.
AiXARÓP cat. y malí. Lo mismo que Jarabe y Jarope.
AixEDRÉs cat. y malí. Lo mismo que ajedrea.
Aixorca cat. y malí. Lo mismo que ajorca.
AixovAR cat. y mall. Lo mismo que ajuar.
Aja, de -s^^ls. Aixa ó Aija, nombre propio de hombre y de mujer. Así se llamaba la hija de Abu-Bekr, mujer de Mahoma. Aja no tiene qué comer y convida huéspedes. Prov. Si vos Aja, yo Alí. Prov.
Ajabeba, ajavebay ayabeba, osabeba. Lo mismo que aocabebui
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Ajaez port. Lo mismo quejae^.
Ajaqueca. Lo mismo (\\xq jaqueca.
Ajaquefa, axaquefa ant. Según la Academia es cueva ó sótano.
Otrosí ordenamos que el dicho maestro sepa fazer im molino de aceyte, haciéndole su torre, y almacén, y axa- quefa, y alfarje, y ornillas, y todo lo que le pertenece. Ord. de Sevilla, tit. de los Albañíes, fol. 150 v.
No veo, dice Dozy, que la voz axaquefa pueda ser otra cosa que oLüxiJI ach-chiquéf pl. de ach-chácaf (cuya for- ma de plural se encuentra en las Mil y una noches, I, 22, ed. Macnaghten) que significa pot (de terre) y tambií^n tuile, tuileau (V. Alcalá bajo Tejuela y al Mostaini bajo
Con efecto, en las Mil y una noches, citadas por Frey- tag, se encuentra. la palabra axácofen el sentido de vas fictile, ó, lo que es lo que mismo, vaso de barro, y si en vez de tratarse en el pasage de las Ordenanzas de Sevilla de los Albañiles, se tratara de los Alfareros, que son los únicos hacedores de toda suerte de vasos de barro, tejas y atanores, acaso estaría en su lugar la peregrina etimo- logía del lexicógrafo holandés. La voz ajaquefa ó axaque- fa, que es como debiera escribirse, viene, en mi sentir, de la arábiga ^^wJI as-saqf, toit bombé, vouté en talas et non pas enter rasse (fliJ) en Kazimirski, tectum domus en Freytag, tectum en R. Martín, techo en P. de Alcalá.
De ^^¿íLwJI as-saqf, por razón de la pausa, se hizo asa- quef, y con la terminación femenina castellana asaqu<fa.. El ^J<. del vocablo arábigo, ó sea nuestra s, fué representado en la trascripción castellana por la x, cambio que reco- noce Dozy y lo comprueba con varios ejemplos en la in- troducción de su Glosario. (V. p. 18).
También pudiera traerse el vocablo axaquefa del ará- bigo N¿AíuJÍ as-saquifa, locas discumbendo idoneus instar latioris scamni, constructus ante cedes en Freytag, banco , construido ordinariamente delante de una casa para re-
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posar en él y acostarse en Knzimirski, porticus en R. Mar- tín. Yo prefiero, sin embargo, la primera etimoloííía eonio más ajustada al pasage de las Ordenanzas.
Ajaquera ant. Lo mismo que ajaqueca. Minsiiou, Dio.
Ajaraca, axaraca, de jLíyiJ) a.x-xáraca, laqaetm en R. Mar- tín. Alix dio por origen el colectivo «alysJI ax-ncórac; pnro la forma que más conviene á la voz castellana es el nom- bre de unidad que le adjudicó Enííelmann. Tamariz y Ro- sal se limitaron á seííalar como árabe la palabra, inter- pretándola por lazo.
Ajarafe, alxa.rafe^ axarafe. «Covarrubias dice que es azo- tea alta ó mirador, desde el cual se descubre el campo^ añadiendo ser nombre arábigo, y en su terminación, según Diego de Urrea, exxerafan, del verbo xévefe, que significa descubrir algo con la vista, y propiamente es el andén y corredor que sale al rededor de la torre.»
Esta etimología de Urrea que, como se ve, deriva la voz castellana de oyiJi ax-xáraf, altitudo, excelsitudo, locus alius, elatiis, es la misma de Marina y Alix y la que el P. Lerchiuidi y el Dr. Simonet traen en el Yornbalario de su Crestomatía, donde se lee que oyi es la altura ó el terreno elevado, el famoso Aljarafe ó Axarafe de Sevilla, cuyo territorio comprende hoy casi todos los pueblos del partido de San Lucar la Mayor y algunos del de aquella capital.
La propia significación de terreno elevado da el Sr. Ga- yangos al vocablo axarafe, que se encuentra en el pasage siguiente de La Gran Conquista de Ultramar (ed. Riv. p. 512):
«E á derredor de la villa (Alejandría) había gran axa^ rafeé muy buenas huertas que eran todas llenas de ár- boles é de frutales de muchas maneras.» Igual acepción tiene la voz axarah en este otro pasage del ArzolDispo I>.B.óáv\^o (Hist. Araburn, C'á\>. 40, citado por Marina). Et intr antes loca arbor um quod axarab dicitur apud.eos. Pero como en el ajarafe tuvieron los reyes moros un
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palacio del mismo nombre, Tamariz, Rosal y Urrea inter- pretaron el vocablo por mirador, azotea alta, corredor. En este sentido lo derivan Gasiri y Engelmann de íüyiw'l ax-xorfa acroteria (áxjjwTT^Dia) las almenas de las mura- llas en Vitruvio,/)m/i« arcis autmuriy galería, balaustra- da al rededor de un minarete que se encuentra en Boc- thor, y bajo la forma del plural chora/ en Aben Chobayr (Travels, p. 254). Dozy, que cita este pasage, añade en su Glosario y repite en el Suplemento que la gente popular en España pronunciaba axarafa. Acaso fuera así, porque Kazimirski tiae, como plural de ax-xorfa, oyi-l ax-xá- rafen la acepción de crenatix cVtine nwraillc. De modo que, de aceptarse esta etimología, el nombre axarafe vendría, no del singular, sino del \)\\\vi\\ úq ax-xorfa , sig- nificando el palacio de las almenas, denominación que no sería peregrina^ pues una de las tarbeas del famoso alcázar que Badis ben Habús tenía en la alcazaba cadima ó vieja de Granada llevaba la de Dar aocorráfa (inwnia gu R. Martín), la casa de las almenas. V. Aben Aljatib, Ihata, rod. del Sr. Gayangos, Biografía de Badis ben Habús.
En Sevilla había, según Almacari (Analectas, II, p. 257), un edificio llamado o)^"^l^b Dar-alixráf, que era la casa donde tenía su oficina el almojarife ó funcionario público encargado de cobrar los impuestos.
Yo creo, sin embargo, que la etimología de Urrea ex- plica satisfactoriamente la significación que de suyo tiene la palabra axaraf sinónima de altura. No por otra causa está %All en Bocthor en correspondencia de belüoder, y rli en P. de Alcalá en la de miradero, lugar por donde mi- ramos. Sobre la voz axarafe ó alxarafe, véase áZúñiga, Anales de Seoilla, p. 4, á Rodrigo Caro, Antigüedades, fol. 219 y el Repartimiento de Sevilla hecho pí)r ol Rey D. Alonso X (ms. de mi propiedad).
Ajarave ant. Lo mismo que Jarabe.
Ajarea, axarea. Oratorio de moros. Alix, que deriva esta voz de •ÑJtjj^ixil ax-xaría, instituto, doctrina religiosa, relj-
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gíón, no cita la autoridad donde ha encontrado el vocablo. De cualquier modo, la acepción de oratorio de moros no corresponde ciertamente con la que tiene la palabra aríi- biga de «ley de institución divina, especialmente el ródigo Mahometano, el Alcorán.» Quizá aquél término no sea más que alteración de í^a*^! ax-xaira^ víctima, ofrenda, rito, ceremonia, al cual, por ignorar su valor, le dieron acaso nuestros naturales el de sitio ó lugar en que se ve- rificaban aquellas prácticas religiosas. Debo advertir, á este propósito, que la dicción ^jui.* maxar, formada de la misma radical, denota juntamente las ceremonias ob- servadas por los musulmanes durante su peregrinación á la Meca, el lugar en que se realizan y el sitio en que se inmolan las víctimas. Este último vocablo se encuen- tra en R. Martín en significación de oratorium.
Ajarquia, aiarquia cast., axcrquia gall. La banda ó parte oriental, la tierra que está al Oriente. Barrio de Córdoba. Nombre de un distrito de la provincia de Málaga.
((Y estaban apoderados de las torres y castillos del arrabal que llaman í^.i?ar(7«7a.)) Guzman de Alfarache,part. I, lib. 2.% cap. IX.
Dice el P. Guadix (ap. Gov., Tesoro) haberse dicho así por estar hacia el Oriente, el cual se llama en arábigo xar- quia. Con" efecto '^^^j^^^ ax-xarquia, femenino de ^y^^ ax-xarqui , es el origen de nuestra ajarquia.
A JAVERA, axaveha. V. axaheba.
Ajebe. Lo mismo (\i\QJehe.
«Del agua se hace la nieve, la sal, el salitre, el ajehe, el azufre, etc.» Cáscales, Disc. Hist, de Murcia.
Ajedrea, axedrea cast., acitaraya base. Planta olorosa se- mejante al tomillo que se cultiva en los jardines. Fngel- mann, sin reparar en su origen latino, derivó esta voz de la arabizada N¿y3i.ci>.j| ax-xüti'iya, saíureia Iwríensis, que traen Aben Albcitár (II, 97) y P. de Alcalá. Corrigió Dozy este error en la 2.'' ed. del Glos. de Engelmann, haciendo notar que aquél vocablo no era más, como ya lo tenía dicho
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Alix, que la transcripción del latino satureia 6 satureja, formas que respectivamente se hallan en Plinio y Golumela. Ajedrez, a/Jedrej, arcidriche, ajcadraj^ a¿vedre¿ CQsi., aixe- drésc'ái. y ma 1 1 . , axedrcch^ enxadrcz, xadres, xadrez port. , mxedria val., axedreza base. De «jJa^l ax-xairanch. scaciiA en R. Martin, «tablero para jup;ar, tablero de uxe- drez, escaque, trebejo,, juego de axedrez» en P. de Alcalíi. «Y así como se consiente en las repúblicas bien concer- tadas que haya juegos de ajedrea, de pelota y de trucos... así se consiente imprimir y que haya tales libros, etc.» /). Quijote, 1.» Part., Cap. XXX.II.
Dice üi'rea (ap. Cov>., Tc.soro) que es voz persiana, que corrompieron los {trabes en xatraagj de donde vino nues- ti'o axedre:. V.w efecto, -ió^ia-iJI ax-xUrünch, latrunculo- runí ludus en Freytag, es el evy^ <^ v¿5^yw persa, pero pro- cede del sánscrito chaturaiiga, vocablo compuesto de las palabras chatur cuatro y anga cuerpo. Es un adjetivo que va unido con bulu, (ejército, auncpie se usa también como sustantivo. Chaturanya, pues, denota el ejército formado de cuatro cuerpos, ú saber: alfiles ó elefantes, roques ó carros, alferces 6 caballos é infantes ó peones. Tal era la composición del ejército indio que sirvió de modelo al inventordeljuegode<'//V'6//'c'^^. V. Van der Linde, Goschich- te des Sckachspiels, I, 74 y siguientes, ap. Dozy, Suple- mento, y el Libro de axedre^ escrito de orden de D. Alfon- so el Si'ibio, Bibl. Nac, ms. Q. 317.
También se da el nombre de ajedrez á cierta especie de celosía ó enrejado hecho de listones de madera cru- zados á escuadra, por la semejanza con el tablero del juego. Ajenabe, ajenabo, axenabe. V. jenabe. Ajenuz. Lo mismo que agenuz. Ajena. Lo mismo que alheña. Ajevio. Ant.
Andaba en el muladar el gallo ajevio, Estando escarvando mannana con el frió.
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Falló zafir culpado, mejor orne non vido, Espantóse el gallo, dixol como sandio.
(Arcipreste de Hita, Cantares, copl. 1361). Esta voz es la arábiga ^j^^^ achehí ó ajebí, como se escribía antiguamente, y con la terminación castellana ajebío, boiiffbii, piaUant, farceur en Hélot.
Ajez. Lo mismo que yeso en el reino de Murcia y otras , partes. V. alges.
Ajiménez. Solana, según Rosal. Lugar donde el sol da de lleno, el corredor ó patio destinado en la casa para tomar el sol. Es la voz arábiga ij**^*^! ax-xemis que se encuen- en R. Martín con la significación de Solaris, é interpreta Dozy por eiidroit oú lesoleil donne enplein. V. Suplemento ni V. ¡M^.t^i.
De ax-xemis ó aj-jemis, por la inserción entre la se- gunda y tercera radical de una n eufónica seguida de e, transposición de las vocales y cambio de la s por la s^ se hizo ajiníienez.
Ajimez. Ventana de arco de herradura con una columna en el centro. Término de Andalucía.
En R. Martín se encuentra la palabra --s.^^^^ xemsia en correspondencia áQ fenestra, y en P. de Alcalá xemicia en la de ventana de yeso como rexacla, ventana vidriera. Aben Batuta (Viajes,!, i^^), al hablar de los ajimeces que había en la mezquita de Damasco, emplea la forma jUw.4-ci xemsa, de donde Engelmann deriva la dicción an- daluza. De estas formas, dice Quatremére (Hist, des suit, maml., II, Apéndice, p. 280, nota 2), es más usual la pri- mera. Ambas, añade, tienen muchas acepciones, entre ellas la de claraboya cuadrada abierta en lo alto del muro, con vidrieras ó sin ellas, para que penetre el aire y la luz en el edificio. Otra forma de la voz ajimez y con la propia significación de ventana es ju«U^ que se halla en Host (Maroco und Fes, p. 275), citado por Quatremére en el pa- sage apuntado^ y en al-Sharishi, según W. Wright (V. Glos. sobre Aben Ghobayr, p. 26). Esta etimología la pro-
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pone Dozy en sustitución de la de Engelmaim, si bien ip:-
nora cuál es la moción de la primera radical.
Por mi parte debo declarar que, no correspondiendo exactamente ninguna de las expresadas formas á la de la palabra andaluza, doy la preferencia á la de R. Martín y P. de Alcalá por ser la más usual de todas, como nos dice Quatremére, y la más genuinamente española, pues, ade- más de aquellos lexicógrafos Ja emplea con repetición en sus Viajes el escritor valenciano Aben Cliobayr, regis- trándose también en el Idrisi y en Almacari (Analectas, I, 405,2, a f.).
Ajofaina. Lo mismo que aljofaina.
Ajonge. Lo mismo que aljonge.
Ajonjolí. Lo mismo que aljonjolí.
Ajorar. Llevar una cosa arrastrando ó tirando de ella, lle- var á remolque una embarcación, de j^».'' harrea y trayce/e, tirasar (sic) en R. Martín, arrastrar, navegar á jorro en P. de Alcalá, en el cual se baila el verbo ^a. en segunda forma con la propia significación, así como la \oz jarra (íu correspondencia de arrastradura. La i;timología es de> Casiri, Marina, Alix y MüUer.
XiOYKCx, aljorca^ axorca cñ^i., ai.xorca casi. ^ malí, y val., xorca port. Cerco de oro ó plata con engaste de piedi-as preciosas que se traen en las muñecas y junturas del bra- zo y la mano. Covarrubias.
«En aquel dia quitará al redropelo el Señor á las hijiís de Sion el chapín que cruxe en los pies, y los garuines de la cabega, las lunetas, y los collares, las axorcas, y los re- bocos: las botillas, y los calzados altos:» Fr. Luis de León, De los nombres de Cristo, lib. I, p. 22 v.
Es la palabra arábiga juyiJI ax-xorco, axorca en P. de Alcalá, manilla en Tamaiiz y Francisco del Rosal, corrigia en R. Martín, de donde debió tomar su nombre, por haberse hecho acaso primitivamente de correa, esta suerte de manillas ó brazaletes. Traen la etimología Urrea, Marina, Alix y Engelmann.
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Ajorrar. Lo mismo que ajorar.
Ajorhe. Lo mismo que alhorre.
Ajovar. Lo mismo que ajuar.
Ajuagas, axuagas. Enfermedad de las bestias caballares. Esparaván. Dozy deriva esta voz de o^ülcíJI ax-xacác fissu- ra¡ qüá iamentorum tarsi afficiuntur. Pero como el es- paraván se hace en las piernas de los animales por la parte de adentro sobre el internodio ó coyuntura, según se lee en Arredondo (Obras de Alheyteria, cap. LXX, p. 113) y no en el tarso 6 empeine del pié, ni consiste en grietas ni hendeduras de las rodillas, ni del casco, sino en el garbanzuelo ó tumor que ocupa las articulaciones del corvejón^ hay que convenir en que las dicciones castella- na y arábiga no corresponden en significación, por lo cual entiendo no ser aplicable á ajuagas la etimología pro- puesta por el orientalista holandés. Más en relación con ella estaría el vocablo aguajas, considerando este término como metátesis de oU^JI ax-xucác ó de sjlcíJI axucca, rima en R. Martín, resquicio, hendedura, resquebrajadu- ra en P. de Alcalá.
Ajuar, axovar, axuar, axuuar cast., aixovar cat. y malí., aljuvar cat., eixovar val., enxoval port. La dote que en di- nero, prendas de vestir, alhajas y moviliario aporta la mu- jer al matrimonio. Los muebles y demás objetos de la casa. Es el árabe j[j^ cTííár, y con el artículo axuár, casamiento, el dote, dote ó casamiento de hija, joya en P. de Alcalá, el ,j^j^f^l^de Aben Jaldún (Hist, des Berhéres, II, 396, ap. Dozy, Glos.), utensilios, efectos en Kazimirski, supellex doméstica, en Freytag. La etimología es de Guadix y Rosal. Como en la definición de la Academia se limita el ajuar á los adornos personales y muebles que la mujer lleva al matrimonio, me parece bien traerá este lugar, en demos- tración de que comprendía así mismo el dinero, el si- guiente pasage del Poema del Cid: Hyo quiero-Íes dar axuuar III mil marcos de plata: Darnos muías e palafres muy gruessos de sazón:
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Poetas castellanos anteriorofi (I I íii filo XV, od. liir. p. 28, V. 2572 y siguientes.
Ajunjulí ant. Lo mismo que ajonjoli y aljonjolí.
Guárdense... de ajunjulí, porque enjendra humor grue- so y viscoso. Gutierrez de Toledo, Cura de la piedra, ap. Marina.
Akarnar. Lo mismo que acamar.
Alá. El nombre de Dios entre los árabes. De xJUI al-lah, nombre que, en sentir de algunos, es contracción del art. Jl al y de ?JI ilah. Dios, divinidad. Raiz xJl día ha, adorar. En P. de Alcalá se lee: Alláh en arauia Allah ó t'léh. «La cristiana murió, y yo sé que no fué al fuego, sino con Alá.^y D. Quijote, part. 1.», cap. XL.
Alabe cast., alabea base. La rama del árbol combada hacia la tierra. La paleta cóncava dol j-odozno (]«>1 nmliuo. V. cdabcs.
Alábega ant. Lo mismo que albahaca.
Alabeo. La curvatura que ha tomado la pared ó cualquier pieza de madera. \ . alabes.
Alabes, alabea. Las tejas del alero del tejado, las sobarbas de los batanes. Aunque estas voces parecen tener cierta suerte de parentesco con la latina labes, ruina, caida, da- ño, vicio, como su concepto capital es el de encorvadura, no se puede afirmar su derivación de aquella. Diez y Don- kin consideran con Larramendi á alabe como palabra bascongada. En Alix ^e lee: de las etimologías que pro- ponen Marina y Casiri, solo es aceptable la de ^y laico flexil, convertit, incurcaoit, de donde viene ^yi, encor- vado, doblado. Yo añadiré que, con preferencia á ésta, de reconocer un origen arábigo, traería los vocablos cas- tellanos del arábigo ^ys. awach ó awech, nombre de ac- ción de la primera forma del v. J^ que denota lo que es tortuoso, encorvado, lo que no está derecho, con aplica- ción á la curvatura ó tortuosidad de un árbol, de un palo
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ó madera, de un muro ó pared que no está á plomo. De ^y^awo.ch, con el artículo^ se hizo alawach, y, mediante ta representación del ^ w por la b (Gf. albacea) y del ^ cli por la s ó la ^^ alabes ó alabez, forma que se encuentra en Marina y que yo considero como un singular y no como el plural de alabe. En cuanto á este término y al de ala- beo, de aceptarse la etimología, habría que estimarlos como ti'anscripciones del arábigo -y3¿\ alabech, sin otra alteración que la del apócope del ^ ch final.
Alagaba. Cuesta, de RaíJI atacaba, cuesta, ascensus en R. Martín. Este nombre se conserva en Granada, como denominación de la cuesta que conduce al Albaicín por la parte del Triunfo.
Alacena, alhacena, de Riljá:\JI aljazena, arniariam en P«.ai- mundo Martín. Guadix y Govarrubias.
Alacer. Pecho de las viñas que es de cada marjal de viña treinta maravedís. Relación de los derechos Moriscos del Qtiempe. Arch, de la Intendencia de Granada. Esta voz es la arábiga ^Ui^^l alaxer, pl. de^^íx^^^ décima en R. Martín.
Alacet. Voz aragonesa que significa fundamento de un edi- ficio. Borao. Es la arábiga o^^^^l alist ó alicet, que, entre otras acepciones, tiene la de fundamento en Kazimirski.
' Tráela R. Martín bajo la forma o^^f alast ó alacet, según la pronunciación vulgar, aunque con significado distinto. Acaso alacet no sea más que la contracción de ^'U.'^^' alisését, pl. de ^Lv'^51 alises, fúndame ntt un en R. Martín, la base ó cimiento de un edificio.
Alacir port. Vendimia ó cosecha de vino y aceite. Sta. Ro- sa. Este vocablo, que se encuentra en la Crónica del rey D. Alfonso Enriques por DuarteGalváo y en la de D. Al- fonso III por Rui de Pina bajo la forma Alacil, viene del arábigo _^xIa*JI alacir, /ruges, vindiniia, tenipus vindimioi en R. Martín^ otoñada en P. de Alcalá. La etimología es de Moura.
Esta misma palabra se halla también bajo la peregrina forma pellacill, compuesta, á lo que pienso, de la prepo-
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sición vy dejv>ax.íl, en el pasage siguiente: «Somos já á cerca do mez de-Julho, em que avenios apanhar nossos pains, e mais vence chegando o tempo do pe I ¿acill.)^ Doc. de la Cam. de Taoira, siglo XIV, ap. Sta. Rosa, Elucida- rio, II, p. 210.
Alacrán cast, y cat., alacrá, alinea, aliacráy alliacrá val., alacral, alacráo, lacráo port. Escorpión del mismo nom- bre; pieza del freno de los caballos á manera de una sor- tíjuela ó clavo retorcido en caracol para que el bocado prenda en la cabezada; cada una de las asillas con que so traban los botones de metala pez, pejesapo. Es el arábigo yyíJtJi alacrab, hebreo aipy hacrnb, de donde pretendió de- rivar Covarrubias el vocablo español, scorpio en R. Mar- tín, escorpión, animal venino en P. de Alcalá, scorpio et huius nominis signum cceleste en Freytag, gancho que pende de un extremo de la romana, hierro retorcido que se cuelga de la silla en Kazimirski, hebilla aplastada en forma de 5 en Dozy (Suplemento), tUI y^^ cancer f;n Frey- tag y ^jcuJI Vj^*^ cangrejo de mar en Jackson (ap. Dozy, SupL). Traen la etimología Guadix, Casiri, Cañes, Sousa, Marina y Alix.
Aladar. El conjunto de cabellos que está á los lados de la cabeza y cae sobre las sienes. Academia. Es la voz ará- biga ^fjJI ad-dar, círculo, expresiva de la especie de vo- luta ó caracol que forman los cabellos sobre las sienes sujetos por horquillas ó peinecillos.
En catalán el término aladar significa pulsera. La eti- mología es la misma.
Alades pl. malí. Mezquita turca, de ííüCj oL*-'I alabde-taca, templo en Redhouse, mediante la elipsis del segundo miembro del vocablo.
Aladma ant. Contribución que pagaban los judíos de Ara- gón. Castro. Esta palabra, que no se encuentra en los dic- cionarios clásicos, es la arábiga N*Á.f| ad-domma , que en significación de tributo se halla en Marcel. Sabido es que los judíos y cristianos, subditos de los príncipes musul-
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manes, oran llamados ju>JI }^] ahí ad-dimma. la gente de la protección, los clientes ó garantidos en sus personas, familias y haberes mediante el pago de ciertos impuestos y gabelas, como la s^j^ Chisya ó capitación, el ^j2:^járach^ (ítc. Denominábanlos también ,^*^' ad-dimmy^ cliens in ñdem receptas, pccul. tribidarius q\\ Freytag, subdito tri- butario del Gran Señor en Bocthor^ ó simplemente tribu- tarius en R. Martín, á la manera que los árabes habitantes en nuestra península recibieron el apelativo de Mudeja- res, vocablo sinónimo de dimrny, luego que entraron en el vasallaje de nuestros monarcas. Finalmente, á raíz de la conquista de España por los musulmanes, no solo se dio el nombre de ahí ad-dimma á aquellos de nuestros naturales sometidos de grado ó por capitulaciones y con- ciertos al yugo de los invasores, sino también el de *js\t N*ÁJI ochm ad-dimma.^ los bárbaros ó agemíes del pacto ó de la clientela, como se lee en el famoso historiadoi- Aben Hayan (Ap. Aben Aljatíb, Introducción á la Ihá.ta^ cod. del Sr. Gayangos, fol. 7 v.), el cual, ocupándose del Conde Ardebasto, hijo de Witiza, le apellida s.*ÁJI j.:s^ *^j príncipe, jefe ó representante de los agemíes de la pro- tección ó clientela. Este nombre ad-dimmy, tributarius, nos explica la existencia en los dialectos vulgares arábi- go-españoles del sustantivo s*ó domina con la acepción de tributo, el cual conservaba aún su primitivo nombre en el siglo XIV, como resulta del siguiente pasage:
«Proeterea ut omnia et singula praemisa observentur et compleantur, statuimus, quod quolibet anno jactentur seu imponantur Aladma Qimiawi, prout melius, et flr- mius et solemnius possit fieri secundum legem et obser- vantiam judaeorum, cum rotulo Thore, seu Legis, pridie mensis Octobris, in Synagogamajori cujuslibetloci, prae- senti tota aliama, vel majore parte ipsius; et in locis ubi non habent Synagogam^ jactentur dicti Aladmaei nitdui in Schola, vel in alio loco, ubi faciunt orationem, ut om- nes Judaei teneant et observent omnia supra dicta per
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totiim ilium annum. (V. Fori Jacobi Reg. A rag., anno 1307, ap. Ducange).
Alador. Zarcillo, arracada. Alix. Ignoro dónde encontraría el malogi-ado orientalista esta acepción, que no se regis- tra en los diccionarios. Pero en el supuesto de que exista, la voz alador no es más que la arábiga ^ybc\J) alhadór, que con la significación de inauris, pendant d'oreille, ó sea, de pendiente ó zarcillo, se encuentra en Freytag y Kazimirski.
Aladrea, ant. Lo mismo que bosque, segim la Biblia Vieja de Ferrara. Castro. Es la dicción berberisca ^lyl idrár en Marcel^ adrar en el Diet. Franr.-Berbérey y con el artículo árabe alidrár ó aladrar, monte, montaña. Mediante el apócope de la r final de aladrar se hizo aladra 6 aladrea.
Aladroque cast., aladróch val. y malí. Boquerón ó anchoa sin salar. Dozy ignora si tendrá relación esta voz con ojyjyi ar-racróCj que figura en una lista de pescados que trae Cazwini (II, 120). Á mí no me lo parece; pero, como carezco de etimología que me satisfaga, me limitaré á apuntar la de Alix J^^l ad-dirác, nombre de un pez en Freytag.
Aladul. No se halla esta voz en los diccionarios, pero se encuentra en Francisco del Rosal con la acepción de cal- dero, lo que indica que estaba en uso en su tiempo. Es la arábiga jJjJI ad- dala, sítala en R. Martín, hebreo iSt dl¿, sítala aqace auriendce en Gesenius. Aunque el latín do- lium tiene semejanza con este nombre, no convienen en significación.
Alafa. En el comercio, etc., la pensión que, según la esti- mación de los Jinobeses, sube á 100 florines de oro, y la paga el Emperador á varios oficiales de guerra y paz. Terreros. Con poca alteración es la palabra arábiga &¿yt ulúfa, pensión, gratificación anual, recompensa anual de servicios en Bocthor, gajes, salarios en Marcel, sueldo, paga de las tropas en Kazimirski, stípendíum, pee. míli- tís en Freytag.
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Alafa YA cat. y mall. Vestido de algodón y seda. V. ano/aya.
Alafia. Gracia, perdón, de juíLJ) alaña, salud en P. de Al- calá, pax en R.Martín, incolumitas en Freytag. Esta voz, cuya raíz es 'üL^ afa, jmj-cere en el lexicógrafo catalán, se halla repetidamente en las inscripciones árabes de la Al- hambra. La etimología es de Alix y Engelmann.
Álaga. Especie de trigo. Alix propone tres etimologías ára- bes, olvidando que esta voz es la latina Alica, especie de trigo semejante á la escanda en Plinio, la espelta, cierta suerte de trigo en Nebrija.
Alagara^ alfagara, aljajara, alhagara, alfagiara en Yepes (Crónica de la Órd. de S. Benito^ VII, Apéndice, f. 10 v.j, de «^LsruJI alichára, cortina. Dozy. Conforme con esta eti- mología, no puedo estarlo en la interpretación de cor- tina que da el docto orientalista al vocablo arábigo, siendo su más común y ordinario sentido el de velo, vestido, cubierta y capa. Véanse Freytag, Kazimirski y Lane. Y aunque la cortina sirve también para cubrir, entiendo que el vocablo velo cuadra mejor con los textos que trae el Padre Flores en la España Sagrada (Tom. XXXVI, págs. 27, 35, 43 y 61) y Carpentier en su suple- mento al Glosario de Ducange. Es más; yo creo que el término s^l^t achara no es acaso más que la forma ará- biga del hebreo r\::i']^faroquet, velum, quod in tabernáculo sacro Sanctum separabat a Sancto Sanctorum, como se lee en el Exodo^ XXVI, 31, en el Levítico, XVI, 2, y en los Números, XVIII, 7. V. Gesenius, Lexicón Hebraicum et Chaldaicum.
Alahea, alahela, algela port. Campo donde hay poca gente. De 5d:s^l alhella, vicus, mansio en Freytag, morada, habi- tación en Kazimirski. Dozy deriva las voces portuguesas de sJLs\JI alhilla, gens quce aliquo loco subsistit. En Kazi- mirski denota también morada y tiendas de tribus nó- madas.
Alahilca, alailca. ant. Colgadura ó tapicería para adornar las paredes. Academia.
«Mando que den tres alailcas de las mejores, que pon- gan por el cielo en la dicha capilla do he de estar ente- rrado.)) Testam. del Rey D. Pedro de Castilla. V. notas de Zurita á la Crón. de Avala, fol. 273.
Gasiri deriva esta voz de ^J\sL ataca, colgar, y Marina de HJiLt.t( alilca^ cuya etimología acepta Dozy, dándole en el Suplemento la significación de draperie, tapisserie que no encuentro en Freytag, Kazimirski y Lane. Convinien- do yo en la procedencia arábiga de la voz española, creo encontrar el nombre de que se deriva en jíaX«JI alilacay aijlaqaa, colgajo, algo que cuelga en P. de Alcalá, y por contracción, traducido el c «m con kcsra por ai, como lo hacían los moros granadinos, alailca (Sobre el valor de la letra c y su representación en la escritura castellana V. P. de Alcalá, Arte para ligeramente saber la, lengua aráuiga, y la Regla y Doctrina muy protiechosa, etc. que va puesta al frente de su Vocabulista). En abono de esta etimología, debo observar que el vocablo alahilca ó alailca tiene un valor genérico aplicable á todo lo que cuelga, así P. de Alcalá trae aylaqua por colgajo de uvas, y en los Libros alfonsíes del saber de astronomía, se l(;e: «Et llamanla los arauigos alhelca que quier decir arme- lla. Et algunos dellos la nombran alhilaca que quier tan- to dezir cuemo colgadero, por que cuelgan della ell. astro- labio quatido toman la altura {Y. vol. II, p. 2G1, lib. II, del astrolabio llano, cap. I, Del colgadero et de la madre).»
Como remate de este artículo, debo hacer notar que P. de Alcalá trae (j^ taaliq en correspondencia do col- gadura. Alahite, alahyte, alhaite ant. Joyel ó joya. Academia.
«Otrosí mando á la dicha Infanta... la corona que fué del Rey mió padre... e dos Alahytcs de los que yo tengo.»
Testam. del Rey D. Pedro, Crón. de Ayala, p. 962.
Es la voz arábiga la^jayt, y con el art. kv¿vJl aljayt ó alhayt (representado el ¿- por nuestra h), ar milla en Rai- mundo Martín, joyel en P. de Alcalá. Era, pues, el alahi-
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te ó alhaite una especie de armella, manilla ó brazalete hecho de hilo, que es el primitivo y genuino significado aeXvocnhlo ]cuJ^ jay t (ñlumoA\\\. Martin, hilo en P. de Alcalá), en el cual se ensartaban, á modo de collar, per- las, aljófares, corales y otras piedras preciosas, y del cual pendían toda suerte de dijes y menudencias.
Alaja cast, y base.;, alojea base. Lo mismo que alhaja.
Alajor, alejor, alesoj% alcxor. Tributo, pensión enfltéutica que se pagaba á los dueños de los solares en que esta- ban labradas las casas. De .yZ^\ aluxúr, diezmo en P. de Alcalá. La etimología es de Alixy Engelmann. En la edad media consistía este tributo eu el diezmo de las crias del ganado y de los frutos de todo género, como se declara en el posage siguiente:
«non dent regi terrse alesor, ñeque alio homini de pane, de vino, ñeque de alio labore.» Privilegio de Alfonso VII, ap. Muñoz y Romero, Colee, de fuer . y cari, puehl. , p. 375.
Alajor, alajú cast, y val., alajiir cast. V. alfajor.
Alajuz, alaxuz. Vieja, de »jysv*Jl alachuza, vétala. Guadix (Die. ms. de la Bibl. Colomb.).
Alama (Aragón). Tela de oro ó de plata que en Castilla se llama lama. Academia. Acaso del adjetivo sustantivado itj lama, brillante en Marcel, ó juj lama, brillante^ res- plandor, lustre en Bocthor^ y con el ort. alama.
Alamar cast.. y port., alamara cat. y malí., alamarac base, alamars pl. val.
Ducange interpreta alamares por serici flosculi in ves- tibus, fundado en el siguiente pasage: «Cum primumCle- rici Ecclesiam intraverint, superpelliceis mundis sive ro- quetis, ac minime laceratis vestibus inferioribus, talari- bus nigris aut alio honesto colore infectis, sine seriéis flosculis, seu Alamaribus, ut dicunt, cum coppis et al- muciis induantur.» Conc. Limanum, ann. 1582, torn. 4. Collect. Concil. Hisp., p. 515; Pero que estas florecitas de seda no comprendían todo el traje, sino solamente sus orillas ó franjas, se declara más arriba á la p. 24G^ donde
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se lee: «Removeantur vero a Clericali iisu nova qiinpdam inventa indumentorum, aut ornntus, qua? milites, non Glericos decent, qualia sunt, quiv patrio more vocare sc- lent, Lechuguilla, Polaynas, Puntas, Guarniciones de se- da, fascas en los manteos. Alamares.^)
Resulta, pues, de estos pasages que los alamares eran cierta suerte de fascas ó guarniciones de los vestidos con flores de seda, bordadas ó sobrepuestas. Pues bien; en este sentido puede aquella voz derivarse, como lo hace MüUer, de Ac alaní, instita, ora panni, quce colore dis- tincta est ah-aliis partidas, stria vestis en Freytag, the ornamental, or figured or variegated border of a garment or piece of cloth, the enbroidered work or decoration in the borders, the flag, or strip of a cloth en Lane, orilla, franja en el P. Lerchundi y Simonet, acepción que tiene aquella palabra en el siguiente verso (Crestomatía^ p. 122) de la Poesía á Valencia, su patria, de Aben Azznccñr:
Vistióla su dueño brocado de hermosura con el mar y el rio por fi'anjas ó alamares.
Esta etimología de Müller fué rechazada por Dozy, fun- dado en que ^ no tenía la significación de trenza ni ga- lón, añadiendo que, aun de tenerla, el cambio de alam en alamar sería de todo punto peregrino. Al hacer esta última afirmación no tuvo presente el sabio orientalista holandés que la r se intercala frecuentemente ó se añade al fin de las palabras, como nos dice